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Negocios y empresas

El peligro de la deuda externa

D

urante la última década, la deuda externa de México creció de manera desmedida. Si sumamos los pasivos de las empresas y el gobierno, pasamos de 197 mil 672 millones de dólares en 2008 a 452 mil 991 millones en 2018; es decir, un crecimiento de 129 por ciento, según datos del Banco Mundial.

Este rápido aumento de la deuda externa resulta peligroso, porque una devaluación o una recesión pueden volver inmanejable esa situación. Algo semejante pasó en la década de los 80 del siglo pasado y, al final, acabamos con una de las peores crisis financieras del siglo XX.

Del total de pasivos, dos terceras partes corresponden al gobierno (incluyendo a Pemex y a la CFE) y el resto al sector privado. En el caso de la deuda privada, casi la totalidad se contrató para realizar inversiones, lo que a la larga permitirá pagar intereses y capital, pero en el caso del gobierno una parte se utilizó para gasto corriente y en inversión improductiva, lo cual significa que su uso no genera riqueza y su servicio lo tendremos que pagar los mexicanos a través de impuestos. Para colmo de males, los ingresos del gobierno en dólares tienden a disminuir, por la menor venta de hidrocarburos y, en cambio, los egresos a aumentar, por lo que no contamos con las divisas suficientes para enfrentar una crisis de pagos.

No todo es negativo en esta materia. Una ventaja es que las tasas de interés nunca habían estado tan bajas. Tanto en Europa como en Japón y Estados Unidos las tasas reales de interés son cercanas a cero, lo cual significa que el servicio de la deuda es casi gratis.

El dinero barato es una maravilla y empresarios como Carlos Slim lo saben y aprovechan. Sin embargo, para el gobierno un mayor endeudamiento puede ser peligroso, ya que históricamente no ha utilizado los recursos con eficiencia. Además, entre más deuda adquiere sin el sustento suficiente en actividades productivas pone en riesgo la calificación de nuestro país y aumenta el costo para la población.

La deuda actual representa 38 por ciento del PIB, monto que es manejable, pero en momentos de incertidumbre más vale a empresas y gobierno reducir sus pasivos externos si no tienen los ingresos suficientes en divisas.