Opinión
Ver día anteriorMartes 23 de julio de 2019Ver día siguienteEdiciones anteriores
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Los héroes de la bicicleta
H

ay espec-táculos deportivos que inspiran particularmen-te a los escritores. La fae-na taurina, si puede considerársela un deporte, ha insuflado espléndidostextos a autores comoFederico García Lorca, Michel Leiris o ErnestHemingway.

El box no se queda atrás con los relatos del mismo Hemingway, pero también de Julio Cortázar, Norman Mailer, Joyce Carol o Ar-thur Cravan, cuya excentricidad lo condujo no sólo a escribir sobre este arte del combate sino también a retar a Jack Johnson, campeón mundial de peso completo, y a treparse al ring en Barcelona.

El Tour de France, competencia ciclista que da la vuelta a través de Francia, tiene también sus fanáticos entre los escritores. Acaso el más célebre es Antoine Blondin, quien cubrió con sus crónicas, para el periódico L’Equipe, la proeza de los jóvenes ciclistas durante 27. Obras maestras de la literatura deportiva, sus textos contribuyeron a forjar la leyenda del Tour.

Textos también magníficos sobre el ciclismo son los de Jules Renard o Michel Blanc, el autor de las aventuras del elegante ladrón Arsène Lupin.

Emil Cioran relata sus propios recorridos en bicicleta que lo conducían a visitar cementerios donde se acostaba entre las tumbas.

Menos fúnebre, el genial autor de Ubú rey, AlfredJarry, cuyos hilarantes y originales artículos periodísticos fueron recopilados con el título La Chandelle verte, fue también un apasionado de la bicicleta al extremo de causar escándalo cuando asistió al entierro de Stéphane Mallarmé trepado en un caro velocípedo que se negó a pagar.

Como cada año desde su inicio en 1903, se lleva a cabo el Tour de France durante 15 días del caluroso mes de julio, cuando está en su apogeo la canícula, ese caminar que es ‘‘Andar así es andar a ciegas, / andar inmóvil en el aire inmóvil… / porque nada está vivo / en esta soledad de tibios ataúdes”, como escribió Efraín Huerta en su poema ‘‘El Tajín’’.

Deporte popular por excelencia, tanto por los orígenes de los protagonistas como por el público, el Tour es un espectáculo gratuito que puede ser seguido en persona a lo largo de su recorrido o contemplado en la televisión en directo.

Esta competencia tiene el encanto de poder ser ganada cada día por diferentes ciclistas y merecer uno de los distintos maillots (camisetas) del color destinado a la especialidad del deportista: el amarillo (cuyo centenario se celebra este año) para el líder de la clasificación general, el verde para el líder de la clasificación por puntos, el de bolitas rojas al mejor para la subida de montañas (el trepador colombiano Egan Bernal es un favorito en esta ocasión), el blanco por el mejor joven menor de 26 años son los principales.

Esta popularidad del Tour atrae desde luego a los políticos, algunos de los cuales buscan más bien subir en los sondeos al asistir a la competencia.

O tal vez tratan de refrescarse bajo la sombra del general Charles de Gaulle, quien hizo acto de presencia al lado de su casa en Colombey-de-Deux-Églises.

Presidente tras presidente, como políticos de segundo orden se muestran aplaudiendo a los corredores ante el público, el cual puede verlos, y aplaudirlos o abuchearlos.

El Tour de France es, sin duda, una de las competencias deportivas más extenuantes y dolorosas tanto por su duración como por las dificultades que se presentan en los distintos trayectos, subida de montaña, carrera contra el reloj, canícula y tempestades que se alternan en la misma etapa, caídas que engendran accidentes de pelotones completos…

Ver a estos muchachos encorvados sobre la bicicleta, satisfacer sed y necesidades montados en ella, continuar su curso contra sol de plomo y las granizadas, es asistir, como en la época romana, al espectáculo circense de los antiguos gladiadores jugándose la vida.

En muchos deportes, la droga pulula, pero los tests de control no tienen la severidad que se ejerce sobre estos gladiadores modernos, los nuevos héroes del pueblo porque pertenecen al pueblo.