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México SA

EPN: cierre tétrico

Economía famélica

TLCAN se va, se va

M

al y de malas, el sexenio peñanietista cerraría su círculo como empezó: con una de las tasas de crecimiento económico más bajas de los pasados 35 años, o lo que es lo mismo del periodo de gobiernos neoliberales, el cual, dicho sea de paso, tampoco se ha caracterizado por cotas muy elevadas ni resultados envidiables. Por el contrario.

Resulta que en uno de sus ejercicios regulares (su reporte anual sobre los países que integran el organismo, en ese caso México, con base en la consulta del artículo IV), el Fondo Monetario Internacional (FMI) advirtió que en 2017 el crecimiento mexicano no pasará de 2.1 por ciento, si bien va, y que en 2018 la economía se desaceleraría a 1.9 por ciento, pronóstico que rompe con la siempre alegre versión de la Secretaría de Hacienda, especialmente ahora que en esa dependencia se truenan los dedos en espera del destape de su jefe, José Antonio Meade.

De acuerdo con el FMI, la economía mexicana crecerá 2.1 por ciento en 2017, con el consumo privado como el principal motor de la actividad, respaldado por las exportaciones manufactureras, mientras que la inversión se ha mantenido débil, en medio de incertidumbre, sobre el futuro de las relaciones comerciales de México con Estados Unidos. El crecimiento se desacelerará en 2018 antes de que retome velocidad, a medida que se resuelva la incertidumbre. La inflación general anual se ha acelerado a más de 6 por ciento, lo cual refleja principalmente la reciente liberalización de los precios de la gasolina (léase el megagasolinazo de Meade).

Entonces, de ser correcto el pronóstico del organismo financiero internacional, con Peña Nieto en Los Pinos la economía mexicana habrá crecido a una tasa anual promedio de 2 por ciento, con lo que compartiría la medalla de plata con el sexenio de Felipe Calderón, es decir, esos dos sexenios serían los de peores resultados económicos en el circuito neoliberal, sólo después del de Miguel de la Madrid, cuando tal promedio a duras penas llegó a 0.34 por ciento.

Con Peña Nieto en la residencia oficial, en el primer año de gobierno la economía reportó una tasa de crecimiento de 1.1 por ciento, y la estimación del FMI apunta a que en el sexto y último –2018– no pasaría de 1.9 por ciento, con el agravante de que tan raquítico resultado no es producto de la crisis del pasado que arrasaba. Por el contrario, ahora se presume que se transita por el camino correcto, con estabilidad y finanzas públicas sanas. El hecho, sin embargo, es que la economía no levanta.

En el balance, para un primer año de gobierno en la época neoliberal las peores tasas de crecimiento económico las registraron Miguel de la Madrid (1983: -3.49 por ciento), Ernesto Zedillo (1995: -6.22 por ciento), Vicente Fox (2001: -0.3 por ciento) y Enrique Peña Nieto (2013: 1.1 por ciento). Tanto el de la renovación moral como el del bienestar para la familia (tales fueron sus frases de campaña) tendrían pretexto para intentar justificar tan raquíticos resultados, pues debieron enfrentar descomunales crisis, algo que ni de lejos (versión oficial) padecieron los otros dos (el del cambio y el del mover a México) cuando se aposentaron en Los Pinos. Y para el sexto año de gobierno el peor registro fue el de Miguel de la Madrid (1988: 1.28 por ciento) y –todo apunta– Enrique Peña Nieto (2018: 1.9 por ciento).

Por cierto, en tiempos pre modernos la peor tasa de crecimiento económico en el primer año de gobierno se registró con Adolfo Ruiz Cortines (1953: 0.32 por ciento), y en el sexto año con José López Portillo (1982: -0.52 por ciento). Aun así, el veracruzano reportó una tasa anual promedio de 6.41 por ciento y el último Presidente de la Revolución, como se autodenominó JLP, de 6.55 por ciento, proporciones desde entonces no registradas por la muy reformada economía mexicana.

No hay que dejar a un lado que en pleno cabildeo para promover el paquete de reformas que los mexicanos quieren (Peña Nieto dixit), el inquilino de Los Pinos aseguró que, de aprobarse –como sucedió– tales reformas aportarían un crecimiento adicional de dos puntos porcentuales, de tal suerte que con ese empujón la economía mexicana avanzaría 5 por ciento anual en el último tercio de su mandato. Obviamente no fue así, y tal promesa no trascendió el discurso.

Entonces, si los años previos fueron por demás difíciles, 2018 pinta color de hormiga, porque se vislumbra un paquete nada apetecible: sepelio del Tratado de Libre Comercio de América del Norte, con su respectivo impacto económico; complicadísimo y ríspido proceso electoral, que desde ya es percibido como el más sucio entre los sucios; una economía desinflada, en vías de empeorar, y lo que se acumule.

Así es. Pero aún hay perspectivas más drásticas. Cómo estará el ambiente que hasta los grandes amigos (desde luego que la amistad del grupo español depende del monto de utilidades, y éste es descomunal) del inquilino de Los Pinos, los muchachos de BBVA-Bancomer, ven bastante oscuro el panorama económico del país para el próximo año, pues estiman una reducción de entre 0.5 y 0.8 puntos porcentuales en el producto interno bruto de México si se rompe el Tratado de Libre Comercio de América del Norte (La Jornada, Susana González).

Con tal escenario a la vista, la economía nacional crecería apenas entre 1.2 y 1.5 por ciento en lugar de 2.1 o 2.2 por ciento que el corporativo tiene previsto para este año y el siguiente. Más que el comercio, la inversión bruta sería la más afectada, pues caería entre 2 y 4 por ciento. Sin embargo, después de la patada llegó el ungüento, aunque sea de mentiritas: El escenario base del grupo financiero es que el TLCAN se mantenga o se renegocie, pues considera más improbable que Estados Unidos se salga del mismo.

Con todo, la Secretaría de Hacienda no pierde la esperanza (especialmente que Meade sea destapado), pues ante el negro panorama del FMI y el aderezo del BBVA-Bancomer aseguró que México tiene mucha fortaleza macroeconómica y hay muy buenas señales en la demanda interna y la recuperación de la demanda externa. Este año las finanzas públicas van a cumplir con el compromiso de consolidación fiscal, superávit primario y el decremento en los requerimientos financieros del sector público.

Las rebanadas del pastel

El aprendiz Luis Videgaray insiste en que para México no es el fin del mundo si el salvaje de la Casa Blanca arrasa con el TLCAN. ¿En serio? Y el dólar, a 19.60 pesitos.

Twitter: @cafevega