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Testimonio de la coreógrafa Cora Flores sobre Alicia Alonso
 
Periódico La Jornada
Viernes 18 de octubre de 2019, p. 6

El fallecimiento de Alicia Alonso ‘‘es una pérdida irreparable; se ha ido una de las más grandes artistas e intérpretes, no sólo del ámbito de la danza, sino del arte en el mundo’’, sostiene la bailarina y coreógrafa Cora Flores.

La primera vez que Flores pudo apreciar el talento de la bailarina cubana fue en 1968, durante las Olimpiadas Culturales en México. Esa ocasión llegó al país el Ballet de Cuba y, con la agrupación, Alicia Alonso. ‘‘A partir de ese momento se desarrolló un estrecho contacto con las bailarines cubanos, gracias a Salvador Vázquez Araujo, quien entonces era el director de la Compañía Nacional de Danza y que trajo a México la metodología cubana’’, detalla Flores (San Luis Potosí, 1936), en entrevista con La Jornada.

Tiempo después, recuerda la maestra, ‘‘nos invitaron a Guillermo Arriaga (autor de la coreografía Zapata) y a mí, para poner en escena y fuera parte del repertorio de la compañía cubana esa obra’’.

Talento excepcional

Alicia Alonso desarrolló un talento que pocas personas poseen en el mundo, la forma en que bailaba e interpretaba era extraordinaria. ‘‘Hay mil cosas que de ella se pueden resaltar”.

Desde los 19 años Alonso padeció de un defecto en un ojo, por lo que era parcialmente ciega. Vivió ciega la mayor parte de su vida. Tuvo como compañeros a grandes figuras masculinas de la danza que, además de ser bailarines excepcionales, también fueron atentos compañeros de escena que sabían cómo sortear las dificultades visuales de su pareja. Todos ellos se volvieron expertos en ayudar a Alonso a ocultar su ceguera.

Respecto de esa situación, Cora Flores recuerda: ‘‘Cierta ocasión estaba en el ensayo de Giselle en el Palacio de Bellas Artes. Me impresionó mucho que desde entonces Alicia estaba perdiendo la vista. En ese momento no existían los linóleos que hoy se ponen en el escenario para bailar de puntas, sólo estaba la madera. Entonces, Alicia Alonso recorrió de rodillas todo el piso para ver dónde había algo que le pudiera obstaculizar para bailar de puntas. Eso fue en 1968. Lo extraordinario es que ella siguió bailando de manera maravillosa, muchos años después.

‘‘Sus interpretaciones eran de enorme versatilidad. A Alicia Alonso se le veía bailar de forma increíble una Giselle, que una Carmen. Hemos perdido a una gran artista, que muy pocas veces en el mundo de la danza hemos visto.”