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Pantalla nómada

Un día en la vida de Noah Piugattuk

L

a extinción de los mundos autóctonos no es un asunto agotado en las pantallas de cine, porque no es y nunca será una cosa menor. Películas con este tema a menudo señalan la insensibilidad de los gobiernos y su cuestionable soberanía. Eso es lo que vemos en Un día en la vida de Noah Piugattuk (Canadá, 2019), de Zacharias Kunuk, película dentro de la sexta Muestra de Cine de Quebec.

Quebecine 2020 arrancó esta semana en la Cineteca Nacional y, como siempre, nos abre un panorama de la actualidad cinematográfica de aquella región. Este reciente trabajo de Kunuk resultó una de las mejores películas canadienses que se presentaron en el pasado Festival de Toronto.

El filme se ubica en los años 60, en la isla canadiense de Baffin, donde se da el encuentro de aborígenes de la región y su líder Noah Piugattuk, con un emisario del gobierno canadiense, quien les solicita desplazarse a un asentamiento, en el que se les proporcionará vivienda y los infantes inuit podrán asistir a la escuela. Todo el tiempo ofrece beneficio económico a quienes no tienen al dinero como factor para el bienestar.

Hay quienes piensan que los mejores directores de cine son los que hacen de su arte un reflejo de la realidad y el mundo del que provienen. En el caso de Zacharias Kunuk, esto ha sido su emblema. Originario de la región de Kapuivik, todo lo que filma gira entorno a la vida de los inuit.

Adorador de las películas de John Wayne, Kunuk es cofundador del Proyecto Inuit de Conocimiento y Cambio Climático de la Facultad de Estudios Ambientales de la Universidad de Victoria. Desciende de una cultura milenaria carente de un legado escrito, por eso, desde joven vio en el cine un medio ideal para preservar la sabiduría y costumbres de su pueblo.

Trabajar así, sobre las cosas que realmente afectan a tu mundo y a tu gente, hace posible que alcances logros como el premio a la Cámara de Oro en Cannes, que el cineasta consiguió por Atanarjuat, the fast runner (2001), basada también en el universo inuit.

Como se sabe, la política de asimilación implementada por el gobierno canadiense en la década de los 60 del siglo pasado significó que los niños inuit fueran ubicados en residencias donde recibían educación, separados de sus familias. Apoyados por organizaciones cristianas, estos asentamientos prohibieron a los chicos hablar en su lengua nativa y expresar su propia cultura.

TRAILER https://www.youtube.com/watch?v=zsHJqSz5sdw

En Un día en la vida de Noah Piugattuk, el realizador no sólo refleja el choque de dos visiones, si no incluso el alarde de una cultura patriarcal a la hora de dirigirse a los otros. Con ello también pone en tela de juicio la manera en que un modelo social hegemónico decide sobre el futuro y la vida de otros.

Aunque se trata de una ficción, la estrategia documentalista de Kunuk –planos sin corte y cámara en mano– resulta muy efectiva para retratar la discordancia entre inuits y el emisario del gobierno. La mirada del director se aparta un tanto del gélido paisaje blanco y se posa en los interlocutores. A base de encuadrar sus rostros es que hace estallar las emociones gestuales en medio de un diálogo escabroso por la diferencia de lenguas.

En ese trámite apreciamos simplemente a personas dialogando, pero conforme la película avanza la tensión crece y lo que siempre queda de manifiesto es la aspereza de una negociación que al paso de los minutos se enfila más hacia el fracaso.

Un día en la vida de Noah Piugattuk arrastra un llamado a rebelarse contra las implacables derivaciones del progreso. Cada lengua que se apaga, cada pueblo que expira, hacen notar los excesos incoherentes de una civilización y su cinismo. ¿Qué es ser cínico?, alguna vez se preguntó Oscar Wilde: Aquel que conoce el precio de todo y el valor de nada, escribió.

La película se exhibe en la sala 8 de la Cineteca Nacional este domingo 23 de febrero a las 16 horas y el sábado 29 a las 18:30 horas.

Twitter: @kromafilm