Directora General: Carmen Lira Saade
México D.F. Sábado 8 de diciembre de 2001
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Política
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SABADO Ť 8 Ť DICIEMBRE Ť 2001

Un retrato

Carmen Lira Saade

Directora general de La Jornada

Presente.

Estimada Doña Carmen:

La publicación de una fotografía en la primera plana de este viernes me ha traído en cascada una serie de imágenes, producto de la veracidad con que fue captada, y definitivamente nos encontramos ante UN RETRATO.

Pulcro, aliñado, discreto, con un escritorio adornado muy a su manera, ordenado, metódico, seguramente abuelo generoso, buen degustador de café... esta podría ser una descripción somera, superficial de la fotografía de un personaje que aparece hoy en su prestigiado diario en dos imágenes; pudiera ser...

Aun cuando realmente nos encontramos ante una imagen excepcional, en ella David Hernández ha logrado captar la verdad; se refleja en la imagen la cruda realidad de su interlocutor.

Comencemos por su aspecto: es evidentemente alguien de edad avanzada, mas el tinte que oscurece cejas, bigote y cabello nos habla de alguien veleidoso, dado a superficialidades; nos hace ver también que es proclive al ocultamiento y la apariencia -tan importantes en su trabajo-. Salta a la vista la forma en que porta el saco inglés, abierto, de forma casi casual, pero más bien lo que denota es que le estorba, y eso nos habla de alguien acostumbrado a las mangas de camisa, al trabajo rudo, al trabajo sucio... Llama la atención lo cuidado de sus manos, el pulcro manicuro que luce, que intenta, que no logra nunca sacarse la mugre y la sangre... En manos tan aparentemente limpias relucen con claridad una esclava, un anillo grande de graduación -no una ridícula argolla matrimonial, que lo haría ver como preocupado por su familia, como vulnerable- y un reloj que, junto con el fistol, hacen un conjunto de joyas permisibles en un duro como él. En su escritorio, al centro, se encuentran tres G I Joe, un helicóptero Hawk y un PC 7 Pilatus, un F-15 y un posible Aravá, aviones a escala; dos cajetillas de cigarros y un cenicero con dos colillas, producto probable del curso de la entrevista, nos hablan de un gran fumador, de alguien con dificultades para manejar su angustia, su ansiedad. Ahí mismo aparecen en primer plano dos enfundadas escuadras calibre .45, ambas con magazines extra -indudablemente cargadas y avitualladas de munición- (de ellas lo primero que me llamó la atención fue que en la otra fotografía se encontraban a un lado del escritorio, sobre las fotos de la familia, y en ésta se encuentran a la mano, como un reflejo incontenible de protquintanar_lopez_c4wegerse, respaldarse, cubrirse ante el asedio del reportero Gustavo Castillo, como una advertencia clara, sin lugar a interpretaciones). Antiácidos para el molesto epigastrio irritado por tan inoportuna visita, lápiz labial de cocoa para suavizar la expresión y para intentar acabar con esa sempiterna boca reseca, producto de tragar tanta saliva, de cumplir con tantas órdenes, de dar tantas explicaciones...

Su gesto, que pretende ser adusto con las cejas negras levantadas en señal de autoridad, deja ver en el fondo una expresión más bien de angustia, desasosiego, desamparo, sobre todo si conjuntamos, leemos la nota que acompaña a la fotografía, y si observamos y leemos nos damos cuenta que nos encontramos ante alguien que no tiene ninguna confianza en las instituciones de la República; por eso reclama lo que ciertamente existe para ellos: impunidad. Por eso se ampara en el fuero militar, aun cuando reconoce que en esos años el Ejército tenía el poder; habla de lealtad y le creo.

No tendría por qué ser desleal a un estado de derecho que lo protege, que lo cobija, que lo ampara; él sabe que hoy tiene una gran defensora de sus derechos humanos en la funcionaria de Relaciones Exteriores Mariclaire Acosta, quien, él sabe, defenderá ante el Senado de la República que México ratifique la Convención Interamericana sobre Desaparición Forzada de Personas; claro, él sabe, con excepción del numeral IX de dicho ordenamiento jurídico internacional, solicitando que se deje a salvo la posibilidad de que miembros de las fuerzas armadas puedan ser responsabilizados de ese delito, bajo el moral argumento de que la Constitución mexicana "reconoce el fuero de guerra, cuando el militar haya cometido algún acto ilícito encontrándose en servicio". El sabe...

Y con esa certeza él afirma, amenaza -Ƒa quién?-, tengo copias de documentos confidenciales de lo ocurrido en aquellos años..., yo cumplí. No me siento amargado... todo eso me ha dicho la foto del general publicada. He visto en ella la certeza de la muerte, como quien mira de frente a Miguel Nazar Haro.

Sólo quería compartirlo con usted, con todos.

 

Pável Uranga Muñoz

Hijo de Francisco Uranga López (finado) y de Margarita Muñoz Conde, ex miembros del Frente Urbano Zapatista (FUZ), organización guerrillera, ambos presos en 1972, que fueron torturados en el Campo Militar Número Uno por Miguel Nazar Haro, entre otros.

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