Opinión
Ver día anteriorMartes 26 de marzo de 2019Ver día siguienteEdiciones anteriores
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La congruencia
N

o todo tiene que ir a la carrera. Alto, respiremos y discutamos con serenidad. No es cualquier cosa: es la educación. Siempre los debates sobre la educación lo son sobre el futuro del país: nada menos. Los inconformes con el actual proyecto de reforma al artículo 3º de la Constitución suman a numerosos interesados; muchos de ellos lo son personal y colectivamente: profesores de ideas diversas.

El presidente Andrés Manuel López Obrador tiene su personal definición de honestidad. Ser honesto es ser honrado y congruente: Actuar como se piensa, eso es la honestidad, ser congruente. El Presidente ha dicho muchas veces que de la reforma educativa de Peña Nieto no quedaría ni una coma. Pero quedan muchos asuntos, más allá de las comas, en el proyecto que se debate: definiciones e ideas provenientes del mundo empresarial: definiciones e ideas neoliberales.

El Presidente ya abolió el neoliberalismo. Desafortunadamente, eso no es posible. Ni con el más solemne de los bandos presidenciales puede abolirse el neoliberalismo, porque su núcleo duro es estructural. Para ir aboliéndolo no basta con asumir políticas alejadas del neoliberalismo, como se está intentando; es necesario transformar la estructura productiva, y enmendar de fondo instituciones y leyes que han favorecido a la mafia del poder: a nuestro uno por ciento. El neoliberalismo es una ideología ubicua: identifíquese pormenorizadamente toda idea y formulación que huela tan mal, en el actual 3º constitucional, y sea abolido.

Los diputados y senadores de Morena nos deben una seria rectificación al 3º constitucional; para ser honestos (congruentes) es inexcusable sacar de ahí toda huella neoliberal. El rumbo de la educación la demanda con vehemencia.

La ubicuidad del neoliberalismo, su omnipresencia, es la causa de su anonimato: nadie lo percibe en su día a día, pocos saben acerca de él, pocos pueden evitar no repetir como propio, alguno de sus (des)propósitos; la gigantesca telaraña de sus principios atrapa literalmente a todo mundo. Varias generaciones de todos los países han sido formadas bajo ese canon inverosímil. Son de estirpe neoliberal, sin saberlo. Y lo han hecho por la gran vía de la educación, entre otros caminos.

AMLO sueña con dejar un legado de larga vida a la posteridad. Difícilmente hay uno más hondamente significativo que la educación. Piénselo, Presidente, a fondo. No se trata esta vez de una negociación entre fuerzas políticas diversas con la participación de las organizaciones de la sociedad civil: en esta materia, si el neoliberalismo ha de ser rechazado, no puede, sin más, ser incorporado en la mesa de debates. Mexicanos Primero es una organización que se piensa a sí misma como la dueña de la mayor expertiz en materia educativa, pero es dueña, en realidad, de opiniones provenientes de un conjunto de personas formadas educativamente, y reforzadas en su vida profesional, como neoliberales. Sus tesis deben ser combatidas a fondo. De otro modo, las ideas neoliberales se colarán irremediablemente hasta el último rincón del artículo 3º de la Constitución.

Todo lo que limite la competencia entre las personas es, para los neoliberales, contrario a la libertad. Es preciso rebajar impuestos, abolir controles y privatizarlo todo, incluidos los servicios públicos, tal como ha ocurrido en México. Los sindicatos obreros y las negociaciones colectivas no hacen sino distorsionar los mercados que, por sí solos, de modo natural crean una jerarquía entre winners y losers que obedecen a la recompensa al esfuerzo de cada quien, y esto es benéfico para todos. Los privilegios de los ricos, lo creen ellos mismos, es producto de sus méritos, de donde resulta que los pobres lo son por su culpa: no han invertido en el capital social necesario. Mientras no lo hagan, quedarán marginados por su propia decisión.

Me siento más cerca de una dictadura neoliberal que de un gobierno democrático sin liberalismo, dijo Friedrich Hayek en una visita al Chile de Pinochet (cita tomada del colaborador de The Guardian George Monbiot Neoliberalism: The Ideology at the Root of All Our Problems). Por supuesto, la idea de crear una sociedad equitativa es contraproducente y moralmente desastrosa. El dogma según el cual el mercado da a cada uno lo que se merece, es profundo como los dogmas de fe.

En todo sitio, el neoliberalismo construye sus espacios con total libertad, como que han contado con el poder político y el poder económico. Y el dictum neoliberal manda privatizarlo todo. Pero en México no privatizarán la educación. ¿Alguien cree que los capitanes de industria mexicanos pueden hacerse cargo de 14.4 millones de alumnos y más de 570 mil profesores sólo en la escuela primaria? Eso no ocurrirá. Pero sí que pueden adueñarse del cerebro de todos ellos. ¿Es esto lo que queremos que ocurra?

La congruencia aconseja al Estado mexicano dar una batalla a fondo por la educación de los niños y los jóvenes mexicanos; el futuro de México pide desterrar al neoliberalismo.