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Arquitectura mexicana

El Rey del Caribe, negocio ecológico que perdura entre grandes cadenas hoteleras
 
Periódico La Jornada
Domingo 4 de agosto de 2019, p. 18

Un hotel ecológico pervive en medio del centro turístico más importante del país, Cancún, zona conformada por emporios hoteleros que se han apoderado de esa región.

En ese polo turístico, que cuenta con una oferta de más de 35 mil habitaciones, está El Rey del Caribe, fundado en los años 80, el cual genera menos basura que otros establecimientos de hospedaje –casi el equivalente a 20 por ciento–, separa los productos orgánicos de los inorgánicos, reduce la huella del plástico y el consumo de gas. Además, cuenta con baños de composta para bajar el consumo de agua potable, es decir, después de ocho años se retira el residuo de la tierra y se disminuye así el impacto de aguas negras en el drenaje de la ciudad.

Sí, es un negocio. Se pueden generar utilidades suficientes para propietarios, socios y trabajadores, explica Araceli Domínguez, fundadora de este centro de hospedaje ecológico y destacada activista ambiental de Quintana Roo.

Es una empresa familiar. Eso es lo importante, afirma en una entrevista con este diario, junto con su esposo, Eduardo Rodríguez, y la hija de ambos, Araceli.

Cancún tiene alternativas de hospedaje, pero pocas tienen contacto con la población local, con las tradiciones o están lejanas incluso del concepto de la arquitectura mexicana, y este hotel cubre esas expectativas, expresa Araceli Domínguez.

Explica que ejemplo de ello es que el restaurante del hotel no está abierto al público y que las habitaciones están señaladas con números mayas, no arábigos.

El Rey del Caribe está en el centro de Cancún, a menos de cinco kilómetros de la zona hotelera, con su piscina al centro y en los alrededores decenas de árboles y habitaciones. En uno de sus pasillos hay recipientes para la separación de residuos: uno para tapones de plástico, otro para botellas de plástico, para vidrio, etcétera.

El Rey del Caribe tiene como objetivo concientizar y educar a los visitantes sobre las acciones de un turista dentro de un hotel ecológico para que a partir de la estancia lleve esa experiencia a sus actividades cotidianas, explica Araceli Rodríguez, hija de la pareja y también administradora del hotel.

“Durante muchos años estuvimos tratando de demostrar que el hotel separa la basura que composteaba y que generaba menos basura por habitación que el promedio de los demás centros de hospedaje”, dice Eduardo Rodríguez. Es más caro mantener un hotel de este tipo, porque no es el edificio con pasillos, con elevador al centro. Se requiere, en promedio, medio trabajador por habitación, cuando un hotel podría tener un empleado por cada tres.

Narra que el hotel buscó, con el paso de los años, que las autoridades municipales le otorgaran beneficios fiscales por su condición de negocio ecológico, y se lograron, dado su bajo impacto en el ambiente.

Cada mañana, camaristas, cocineras y demás empleadas se reúnen alrededor de la piscina del hotel para una breve sesión de yoga antes de comenzar sus labores.

Todo el personal hace un pequeño ejercicio de respiración y relajación para que antes de entrar a trabajar sus cuerpos ya hayan calentado un poco. Buscamos que el concepto (del hotel) sea más holístico, espiritual, que haya paz, dice Araceli Domínguez.