|
Estimado señor Huarte:
Permítame, primero, explicar lo de "estimado". Aunque
no lo conozco, aprecio - aunque no coincido con sus argumentos- el tono
razonado de su carta que se diferencia éticamente de los rabiosos
insultos que me han propinado algunos de sus correligionarios. Si en una
discusión civilizada es importante tratar de razonar sobre los
argumentos ajenos, eso es aún más fundamental en lo que
se refiere al problema de Medio Oriente.
Su actitud me permite pues responderle, aunque sea brevemente.
En primer lugar, me parece un eufemismo decir que la política de
Sharon " no es la más propicia para la región".
Es una política de guerra y represión, calificada de fascista
por no pocos israelíes y que las mujeres de negro de Israel-a las
que Ud. no hace referencia-combaten precisamente por eso. También
me parece eufemístico decir que Israel "no extermina a los
palestinos de forma sistemática y premeditada" (lo cual es
cierto, pero oculta una agresión continua y desproporcionada que
equivale a desangrarlos y desintegrarlos lentamente). Además Ud.
confunde los textos legales for export con la actitud del gobierno Sharon
(la URSS tenía una Constitución muy democrática,
pero recuerde lo que era el stalinismo) y confunde gobierno, Estado, pueblo
judío. Yo sostengo que el gobierno es el que utiliza métodos
fascistas y que el apoyo mayoritario a su política y a su belicismo
da el consenso necesario para ese fascismo. Eso no hace a los israelíes
-y menos aún a los judíos, muchos de los cuales rechazan
ese gobierno dentro o fuera de Israel- fascistas tal como el apoyo mayoritario
a Mussolini o a Hitler no hizo de los italianos o alemanes nazis o fascistas.
Pero el hecho de las políticas y métodos fascistas con apoyo
de masas subsiste y debe ser encarado insoslayablemente por toda persona
preocupada por la democracia, sea ella judía o no. Además,
se es demócrata no cuando se defiende la democracia en otro continente
sino cuando se lucha por ella en el propio país, natal o de adopción.
En cuanto al apartheid ¿qué otra cosa es ocupar el 40% de
la zona de Gaza, que es palestina, con 6 000 colonos judíos y concentrar
en el 60% restante a un millón de palestinos? Quienes, como las
mujeres de negro, israelíes o no, se oponen a eso salvan el honor
del género humano y quienes apoyan y justifican la constitución
de bantustanes, sean ellos israelíes, judíos o gentiles,
lo enfangan. En cuanto al terrorismo de los fundamentalistas, que condeno
y lamento hay que aclarar lo siguiente: en primer lugar, Hamas o la Jihad
crean serios problemas a la OLP, la ANP y a Arafat mismo, que repudia
y combate -y no estimula, como dice Sharon- ese terrorismo que provoca
terribles represalias y destrucciones por parte del gobierno de Sharon,
el cual castiga a todo un pueblo y no a los responsables de un acto criminal.
En segundo lugar, los terroristas fundamentalistas están infiltrados
por los servicios israelíes y son funcionales para la política
de Sharon. En tercer lugar, el fundamentalismo, alentado por Estados Unidos
y Arabia Saudita en Afganistán, Kosovo, Palestina, Argelia, da
la base religiosa para la locura criminal que lleva al atentado suicida,
pero el terrorismo siempre tiene su base sicológica y política
en la desesperación del débil frente al ocupante: Uri Avnery
fue terrorista del Irgun antes de ser, ahora, pacifista, e Itzhaak Shamir,
el fascista fue, como Beguin- otro ex primer ministro de Israel- un terrorista
antibritánico. En cuanto a la destrucción del ghetto de
Varsovia: insisto en mi argumento: tanto en ese caso como en el de los
asesinatos de argelinos por el ejército ocupante francés
o en los bombardeos de Sharon, la barbarie de los métodos se apoya
en que se niega al adversario la calidad de ser humano, de igual. En eso
no hay diferencia entre la actitud de los nazis ante los judíos
polacos y la de los fascistas iraelíes ante los palestinos. Eso
es lo dramático, lo preocupante. No es posible garantizar para
el futuro que no habrá un loco sanguinario y racista que se suicide
en un acto terrorista cuando se siembra racismo con el terrorismo de Estado
y se quiere someter un pueblo a la esclavitud. Es posible, en cambio,
reducir la posibilidad del terrorismo retirando las tropas ocupantes de
las tierras árabes (para que nadie las apedree ni les dispare),
permitiendo volver a sus hogares a los expulsados por el terror, indemnizándolos,
estableciendo un plan económico de reconstrucción de los
territorios explotados o destruidos por Israel, destinando fondos para
el desarrollo global de la zona, para árabes y judíos, de
modo complementario y pacífico, y ayudando a que entre los palestinos
no cunda el odio nacional antiisraelí y ganen los laicos, los pacifistas.
La seguridad del Estado de Israel -dejemos de lado cómo fue creado
en tierras árabes, porque ahora es un hecho- depende de que sus
ciudadanos árabes y sus vecinos árabes crean realmente que
es viable convivir con los judíos. Para lograr la paz Israel no
sólo debe entregar los territorios usurpados, en los que guerrea
diariamente contra la población civil, sino que, además,
debe desarmar las mentes, entre sus ciudadanos y entre los palestinos,
demostrando arrepentimiento y generosidad. Si construye un ghetto o un
bantustán en el mundo árabe, Israel se convierte a su vez
en un ghetto rodeado de enemigos, expuesto siempre a un pogrom potencial;
si destruye al sector más laico, plurirreligioso y avanzado del
mundo árabe, fomenta el fundamentalismo racista; si es la punta
de lanza del belicismo estadounidense, será inevitablemente un
blanco bélico.
No quiero hablar del origen del Estado de Israel ni del carácter
confesional del mismo, reuniendo judíos que nada tenían
en común entre sí salvo su religión (falashas etíopes
y polacos ashkenazis de origen mongol, por ejemplo, judíos -o gente
que decía ser judío- que huía de la URSS en desastre
y antisemita, etc): el hecho es que una ínfima minoría judía
se fue convirtiendo, por la fuerza, en la mayoría en una tierra
ajenas y ocupada, con la complicidad de las grandes potencias (y de los
gobiernos árabes reaccionarios, temerosos de los palestinos y de
sus propios pueblos). Hoy ahí está el gobierno de Israel
impidiendo que en tierras palestinas exista un Estado palestino, aunque
declare aceptar lo que se le impone como un hecho. Y una minoría
en Israel, como las mujeres de negro, luchan contra ese estado de cosas,
no porque quieren destruir a Israel sino porque quieren hacerlo viable
y humanizarlo, como querían tantos socialistas o progresistas que
allí emigraron hace decenios. Sobre eso no es posible dejar de
pronunciarse.
Por último, algo sin mayor importancia: gueto significa ghetto
castellanizado en el lenguaje de los medios, bastante bárbaro y
hebreo, según el diccionario, es sinónimo de judío
(Casares, 1982, segunda edición, Barcelona: "aplícase
al pueblo semítico que también se llama israelita o judío").
Le saluda atentamente:
Guillermo Almeyra.
|