Directora General: Carmen Lira Saade
México D.F. Sábado 8 de diciembre de 2001
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Política
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sabado Ť 8 Ť diciembre Ť 2001

Luis González Souza

Locura americana

Tanto va el cántaro al agua, hasta que se rompe. Ahora sí, con la llamada "guerra contra el terrorismo", a los halcones de la Casa Blanca, del Pentágono y del Congreso, el tiro les salió por la culata. Por insistir en imponer, a sangre y fuego, sus leyes del mesianismo y la guerra en todo el orbe, ahora los gobiernos de Estados Unidos tendrán que regresar a la tarea más elemental: salvaguardar su propia estabilidad, su estabilidad interna.

Con su nueva guerra, los halcones han abierto una caja de Pandora que, tarde o temprano, dejará al ponzoñoso síndrome de Vietnam del tamaño de una caricatura. Si jugar con la indoblegable dignidad de los vietnamitas le resultó a Estados Unidos tan caro, jugar ahora con la cosmovisión de los musulmanes le resultará -le está resultando ya- algo impagable.

Todavía no sabemos si Bin Laden y sus secuaces son los responsables de los hechos del 11 de septiembre. Tampoco sabemos si tal líder o cacique musulmán será capturado y muerto, ni sabemos si eso pondrá fin a la nueva guerra. Lo que sí sabemos, acaso lo único que hoy es certeza, es que toda la seguridad primaria del pueblo estadunidense ha sido despedazada. Nos referimos a la seguridad derivada del sentirse la nación más sabia, poderosa y exitosa del mundo, la nación number-one. De dicha seguridad primaria se desprenden todas las demás seguridades: moral, económica, psicosocial, y hasta la policiaco-militar. Y gracias a todas esas seguridades-dogma, Estados Unidos ha sido una nación más o menos estable, sin importar mucho la rutinaria -y cada vez más deficiente- conducción gubernamental de republicanos a la Bush y demócratas a la Clinton. El dicho "a mí, mis timbres", para el ciudadano promedio en Estados Unidos se traduce: "a mí, mis seguridades" -económica, social, moral, etc.-, y de lo demás, "que se encarguen los políticos".

Esa seguridad múltiple es al consenso ciudadano y a la estabilidad política de Estados Unidos lo mismo que el pegamento más efectivo a las estructuras arquitectónicas más sólidas. Desaparecida esa seguridad, el derrumbe del edificio político estadunidense, tal como lo conocemos hasta ahora, sólo es cuestión de cuándo y cómo. Si el derrumbe de las Torres Gemelas de Nueva York fue obra de un maquiavélico montaje destinado a legitimar el reciclamiento del armamentismo militar y del halconismo político, hoy ya es casi obvio que entonces esa obra resultó excesiva y hasta contraproducente. Ha desatado tal paranoia y socavamiento de la seguridad más primaria que ahora -estamos casi seguros- muchos se tiran al piso o se esconden debajo de la mesa en cuanto perciben el vuelo de una mosca más o menos grande, o rara. Y eso, en Estados Unidos -tal vez no en otras naciones-, equivale a sepultar cualquier proyecto de nación más o menos estable, feliz o gobernable. El estadunidense promedio puede perder todo, menos la certeza de que vive, o que algún día vivirá, con seguridad material, económica. De por sí, ya antes de la "nueva guerra", estaba bastante vapuleado el American dream ("todos en Estados Unidos pueden vivir mejor que sus padres y sus abuelos"). Hoy, tras el derrumbe hasta de la seguridad más primaria -la del Destino Manifiesto: "Estados Unidos fue elegido para salvar a toda la humanidad"-, ese Sueño americano ha quedado en calidad de polvo. Un simple trámite mortuorio, o indicador post-concluyente (si vale así llamarlo), es la noticia de que Estados Unidos se adentra ya en una nueva recesión económica.

Sólo restan algunas preguntas, a cual más de inquietantes, y urgidas de respuestas sensatas: Ƒcuánto tiempo más aguantará sin expectativas de mejoría material y sin combustibles espirituales (Number-one, American dream, Destino Manifiesto) una sociedad tan soñadora y exigente como la de Estados Unidos? Con una sociedad en lenta agonía, material y anímica, y en creciente paranoia e inseguridades, Ƒcuánto tiempo más resistirán estructuras políticas tan envejecidas como la del gobierno bipartidista, la de los cabildeos tan enviciados como lucrativos, la de legisladores que sólo representan escándalos y vergüenzas, o la del mismísimo complejo militar-industrial-mediático-educacional y un interminable etcétera? ƑNo será mejor que Estados Unidos se olvide de machismos imperiales, de fumadas mesiánicas y de Rambo-belicismos, y que mejor se concentre en la reconstrucción de su proyecto nacional sobre bases humildes, éticas y en verdad democráticas? ƑCuánto y cómo podríamos ayudar las naciones como México a dicha reconstrucción? Difícil saber esto último, pero seguro es que esa ayuda nada tiene que ver con "apoyos incondicionales e infinitos" como los ofrecidos por la dupla Fox-Castañeda. Dignidad, mucha dignidad, como la renacida desde las montañas más recónditas del sureste mexicano: eso sí sería una gran ayuda para el propio Estados Unidos. A ver a qué horas lo hace el resto de la sociedad, porque los indios zapatistas ya van a cumplir ocho años de luchas abiertas por esa dignidad, y por contagiarla a escala global, cada vez más estadunidenses incluidos, como la Abogada (aquí sí, con mayúscula) Jennifer S. Bowles, del International Labor Rights Fund.

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