Opinión
Ver día anteriorSábado 10 de septiembre de 2016Ver día siguienteEdiciones anteriores
Servicio Sindicado RSS
Dixio
 
Neofascismo universitario en Hidalgo
A

lgo malo está sucediendo en nuestro país cuando se entronizan rectores de ultraderecha en universidades públicas.

Estoy de acuerdo con que un extremismo contestatario como el que se esgrimió antaño en diversas casas de estudio no podía conducir a nada bueno. El espíritu crítico debe ser inherente a las casas de altos estudios, en especial cuando éstas se mantienen con el dinero del pueblo, pero su acción debe ser racional y, por ende, eficiente.

Pero lo que ocurre en universidades como la de Morelos y la de Hidalgo resulta en verdad grotesco. La alianza con la mitra morelense del rector de su universidad hace de ésta una verdadera caricatura.

Algo parecido estuvo a punto de ocurrir en la Universidad de Guadalajara hace unos nueve años, con el auspicio del gobernador más beato que ha habido en todo nuestro país, pero los grupos responsables de ella supieron defenderse y echar fuera al rector aquel.

Recientemente, hace un par de semanas, fue la Universidad hidalguense la que llenó de oprobio a la educación superior mexicana y, por supuesto, enlodó por encima de todo a su propio estudiantado, sin que éste, gracias a la fuerza bien orquestada de un grupo de guaruras, pudiera hacer nada para evitar la humillación.

Casi casi por la fuerza de las armas, justamente en la víspera de la inauguración de su incipiente Feria del Libro, el claustro de dicha institución concedió el grado de doctor honoris causa al tal José María Aznar, seguidor moderno del franquismo español; es decir, del fascismo que, no por ser de pandereta, dejó de resultar sumamente dañino y, además, no se cansó de cometer crímenes de lesa humanidad.

Durante su gobierno la regresión española fue mayúscula, pero en lo que se refiere a la cultura y a la educación superior, su régimen se caracterizó por su enorme animadversión. Lo mismo puede decirse de la educación laica que, en buena medida, gracias a él y a sus huestes, no ha hecho todavía su aparición en la España actual que de moderna tiene poco.

Premiar a un sujeto de tal ralea equivale a un reconocimiento de los principios contrarios a los de la educación pública superior mexicana que, tal parece, el gobierno de la hidalguense universidad se los pasa por el arco del triunfo.

Pero no bastó a dicha jerarquía académica el mencionado doctorado. Además tuvo la cara dura de conceder al tal Aznar el honor de inaugurar, protegido por un cinturón de acero, la Feria Internacional del Libro.

Dado el hecho de que no hubo mayor cobertura de prensa de tales desacatos, no fuimos muchos de los autores que teníamos alguna actividad programada en la feria y, en señal de airada protesta, nos negamos a hacernos presentes. ¡Ojalá hubieran sido más!, pero algunos de nuestros intelectuales de izquierda se preocupan más por un trabajito de fin de carrera que mal copió textos de buenos autores, que por una agresión de tal envergadura a la dignidad de nuestras universidades.

La premiación y acogida de Aznar, mutatis mutandis, de una proporción infinitamente menor, que corresponde a la baja estatura física y moral del sujeto, equivale al hecho de haber recibido al tal Trump. En cuanto a tales por cuales ambos personajes parejean.

Hacemos votos para que el nuevo gobernador de Hidalgo ponga las cosas en su lugar…