Espejo en Estados Unidos
México, D.F. miércoles 12 de septiembre de 2001
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Estados Unidos: el terrorismo en carne y hueso

Señora directora: El terrible y condenable acto terrorista contra la población norteamericana, que impactó el corazón político y militar de Estados Unidos, sólo tiene una explicación: la espiral de violencia sólo genera más violencia. 

Los medios de difusión masiva nacionales e internacionales ya se están haciendo eco de ello pidiendo una inmediata respuesta revanchista contra los insensatos criminales. 

Se olvidan que ese acto forma parte también y es respuesta a ese otro terrorismo que es el terrorismo de Estado.

Recordemos, sólo para citar algunos casos, el terrorismo de Estado aplicado por los Estados Unidos y sus propios aliados con el golpe militar en Chile hoy hace 28 años. 

El septiembre negro lo sufrieron también en la isla de Grenada y la invasión en Panamá. Los bombardeos indiscriminados contra Yugoslavia e Irak, pero también hay que señalar el terrorismo de Estado aplicado por el gobierno de Israel en su política de ocupación y de tierra arrasada contra Palestina.

La lección que debe quedar de este último acto terrorista (haya sido éste individual o de grupo) es que los Estados Unidos deben dejar de ser los gendarmes del mundo.

Atentamente:

Dr. Américo Saldívar V.


Inconforme con cobro para ingresar a taller de danza de la UNAM

Señora directora: Le agradeceré a usted y a La Jornada publicar la presente carta dirigida a la comunidad universitaria de la UNAM y a sus autoridades:

La educación superior se tiene que entender como una formación integral del individuo que no sólo es el aprendizaje de un área en especial; la formación universitaria debe estar comprendida por ciencias, artes, deportes y todas aquellas disciplinas que desarrollen armónicamente en el individuo todas sus facultades, tal y como lo señala la Constitución.

Entendiendo que la UNAM es una institución autónoma del Estado, que imparte educación superior, debe fomentar en sus alumnos el estudio y la práctica de todas las manifestaciones culturales, tecnológicas y científicas.

El lunes 3 de septiembre acudí al Departamento de Danza de Difusión Cultural de la UNAM para tratar de incorporarme a un taller de danza afroantillana. Para mi sorpresa me negaron la inscripción por no poder cubrir una cuota de mil pesos, con un "bondadoso" descuento para estudiantes de 50 por ciento.

Solicité hablar con la coordinadora de los talleres de danza, la señora Mayra Arroyo, para exponerle que mi situación económica no me permitía cubrir la cuota, a lo que me respondió: "Tú eres como todos los mexicanos, todo lo quieren gratis". 

Quiero pensar que la reacción de la coordinadora no necesariamente corresponde al de las autoridades universitarias; espero que estas entiendan que la educación es un derecho y no un servicio por el que se deba cobrar una cuota, sobre todo si de lo que se trata es de poner al alcance de todos los alumnos, tanto ricos como pobres, estas actividades.

Espero que tanto la coordinadora Arroyo como las autoridades universitarias entiendan que los alumnos no estamos regateando cuotas o bondadosos descuentitos, simplemente queremos que se respete el concepto de que la educación es un derecho, no un servicio, y que la educación tiene que incorporar a todas estas actividades, o qué, ¿acaso se piensa implantar cuotas en estas actividades para obtener los ingresos que la Federación no destina a la educación?

Jorge Vázquez A., estudiante


Incumple Bancomer servicios ofrecidos a sus tarjetahabientes, señala

Señora directora: Escribo la siguiente carta para expresar mi insatisfacción ante la calidad del servicio que ofrece Bancomer, quien, en efecto, tiene un sistema de cargos por productos que finalmente se niega a proporcionar. 

Tal actitud me ha colocado en una situación innecesariamente arriesgada y me ha presentado costes. 

Bancomer no ha dado respuesta a mi reclamo.

Recientemente fui víctima del robo de mi billetera en Perú. Como consecuencia, perdí mis tarjetas de crédito y débito expedidas por ese banco. 

Luego de varios problemas para reportar estas tarjetas, tanto Visa como Master Card, empresas garantes de mis tarjetas, me ofrecieron otras tarjetas de reemplazo y avances de efectivo, mismos que solicité inmediatamente. 

Tres días después del robo me enteré que el señor Carlos Santiestéban de Bancomer había denegado mi petición de auxilio y pidió hablar conmigo.

Por supuesto el número proporcionado no acepta llamadas de larga distancia por cobrar y esta institución no ofrece teléfonos gratuitos a sus clientes. 

Visa logró tal comunicación. Este señor sugirió que yo podría resolver mis problemas sin molestarle y sin recurrir al banco; ante mi insistencia, autorizó una fracción del dinero que solicité, así como tarjetas de reemplazo. 

No obstante, éstas resultaron inútiles puesto que Bancomer bloqueó totalmente mis cuentas. 

Me pregunto, para qué la autorización. Además, todo esto que Bancomer considera dádivas llegó cuatro días después del robo, no obstante la promesa de auxilio inmediato. 

No explicaré lo que significa estar en medio de un viaje sin dinero ni los costes que me implicó.

Ahora bien, tanto Visa como Master Card ofrecen servicios adjuntos a las tarjetas de crédito que respaldan. 

La expedición de éstas implica cargos que Bancomer aplica puntualmente. Sin embargo, este banco no proporciona los servicios prometidos. Luego, ¿cómo justifican los cargos? He escrito al banco y no he recibido respuesta. 

Evidentemente este banco no está dispuesto a cumplir sus compromisos para con sus clientes de ninguna forma.

Dr. Fidel Aroche Reyes
 

 
 

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