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La externalización de orquesta y coro, entre las claves del cambio

El Teatro Real, de irrelevante a pilar de la cultura en España

Subsiste con recursos propios: genera 70% de su presupuesto anual

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Fachada del Teatro Real de MadridFoto Javier del Real
Corresponsal
Periódico La Jornada
Lunes 12 de diciembre de 2016, p. 9

Madrid.

El Teatro Real de Madrid pasó de la irrelevancia de hace sólo una década a erigirse en uno de los tres pilares de la cultura en España, junto al Museo del Prado y el Centro de Arte Contemporáneo Reina Sofía.

El mayor escenario de ópera y difusión musical del país se ha convertido en un fenómeno a estudiar por gestores y agitadores culturales de Europa, en gran parte por la transformación dentro y fuera de su organización, que le ha permitido ocupar uno de los sitios de honor en los teatros de ópera de Europa y, al mismo tiempo, en uno de los poquísimos capaces de subsistir con sus propios recursos, al generar más de 70 por ciento de su presupuesto anual, el cual supera los mil 50 millones de pesos.

La historia del Teatro Real es un vaivén de acontecimientos. El próximo año se cumple el 200 aniversario de la colocación de la primera piedra para su fundación, en 1818, que permitió que 32 años después –lo que duró su construcción– se escuchara la primera ópera en su sala, La favorita, de Donizetti, en 1850.

Después vino una época de esplendor, interrumpida por la crisis de principios del siglo XX en Europa, agravada por la Primera Guerra Mundial, que llevó a su cierre en 1925. Su estado, ya calamitoso, empeoró con la guerra civil española (1936-1939) y la explosión de diversas bombas que fracturaron sus cimientos.

Crisis en 1998

Después de mucho tiempo en silencio, en 1998 se reabrieron las puertas del Teatro Real, con el propósito de convertirlo en uno de los centros de ópera de Europa y del mundo. Pero el proyecto nació torcido, no sólo porque no había un diseño estructural definido ni se tenía una política específica para su funcionamiento, sino también por la insoportable y permanente intromisión en su manejo interno de los gobiernos de turno, tanto los de derecha como los de izquierda, que querían influir en la programación, en la elección de los cantantes y hasta en las fechas de sus funciones.

Así lo confirmaron en un encuentro con corresponsales dos de las personas responsables del actual éxito del Teatro Real: su presidente, Gregorio Marañón, y su director gerente, Ignacio García Belenguer. Ambos coinciden en señalar que antes del año 2007, cuando no se habían redactado los nuevos estatutos que rigen la institución y que le permiten tener autonomía plena en sus decisiones, el Teatro Real era irrelevante.

Así, sin tapujos ni matices: Éramos irrelevantes y no pintábamos nada en el mundo de la ópera. No teníamos nada que hacer frente a otros teatros con los que hoy sí nos podemos comparar, como la Scala de Milán, el Covent Garden de Londres o la Ópera de París, explicó Marañón.

La intervención política era por igual con los gobiernos del Partido Popular (PP) que con los del Socialista Obrero Español (PSOE), reconoció el presidente, quien explicó que eso llevó a la redacción de nuevos estatutos que permitieron el florecimiento de otra etapa en el Teatro Real, gracias a la cual se ha convertido en uno de los centros de referencia de la ópera en el mundo y en la tercera institución de carácter cultural más importante de España.

La autonomía fue crucial para lograr esta nueva etapa de esplendor, que además les permitió elegir como director artístico, en 2010, a Gerard Mortier, uno de los grandes renovadores del género lírico contemporáneo, quien se encargó de sacudir definitivamente los cimientos más clásicos y apolillados del teatro.

Su muerte prematura, en 2014, no impidió que se siguiera trabajando en la misma línea, que ahora desarrolla su actual director, Joan Matabosch.

Modelo económico

Tanto García Belenguer como Marañón coinciden en señalar que otra de las claves del actual esplendor del Teatro Real es el modelo de gestión: la orquesta y el coro decidieron externalizarlo ante los numerosos problemas que tuvieron en la reapertura con algunos sindicatos, por establecer entre las exigencias de la continuidad de los músicos niveles mínimos de calidad.

Pero sin duda la clave más importante en los años recientes de grave crisis económica ha sido el modelo económico, que actualmente representa un hito en las instituciones culturales en España. Ninguna institución de este tamaño e importancia es capaz de autofinanciar más de 70 por ciento de su presupuesto anual, mientras las instituciones públicas le dotan 28 por ciento de ese dinero.

Un cambio que ha sido obligado por la severidad de la crisis, como demuestra el dato de que en 2009 la proporción entre público y autofinanciamiento era la inversa y más de 70 por ciento del presupuesto procedía del presupuesto público.

El dinero propio ha venido sobre todo del patrocinio de la iniciativa privada –han involucrado a más de 100 empresas–, venta de entradas, alquiler de producciones de otros géneros, renta de espacios, derechos audiovisuales, visitas guiadas y una nueva y renovada apuesta por las redes sociales para difundir las producciones del Teatro Real, como ha hecho a través de Facebook o de plataformas de emisión simultánea en varios países, entre ellos México.