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El estante de lo insólito

Edgar Allan Poe: creador de géneros

Poe se creía poeta, sólo poeta, pero las circunstancias lo llevaron a escribir cuentos, y esos cuentos a cuya escritura se resignó y debió encarar como tareas ocasionales, son su inmortalidad (…) pertenece a lo intemporal y a lo eterno, por algún verso y por muchas páginas incomparables. Jorge Luis Borges

I

nventó la novela detectivesca, fue precursor de la ciencia ficción y el periodismo, revolucionó la literatura de fantasía y horror, convirtiéndose así en el más moderno de sus contemporáneos, dueño de un lenguaje que flota siempre en la erudición del historiador, con la cadencia rítmica del poeta, con el atrevimiento del aventurero, con el alma llena de incertidumbres fantasmas sombríos y neurosis veladas, fue uno de los talentos más inconmensurables de cualquier época.

El escritor nació en 1809 en la ciudad de Boston, Massasachusetts, pero sus padres, ambulantes de la actuación que se cambia por monedas, lo abandonaron pronto. No hubo falta de amor, sino alcoholismo paterno y enfermedad materna. Murieron cuando el pequeño apenas podía acordonar su calzado. Adoptado, protegido y también presionado por el padrastro, Edgar obtuvo algo bueno: la familia viajaba y él pasó por Escocia e Inglaterra. Aprendió latín, historia, literatura y francés. De regreso a Estados Unidos, estaba preparado para la Universidad de Virginia, pero no para el amor, su gran vacío. Expulsado de la universidad, fracasado como aspirante a militar en West Point, sin dinero (también sería desheredado) y encandilado con el trago y los juegos de apuesta, se asentó en Baltimore. Vendía relatos, tomaba cierto vuelo de notoriedad, se casó con la adolescente Virginia quien era además su prima, hija de su querida tía Clemm, hermana de su padre. Pero la joven esposa también se iría pronto, como el recuerdo de sus padres y la esperanza de una felicidad futura. No hay erotismo en su prosa, porque no hubo lujuria en su crónica personal. Fue destino agrio que sólo filtró a alivios en la tinta reunida para que la imprenta escupiera el fuego ígneo de su creatividad. Escribía para ser y después para no morir. Es Edgar Allan Poe.

Dame un tema y te entregaré un clásico

¿Qué tenía un autor al que admiran, estudian y heredan en muy distintas formas Baudelaire, H. P. Lovecraft, Julio Cortázar, Stephen King o William Faulkner? El escritor fue ante todo un observador de laboratorio. Tenía una cierta técnica enciclopédica que se aprecia en el análisis objetivo, no en la concentración de datos. Procuraba entender, para después, con la solidez de lo básico en la mano, poder descomponer la naturaleza de lo existente y convertirlo en otra cosa; en algo más misterioso, interesante, horrorífico.

En Los Crímenes de la calle Morgue, Poe define: “Lo que se debe saber es qué observar (…) entre el ingenio y la capacidad de análisis existe una diferencia mucho mayor que la que existe entre la fantasía y la imaginación, pero de naturaleza estrictamente análoga. En realidad, puede observarse que los ingeniosos son siempre imaginativos y los verdaderamente imaginativos son siempre analistas”. Así, Allan Poe urdió desde el análisis más estricto su forma de contar y también de entender, claro en los ensayos La filosofía de la composición y El principio poético; en el primero formulando el llamado de lo conciso, con los relatos breves que son de cálculos exactos; y en el segundo perpetrando la visión de bayoneta sobre la poesía contemporánea de su tiempo. Escribió además una pieza particular: El jugador de ajedrez de Maelzel (editado comúnmente como The Chess Player), sobre el famoso autómata El Turco de Von Kempelen, máquina jugadora de ajedrez con representante humanoide de madera. El analista Allan Poe exhibía las condiciones de la pieza sobre distancias, alturas, profundidad, materiales, condiciones de luz en la presentación de la máquina, movimientos del autómata, parpadeos… Poe podía advertir la condición técnica de algo que otros medían como magia negra. Del mismo modo componía su filosofía literaria, poema, cuento, ensayo y novela: una estilizada forma de construcción con un mundo existencial de fondo, para no ser una deslumbrante máquina vacía que desplaza piezas en un tablero para los crédulos.

La cámara que interpreta

Es labor de cineteca compendiar todas las referencias en pantalla sobre la obra (basada o inspirada en…) de Poe, pero comentamos algunas de las fundamentales. Hay que empezar por David W. Griffith, el hombre que inventó el lenguaje moderno del cine (Intolerancia y El nacimiento de una nación siguen siendo base para la enseñanza del lenguaje fílmico), quien adaptó los cuentos El pozo y el péndulo y El corazón delator, además del poema Annabel Lee, para su largometraje silente de 1914 The Avenging Conscience, con estupendo protagónico de Henry B. Wahthall. Sobre la misma base, es muy inquietante el cortometraje animado de 1953 The Tell-Tale Heart, dirigido por Ted Parmelee, adaptado del relato original por Bill Scott y Fred Grabi, y producido por Columbia Pictures, se trata de un bello trabajo artísticamente elaborado con yuxtaposición de imágenes en perspectivas poco comuúnes, y con tres elementos extraordinarios: el diseño del personaje anciano y su ojo; la inquietante música de Boris Kremenliev, y la narración de James Mason. Con cientos de adaptaciones y referencias (es muy popular el segmento de homenaje que se hizo en un capítulo de Los Simpson), El corazón Delator sigue siendo uno de los relatos más populares y admirados de Poe.

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▲ Ilustración Manjarrez / @Flores Manjarrez

La caída de la casa Usher tuvo una versión muy destacada en 1928, en un largometraje que dirigió Jean Epstein y Luis Buñuel adaptó para la pantalla. El cineasta Robert Florey hizo Los crímenes de la calle Morgue en 1932, reuniendo a los célebres Drácula y Frankenstein de Hammer Films, es decir, Bela Lugosi y Boris Karloff. Hay varias adaptaciones de El cuervo, algunas memorables, como la que en 1934 reunió de nueva cuenta a Lugosi y Karloff en la versión realizada por Lew Landers y con adaptación argumental de David Boehm. Lon Chaney estelarizó El fantasma de la ópera, primera adaptación fílmica de la novela de Gaston Leroux en 1925, la película incluía una gran secuencia de baile de disfraces inspirada en La máscara de la muerte roja. Con buena dirección de Rupert Julian, se ve descender a Lon Chaney con la misma majestuosidad siniestra que relata Poe:…hubo muchos miembros de la multitud que pudieron advertir la presencia de una figura enmascarada que hasta el momento no había llamado la atención. Y al correr en un susurro la noticia de esta nueva presencia, surgió al final un rumor de desaprobación y sorpresa, y, luego, de terror, de horror, de repugnancia”. Roger Corman adaptó varias veces material de Edgar para sus producciones, destacan La caída de la casa Usher (1960), y por supuesto La máscara de la muerte roja (1964), ambas con el legendario Vincent Price.

John Cusack interpreta al escritor en la controvertida The Raven (James McTeigue, 2008), donde un asesino serial perpetra los crímenes inspirado en los relatos del escritor, lo que lo involucra en la investigación policiaca. Establecida en el último periodo de vida de Poe, sugiere también una posible razón de su muerte. Poe como lanzado hombre de acción no encantó a los fanáticos, pese a que el filme tiene elementos artísticos interesantes. Ver a Poe en carne de un actor se vio por primera vez en la película de Harry Lachman Los amores de Edgar Allan Poe (1942), una biografía con Shepperd Strudwick interpretando al autor. Se pudo ver a un Edgar Allan Poe en versión de droide cibernético/holograma/compuesto digital tridimensional en la serie de ciencia ficción, Altered Carbone (2018), basada en el relato literario de Richard Morgan). Poe es un hotel en el que el personaje que da nombre a la estancia recibe e instruye a los visitantes, en una muy buena interpretación de Chris Conner.

Retrato hablado

Muchos han dibujado su obra para cientos de ediciones. El extraordinario artista gráfico Richard Corben hizo su versión de los horrores de Edgar Allan Poe y H.P. Lovecraft para la novela gráfica Haunt of Horror. Esta joya incluye las versiones literarias de los autores (18 en total), además de la visión historietística de Corben de varios de sus trabajos clásicos. La interpretación de Corben (algunos con colaboración argumental de Rick Margopoulus) es extraordinaria, muchas veces con detalles que hacen aún más tenebroso el ambiente de personajes y situaciones, especialmente en los poemas El cuervo y La durmiente; y los relatos, El corazón delator y Berenice. El magnífico artista francés Gustave Doré trazó una de las interpretaciones más celebradas del poema de Poe, mientras que la increíble edición EDGAR ALLAN POE. Selected poems & Tales (Edit Barnes & Noble Books), presenta ilustraciones formidables de Mark Summers, con un gran prólogo de Neil Gainman, uno de sus herederos, quien afirma que hay que leerlo En voz alta.

La fotografía de sus demonios

Poe aparece en la parte superior de los personajes que acompañan a The Beatles en la portada del clásico álbum Sgt. Pepper’s Lonely Hearts Club Band. Su foto no incluyó retoques o coloración especial. Es el escritor conocido por todos con esa mirada entre penetrante y triste. Para algunos profunda, para otros difusa, como el reflejo de que los tiempos perdidos estaban por terminar, es una fotografía que se logró cerca de que dejara el mundo. Un daguerrotipo de 1848 autoría de W. S. Hartshorn que ha otorgado la imagen perpetua del hombre Allan Poe, como su propio símbolo.

El equipo de la NFL Baltimore Ravens, es decir, Cuervos de Baltimore, se llama así como homenaje al creador del gran poema The Raven que acompaña la inspiración de tantos artistas en el mundo. Si bien no era un nativo de esa ciudad, el escritor vivió parte de su vida en Baltimore y ahí fue sepultado. Un rectánculo de cien yardas no parece terreno para los golpes narrativos del genio, pero cualquier superficie ha sido tocada por su legado. La narración de Las aventuras de Arthur Gordon Pym, o los contenidos en Narraciones Extraordinarias “Barril de amontillado, El entierro prematuro, La verdad del caso del señor Valdemar…”, o poemas como Espíritu de los muertos, son la línea de anormalidad provisoria por la que el lector entra como pisando la cuerda floja en la que una mala postura (lectura) podría abismarlo.