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Con ímpetu y emotividad, concluye la OSIM su gira nacional en Bellas Artes

La escritora Beatriz Gutiérrez y Alejandra Frausto, secretaria federal de Cultura, asistieron al cierre

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▲ La Orquesta Infantil de México fue fundada hace 18 años por el director Sergio Ramírez Cárdenas.Foto Luis Castillo
 
Periódico La Jornada
Lunes 5 de agosto de 2019, p. 7

La Orquesta Sinfónica Infantil de México (OSIM) concluyó este domingo su gira nacional de 2019 en el Palacio de Bellas Artes, la vigésimo octava en su historial.

Fue un concierto impetuoso y enternecedor, en el que los 136 integrantes de la agrupación no escatimaron entrega ni buena música, para disfrute y alegría de la variopinta audiencia que llenó la sala principal del máximo recinto cultural del país.

En breve ceremonia, la secretaria de Cultura federal, Alejandra Frausto, reafirmó a la música, y en general a la cultura, como uno de los medios para construir comunidad, aspecto que, aseguró, importa mucho al actual gobierno.

Un país se transforma también a través de la cultura; es una de las herramientas más poderosas para cambiar, y aquí nuestra apuesta. Nuestra apuesta está en lo comunitario, en aquellos lugares donde la cultura simplemente no llegaba, y ahora es el punto central. Las periferias son las nuevas centralidades para el proyecto cultural comunitario, y esto es un ejemplo de ello. Aquí se está haciendo país, dijo.

Beatriz Gutiérrez Müller, esposa del presidente Andrés Manuel López Obrador, luego de extender a los pequeños músicos el saludo enviado por el primer mandatario, los felicitó por haber emprendido el camino de la música.

Esta expresión, además de inmenso placer, paz y alegría, ofrece una ruta de vida, sostuvo la escritora e investigadora: Quien toca un instrumento o canta no es una persona violenta, sino que hace sentir a sí mismo y a los demás toda gama de emociones, las canaliza, las sublima. Necesitamos vivir en paz, y la música es uno de los caminos a seguir para que en este país estemos todos en paz.

A Eduardo García Barrios, director del Sistema Nacional de Fomento Musical (SNFM), correspondió conducir desde el podio la enjundia y la honestidad sonora de la OSIM, que este año cumplió la mayoría de edad y cuyos noveles músicos provienen de todas las regiones de la República.

Equilibrio técnico y emocional

Balanceado, en términos de emotividad y exigencia técnica, el programa abrió con Los planetas: Júpiter, portador de la alegría, de Gustav Holst. Le siguieron Los Montesco y los Capuleto y La muerte de Teobaldo, del ballet Romeo y Julieta, de Serguei Prokofiev.

Dos piezas, estas últimas, alusivas a la tragedia más grande de todos los tiempos: la de los amantes de Verona, tragedia que nos demuestra que los antagonismos traen siempre consecuencias negativas, refirió García Barrios, antes de ceder la dirección de la orquesta a Roberto Rentería, coordinador del SNFM.

La sesión prosiguió con el vals de la suite Mascarada, de Aram Jachaturian, que fue dedicado por Rentería a los integrantes de la OSIM y al director de orquesta Sergio Ramírez Cárdenas, fundador de esta orquesta, hace 18 años.

Penúltima obra del programa, el acompasado ritmo de la costa llegó de la mano del Danzón 9, del compositor Arturo Márquez, presente entre el público en su doble condición de autor y como participante del proyecto de construir comunidad por medio de la música, pues es director del Sistema de Agrupaciones Comunitarias Sonemos, de Morelos.

De regreso en el podio, García Barrios precisó que Arturo Márquez, aunque había decidido no hacer más danzones, escribió esa obra hace dos años para la Filarmónica de los Ángeles, de Estados Unidos, a petición de su titular, el venezolano Gustavo Dudamel.

Arturo se empapó de realidad y se llenó de enojo, de furia, por el muro entre dos pueblos, que separa a hermanas y hermanos de ambos lados de la frontera, y construyó un danzón dedicado a su enojo, incluso en la partitura da la instrucción de tocar con furia.

Después de hora y media, el concierto concluyó con Los pinos de Roma, de Ottorino Respighi. Y como encore, sonó una muy divertida partitura, ya un clásico en el repertorio de la OSIM, el Mambo de Leonard Bernstein, que puso a bailar de manera literal a todo Bellas Artes.