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Infancia y Sociedad

Derecho a la educación II

S

obre Infancia y Moral. He aquí una lista de asuntos inmorales para transformar a México: a) niños con hambre y sin escuela; b) trabajo infantil; c) obesidad y diabetes precoces por alimentación chatarra; d) contraste entre presupuestos para partidos políticos e infantes en pobreza; e) toda violencia contra menores y f) ceguera que impide asumir que educación y nutrición son base para la igualdad y la democracia social.

Así como el lenguaje no es hereditario y un individuo al nacer está apto para aprender a hablar en alemán, en ruso o en español, según el entorno lingüístico de su crianza, igualmente el pensamiento lógico y los valores no se heredan. Se aprenden.

Somos seres de aprendizaje: nacemos más incompletos y vulnerables que cualquier animal, pero también con una capacidad de aprendizaje infinitamente superior; aunque esa facultad se desperdicia si no hay oportunidades.

En otras palabras: arribamos al mundo con capacidad de hablar, pero sin idioma; con la facultad de pensar, pero sin conceptos y con sensibilidad para amar y de ser buenos, pero sin valores.

Por todo lo anterior, el derecho a la educación debe entenderse como el que tiene todo individuo de estar situado tempranamente y durante toda su formación en un ambiente escolar y cultural que lo induzcan y estimulen para desarrollar lenguaje verbal, pensamiento lógico y madurez emocional, los que han de darle la posibilidad de aprender a pensar, a hacer y sobre todo a ser.

Entre más joven más hambre y capacidad tiene de aprendizaje. Por eso los niños asimilan con gran facilidad idiomas y música, por ejemplo. Así que respetar y cumplir el derecho a la educación implica evitar que el tiempo de infancia se desperdicie y sí, en cambio, multiplicar las oportunidades.

Hace más de cuatro décadas que al jardín de niños se le llamó en Francia el igualador de oportunidades, pues se estudió que hay una importante diferencia de desarrollo mental entre quienes han recibido o no una educación prescolar, la única que no puede cursarse después de esa edad para recibir sus beneficios. Eso recuerda la atinada frase de la Premio Nobel de Chile, Gabriela Mistral, quien preocupada por los niños escribió: Su nombre es Hoy.