Opinión
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Haciendo memoria
C

uentan algunos que saben contar, que en el año 2000, 11% del producto interno bruto mexicano se iba en nómina burocrática…

Ya entonces se consideraba ligeramente alto. Las normas internacionales recomendaban que no se pasara del 10. Fue entonces cuando llegaron al gobierno los que se reputaban de decentes a salvar a la patria y, a fuertes tirones, las cosas fueron cambiando: 12 años después, era 32% del PIB lo que se iba en nómina. Es cierto que el número y el estipendio de empleados públicos permanentes y sindicalizados casi no se movió pero, ¿qué tal el de los funcionarios de alto rango? Éste creció mucho, al igual que su estipendio.

La voz de alarma fue uno de los temas que esgrimimos quienes nos empeñamos en llevar a Peña a la Presidencia de la República, con la ilusión de que se repararan los daños causados por la docena trágica Fox-Calderón. Pero en más de un sentido fuimos timados, ni nos libramos de los panistas ni se adelgazó la administración. Más bien se consolidó una suerte de PRIAN. De hecho, el cónclave de altos funcionarios, en su mayoría más bien inútiles pero, eso sí, estorbosos y pillos, engordó todavía más, llegando, según se afirma, a 33% en 2018.

¿La limpieza que se ha hecho se pasó de tueste? Tal vez sea cierto, pero de que una enorme cantidad de los cesados no tienen por qué ser sustituidos, también lo es. Lo que sí debería tenerse en cuenta es que muchos de ellos, gracias a su angora, poseen una gran capacidad para hacer argüende y no se quedaron impávidos.

Lo que está por verse es si la dedicatoria del ahorro conseguido, aunado al de la rebaja de salarios, que también ha generado férreas defensivas, se invertirá como es debido. De otro modo, provocar tal alboroto no habrá valido la pena.

Lo que sí resulta notable y, en verdad, preocupante, es la secesión que se ha producido en la sociedad, aunque haya una parte todavía ostentosamente mayor que la otra. Tal parece que el maniqueísmo es endémico en nuestro país: liberales vs. conservadores, revolucionarios contra reaccionarios, fifís enfrentados a chairos, etcétera. ¿No habrá modo de construir una oposición racional y eficiente, en vez de esta guerra de alaridos y críticas muchas veces sin ton ni son?

AMLO llegó con una abrumadora ventaja básicamente por el desgarriate de los últimos tres o cuatro sexenios, y, si se quiere, agréguesele la ruindad de todos los candidatos que tuvo enfrente que, por cierto, pretendieron que se llegara a formar un frente común para evitar, a costa de lo que fuera, que él resultara triunfador; todos contra uno… y le hicieron los mandados.

No quiero ni pensar en la que se habría armado de resultar ganador hace 13 meses El Bronco o El Canalla. De Meade, ni hablamos, aunque era de otro talante, al grado de que podemos lamentar que su fallida intentona de ser presidente nos privó de un espléndido ministro de Hacienda…

Para darle vida a una oposición seria, bien estructurada y eficiente habría que hacer memoria y tener muy claras las razones que dieron lugar al verdadero desgarriate y la enorme dosis de podredumbre que antecedió a la situación presente, de lo cual no es tan fácil desprenderse para corregir el rumbo de la nave.