Sociedad y Justicia
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Crece proyecto de clases gratuitas en plazas de Río de Janeiro
 
Periódico La Jornada
Viernes 5 de julio de 2019, p. 32

Río De Janeiro. A partir de ahora, consigues leer por ti misma todos estos nombres, pronuncia pausadamente y en voz alta Edna Pinheiro, acompañando con su dedo índice la frase que acaba de escribir.

A los 86 años y a pesar de trabajar en una biblioteca, a duras penas sabe leer. Pero con el proyecto Adopte un Alumno, que ofrece clases particulares gratuitas en plazas públicas de Río de Janeiro, ella afirma por primera vez estar “aprendiendo algo.

Nunca es demasiado tarde. Voy a estudiar mientras puedo, porque de a poco vamos perdiendo la visión y nos convertimos en viejitas que no saben leer ni hacer nada, afirmó en el corazón del barrio de Botafogo.

Edna comparte la plaza con gente de su edad, pero también con escolares o estudiantes de secundaria que aprenden matemáticas, inglés, biología y física, reunidos en grupos de máximo tres personas y supervisados por enseñantes.

Todo comenzó por iniciativa del ingeniero Silverio Morón, de 64 años, quien después de mucho tiempo dando clases particulares en escuelas privadas decidió compartir su conocimiento con aquellos que no podían pagarlo.

Aclaro dudas de matemáticas y física (gratis), decía la hoja que colgó en marzo de 2018 en un mesa de cemento de la plaza Mauro Duarte en Botafogo.

El primer alumno tardó varios días en aparecer. Pero una vez que lo hizo, y gracias a una foto que se volvió viral en las redes, rápidamente se sumaron decenas de estudiantes en busca de apoyo y de profesores voluntarios.

El bajo nivel de la educación trae consigo un alto índice de desempleo y violencia, afirma Morón, hombre alto y risueño que ya apareció en varios canales de televisión y periódicos locales.

En un año y tres meses expandió su proyecto a los barrios de Flamengo, Copacabana y Grajaú y registró casi 300 alumnos, cifra que incluye a quienes acudieron una sola vez a despejar una duda o aquellos que asisten regularmente para mejorar el desempeño escolar.

Como Camila Ribeiro, de 11 años. Se quebró el brazo izquierdo, con el que escribe. Estuvo enyesada 60 días y en el primer bimestre sus calificaciones fueron insuficientes, contó su madre, Marta Ribeiro. Tras un mes de apoyo en portugués y matemáticas, su hija mejoró mucho, asegura.

Adultos aprendiendo a leer

Brasil todavía tiene 11.3 millones de personas mayores de 15 años que no saben leer ni escribir, una tasa de analfabetismo de 6.8 por ciento, de acuerdo con el Instituto Brasileño de Geografía y Estadística.

María do Jesús Rangel, de 77 años, formó parte de ese grupo durante mucho tiempo, hasta que fue adoptada por una de las profesoras del proyecto. Estoy asistiendo a clases de alfabetización porque en mi infancia no tuve esa oportunidad (...) En mi época los padres no mandaban a sus hijos a la escuela. Era muy difícil para quien trabajaba en el campo. La mentalidad era que la mujer debía cuidar la casa y los hombres trabajar la tierra, cuenta mientras completa una de sus tres clases semanales.

Tengo dos hijos graduados (en la universidad), ahora es mi turno, asegura.