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Giacometti: muestra histórica
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La Forêt, 1950, bronce, 57 x 61 x 47.3 centímetros. Fundación Giacometti, París © Succession Alberto Giacometti (Fundación Giacometti, París + ADAGP, París) 2018.Foto tomada de la página de Internet del Museo Maillol
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na exposición excepcional se ha abierto este viernes en París. En el museo Maillol, la fundación Giacometti expone 50 esculturas del creador, al lado de otras 25 de artistas como Rodin, Bourdelle, Maillol, Despiau, Brancusi o Richier, con el fin de situar en perspectiva un apasionante diálogo entre creadores que son el mejor testimonio del espíritu creativo de una época tan audaz como rica.

Una de las principales cualidades de esta exposición se debe a la singularidad de los orígenes de estas obras provenientes de artistas diversos, venidos de países diferentes. De Suiza-Italia el propio Alberto Giacometti, de Rumania Brancusi, de Francia muchos otros. Así, se trata también de un diálogo entre todo el continente europeo lo que se exhibe en el museo Maillol. Hoy, cuestión más actual que nunca. ¿Europa es una simple empresa financiera y comercial, un gran mercado de 500 millones de consumidores, o bien es una Historia y una Geografía común a todos estos habitantes que comparten una misma cultura y una misma civilización? Los artistas y los creadores son acaso la expresión de esta identidad enigmática que obsesiona el espíritu de cada europeo, cada uno de los cuales no cesa de preguntarse qué quiere decir: ser europeo. Cabe recordar a De Gaulle, quien se burlaba de los europeístas, imitando su postura de fanáticos, saltando sobre su sillón como cabritos y gritando: ¡Europa! ¡Europa!, sin siquiera comprender lo que esta palabra quería decir exactamente. Hoy, el mismo drama continúa y va a jugarse con pasión en las próximas elecciones europeas, entre quienes militan por la unión europea y quienes son partidarios de la independencia y soberanía de las naciones.

Estas reflexiones parecen alejarnos del tema de la exposición Giacometti en el museo Maillol, consagrada a las esculturas del artista, aparentemente sin relación con los combates políticos. Sin embargo, más allá de las apariencia, se comprende poco a poco que los artistas y verdaderos creadores, cuando poseen genio o talento, son los mejores agentes de comunicación entre los pueblos, del intercambio, del diálogo, y, finalmente, de la comprensión recíproca, sin duda mejor y más benéfica que la guerra.

Alberto Giacometti, escultor y pintor suizo, nacido en Borgonovo, Val Bregaglia, el 10 de octubre de 1901, y fallecido en Coire, el 11 de enero de 1966, fue el mayor de cuatro hijos. Su padre era pintor. Las primeras obras de Alberto siguieron el estilo posimpresionista paternal. Estudió en la Escuela de Bellas-Artes de Génova y llegó a París en enero de 1922. Frecuentó el taller de Bourdelle en la Academia de la Grande Chaumière en Montparnasse. Descubrió el cubismo, el arte africano, el arte estatuario griego. Se adhirió al grupo surrealista en 1931, y expuso al lado de Miró y Arp. Frecuentó a Tzara, Crevel, Aragón, Breton, Dalí, Masson. Fue excluido del grupo surrealista en 1935; guardó su amistad con Leiris y Limbour. En 1947, nuevas esculturas. Nació el primer Homme qui marche. En 1948, Sartre firmó el prefacio de su primera muestra en Nueva York. En 1957, Genet escribió L’Atelier d’Alberto Giacometti.

El carácter más universalmente conocido del estilo Giacometti es el aspecto filiforme de sus esculturas. Los volúmenes carnales de las creaturas de Rodin desparecen. Representa sombras, fantasmas, apariciones fugitivas. Brancusi también había hecho desaparecer las densas carnes de la escultura clásica y de Rodin. Cuando esculpe un pájaro, no muestra el pico, ni las plumas, ni las alas, inventa y cuando se mira esta forma, este objeto esculpido, se es atrapado por la evidencia: la escultura se eleva en los aires, es un pájaro. En la misma forma, L’homme qui marche de Giacometti no es una simple estatua con las piernas separadas, pues su figura encarna en forma exacta el sentido mismo contenido en la experiencia del caminante. Los verdaderos creadores logran descubrir y revelar el secreto de nuestros actos.