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Cuatro conferencias del escritor, inéditas durante más de 60 años, se recogen en El tango

Al fin publican en México obra de Borges sobre un pensamiento triste que se baila
 
Periódico La Jornada
Viernes 27 de octubre de 2017, p. 5

Por más de 60 años inéditas y desconocidas, cuatro conferencias de Jorge Luis Borges ahora son publicadas por primera vez en México en el libro El tango, de Editorial Lumen; en ellas se muestra al escritor como disertador interesado en la cultura popular, con el tema que lo atrajo desde su juventud, al que llamaba un pensamiento triste que se baila.

El audio original de las conferencias se conservó en casetes, que recibió en 2002 el escritor vasco Bernardo Atxaga. Su autenticidad fue confirmada por Edwin Williamson, autor de Borges: una vida, y María Kodama, viuda del autor de El Aleph.

En esas ponencias se exploran los entresijos del mundo del tango desde sus comienzos en el Buenos Aires antiguo, así como a compadritos y patoteros, personajes violentos ligados a esa expresión cultural, en el libro, que fue publicado en Argentina el año pasado y ahora circula una edición mexicana.

“El tango procede de la milonga. Es decir, toda esa tristeza del tango es lo que ha llevado a gente a afirmar que el tango es ‘un pensamiento triste que se baila’, como si la música saliera del pensamiento y no de emociones, todo eso corresponde a un tango muy posterior”, explicaba el escritor.

Informe revelador de los bajos fondos bonaerenses

Jorge Luis Borges (Buenos Aires, 1899-Ginebra, 1986) desarrolló en 1929 una investigación sobre el poeta Evaristo Carriego, trabajo que se convirtió en un informe revelador sobre los bajos fondos bonaerenses. Hacia 1965, lo revivió en cuatro conferencias y mostró su conocimiento de los símbolos, mitos y la lírica de la música icónica de esa urbe.

El libro se refiere a la historia de Argentina, una de las colonias más pobres, más a trasmano, más suburbana, podríamos decir, del vasto imperio español, país poco conocido en el mundo fuera de dos palabras: dos palabras que pronunciadas en Edimburgo, en Estocolmo, en Praga, acaso en Tokio o en Samarkanda, se dicen cuando alguien menciona la República Argentina: esas palabras corresponden a un hombre y a una música (que es asimismo un baile). Ese hombre es el gaucho. Y el tango.

Borges consigna que el género no es marginal: “Si el tango hubiera sido un baile orillero, entonces el instrumento habría sido el que se oía en todos los almacenes de Buenos Aires(…) hubiera sido la guitarra. En cambio, la guitarra llega mucho después, o no llega. Tenemos las casas de mala vida y tenemos instrumentos como el piano, la flauta, el violín, que no son populares, y que corresponden a medios económicos superiores a los del compadrito y su conventillo”.

Y destaca: El pueblo no inventa el tango, el pueblo no impone el tango a la gente bien. Ocurre exactamente lo contrario: el tango tiene esa raíz infame que hemos visto. Y luego los niños bien, patoteros, que eran gente de armas llevar, o de puños llevar, porque fueron los primeros boxeadores del país, lo llevaron a París. Y cuando el baile fue aprobado y adecentado en París, entonces el barrio Norte, digamos, lo impuso a la ciudad de Buenos aires, que ahora lo acepta.

Aborda de pasada la violencia de una Buenos Aires, donde incluso hay reglas para matarse, entre guapos (se diría sicarios, si no usaran principalmente cuchillos) y patoteros. Historias de bajo fondo y de la bravura de otra época, vinculados con la esencia del tango.

“Esos hombres crearon lo que yo he llamado en algún poema ‘la secta del cuchillo y del coraje’. Es decir, se propusieron (sin lograrlo siempre desde luego, puesto que entre los valientes habrá habido también fanfarrones y cobardes), se propusieron como ideal el de ser valientes; crearon, a su modo, una religión.”