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Artista fomenta la acción política en los jóvenes
 
Periódico La Jornada
Viernes 4 de enero de 2019, p. 4

El Puente Octavio Paz de Cuajimalpa, la residencia del ex presidente Luis Echeverría y el trayecto desde el Auditorio Nacional hasta el Monumento a la Madre, sobre Paseo de la Reforma, fueron los espacios públicos elegidos para las intervenciones artísticas y de acción social que realizó el creador Ángel Hernández con la finalidad de generar entre los jóvenes una plataforma de acción política.

En colaboración con la Universidad Autónoma Metropolitana (UAM), unidad Cuajimalpa, el proyecto La soledad de los vencidos sirvió también para conmemorar el 50 aniversario del movimiento estudiantil de 1968.

Para Hernández, el arte es una forma de resistencia y con este proyecto percibió que tales acciones públicas (manifiestos) tienen “una estructura de teatralidad impresionante, por lo que el teatro debe tomar las armas de la acción política y reformarse a partir de episodios temporales.

Volver al teatro salvaje

El arte escénico tendría que proponerse reflexionar sobre estos modelos de acción y recuperar esta naturalidad de teatro salvaje para el que fue creado y generar un foro de diálogo, de cuestionamientos.

El proyecto, realizado a través de la Comisión de Proyectos Especiales, el Laboratorio Resonancias y el Colectivo Nadie, consistió en una serie de recorridos con intervenciones en distintos puntos de Ciudad de México. Planteó un nuevo significado a las temáticas de la historia del movimiento estudiantil de 1968 y mostró cómo se generan nuevos movimientos.

Ángel Hernández, coordinador de La soledad de los vencidos, explicó en entrevista que el título invita a reflexionar sobre el fracaso para generar movimientos importantes.

Los recorridos se realizaron a bordo de un autobús que ha participado en varias marchas y cuenta con altavoces y una escalera para subir al techo del mismo y dirigirse a la gente.

Manual ciudadano

El resultado fue una serie de reflexiones que se sumaron a una bitácora de los recorridos cuya intención es convertirla más que en una memoria en un manual ciudadano para la generación de acciones no sólo políticas, sino también que tengan significado para los pasajeros.

El tercer circuito realizado en Paseo de la Reforma fue el más subversivo, porque giró en torno a la criminilización de la juventud y al lugar que ocupa el amor en los manifiestos, específicamente sobre la memoria de las marchas y las manifestaciones.

El coordinador del proyecto observó que en los recorridos había reticencia entre los participantes para generar manifiestos públicos, que es un derecho.

Parece que el espacio público ha sido secuestrado casi de una manera invisible y el sistema que opera estos espacios le deja al ciudadano una parte mínima de su libertad por habitarlo, por descubrirlo y transformarlo.

Hernández consideró que existe un alejamiento de los jóvenes de la herencia de las luchas sociales: Me sorprende que un estudiante no tenga las reglas operativas claras de una manifestación, de una marcha, que desconozca las consecuencias en el momento de expresar un mensaje en un espacio público de la ciudad, además de que no está informado de la posibilidad de realizar estas acciones.