Opinión
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Tsipras, otra vez

Sacrificio griego

Pensiones al caño

A

lexis Tsipras, primer ministro de Grecia, y su partido político Syriza llegaron al poder con la bandera del cambio económico radical y la promesa de abandonar la desastrosa austeridad tras años de humillación de la troika (Comisión Europea, Banco Central Europeo y Fondo Monetario Internacional). Los griegos creyeron en él, pero más tardó en llegar al cargo que en incumplir ostentosamente sus compromisos de campaña.

Una tras otra ha tirado al bote de la basura las promesas que hiciera a los helénicos para recuperar la dignidad, y no ha dejado de hundir a éstos y de acatar las instrucciones de la troika que tanto cuestionó, de tal suerte que aquello de abandonar la desastrosa austeridad y lograr un cambio económico radical no pasaron de ser meras frases propagandísticas.

La Jornada informa que entre lo más reciente, que no lo único, el Parlamento griego aprobó un controvertido nuevo paquete de austeridad con un aumento considerable de impuestos y reformas a las jubilaciones, exigido por los acreedores de la Unión Europea y el Fondo Monetario Internacional, en medio de protestas y enfrentamientos de manifestantes con la policía en Atenas y Tesalónica. Los sindicatos, que convocaron a dos días de huelga entre el viernes y sábado con la paralización del transporte público en esta capital y otras ciudades, y a la que se sumaron medios de prensa, radio y televisión, advirtieron que los recortes en las pensiones significan la muerte del sistema jubilatorio.

La medida se adoptó la víspera de una reunión este lunes en Bruselas de los ministros de Finanzas de la zona euro para evaluar las reformas realizadas por Atenas. Así, la mayoría gobernante de la izquierda Syriza y el partido soberanista Anel aprobó el paquete con el voto en contra de toda la oposición, incluida la derechista Nueva Democracia. Desde que comenzó la crisis financiera de Grecia, en 2010, las pensiones han sido recortadas 12 veces.

Entonces, los griegos endeudados hasta la coronilla, con el bienestar en el suelo, cada día más dependientes de las órdenes de la troika, pensiones raquíticas en vías de desaparición y un primer ministro que hace exactamente lo contrario de lo que les prometió. Muy a la mexicana, sin duda, pero lo peor del caso es que Tsipras y su partido Syriza aseguran que son de izquierda radical y trabajan en beneficio de los helénicos.

Como se ha mencionado en este espacio, en una primera etapa Tsipras se convirtió en primer ministro griego en enero del año pasado, y en su discurso de la victoria subrayó que “el pueblo me ha dado un mandato claro: dejar la desastrosa austeridad tras cinco años de humillación; el veredicto de nuestro pueblo significa que se acabó la troika”. Sin embargo, desde que llegó al puesto dobló las manos.

Con la batuta de la troika la crisis económica de Grecia lejos de resolverse ha empeorado, al igual que el nivel de bienestar de la población. El gobierno de Tsipras ha enfocado sus baterías a destrozar el ingreso de sus supuestos representados para atender milimétricamente las instrucciones de aquellos que en su campaña denunció como buitres con planes humillantes para los helénicos. Cuando llegó al poder contaba con suficiente apoyo ciudadano para sacar adelante al país sin las presiones y los chantajes de los referidos organismos. Pero en los hechos dobló las manos de inmediato.

Sin duda alguna el nuevo gobierno griego, el de Tsipras, tenía ante sí no sólo la oportunidad de reivindicar la soberanía helénica, sino la titánica tarea de reconstruir al país. Fácil no era, desde luego, pero resultó imposible ante la chaquetera decisión de alinearse a la troika y acatar todas sus indicaciones, aún a costa de reventar a la población, acción que tanto criticó durante su campaña electoral. En los hechos, pues, se instaló en el puesto para apretar aún más las tuercas y empobrecer aún más a los griegos.

El primer ministro todavía tuvo el detalle de presumir que la recién aprobada reforma pensionaria coloca al Estado del bienestar de nuevo en la buena dirección, sin reducir las pensiones principales, sin cortar ni un solo euro de la mayoría de los pensionistas y con una distribución más justa de la carga, ya que los incrementos (impositivos) afectan a las clases medias y altas; el IVA sube a 24 por ciento y se reduce la deducibilidad fiscal; el sistema necesitaba la reforma, porque era socialmente injusto; la reforma de las pensiones es crucial para evitar que el sistema colapse en unos años”. Y para evitar que ello suceda, de una vez le dio la puntilla y se quedó tan tranquilo.

Desde que en 2010 comenzó la ayuda de la Comisión Europea, el Banco Central Europeo y el Fondo Monetario Internacional para rescatar a la economía griega, las finanzas públicas, de por sí maltrechas, quedaron destrozadas, porque de siempre el único objetivo de tal ayuda ha sido garantizar el pago de la deuda helénica.

Para dar una idea, en el ranking mundial la economía griega se desplomó del escalón número 32 en 2010 (cuando se ubicaba sólo por debajo de la danesa) al peldaño número 45 en 2014 (apenas por arriba de la pakistaní), con un desplome anual promedio superior a 6 por ciento. Oficialmente (información del Banco Mundial) hasta ahora el costo de la crisis, medido en términos de producto interno bruto, ha sido superior a 60 mil millones de dólares, y contando, sin considerar los pagos realizados por concepto de servicio del débito.

Con la ayuda de la troika los griegos han visto cómo se desploma todo: valor de su economía (13 peldaños en caída libre), bienestar social, centros productivos, empleo, ingreso y poder adquisitivo, pero a pesar de todo ello Tsipras insiste en que vamos por el camino correcto (la frase se la vendieron los últimos seis inquilinos de Los Pinos, de Miguel de la Madrid a Enrique Peña Nieto).

¿Qué sigue en Grecia? Lo que ordene la troika, que para eso tiene al izquierdista radical Tsipras.

Las rebanadas del pastel

Oportuna aclaración: dice el inquilino de Los Pinos que México no se involucrará en la elección en Estados Unidos. Qué bueno que lo dice, porque los gringos ya se habían puesto nerviosos… Dicen los cancerberos de Emilio Azcárraga que no permitiremos que medios o individuos dañen la credibilidad de Televisa, aunque de más está el pronunciamiento, pues no hay ninguna necesidad de que ello suceda: con la sempiterna falta de ética de la propia empresa sobra… Un beso con su respectivo abrazo a todas las jechus… Y el dólar a 18.47 famélicos pesitos.

Twitter: @cafevega