04an1cul
Ť Presentaron libro sobre las propuestas teóricas
del creador escénico polaco
La sensibilidad de Tadeusz Kantor vuelve indisolubles
la realidad y la creación
Ť El actor de teatro es un fusionador del hurto y de la
usurpación, dice la traductora
CARLOS PAUL
Los innovadores montajes y los pensamientos vanguardistas
del polaco Tadeusz Kantor (1915-1990), propuestos en la primera mitad del
siglo pasado, continúan su influencia en los que se dedican a las
artes escénicas.
''Su trabajo no puede entenderse separado de su actividad
como pintor, ni podemos comprenderlo como artista sin acercarnos a sus
teorías sobre el arte", las cuales se ven reflejadas en el libro
Encuentros con Tadeusz Kantor, de Krzystof Miklaszewski, investigador
y actor quien convivió con el creador escénico durante 13
años.
Kantor, apunta Elka Fediuk, traductora del volumen, oscila
entre la vanguardia y la revolución artística, ''combinando
la astucia del estratega con la poesía del filósofo, y la
rigidez del militar con la ironía del pícaro".
Su trabajo creativo lo apuntalan ''la dramaturgia del
romanticismo, en las figuras de poetas como Mickiewicz y Slowacki y, más
tarde, la renovación de Krasinski y Norwid, quienes constituyen
referencias imborrables para cualquier polaco, y más aún
para aquel que se acerque al teatro", explica Fediuk.
A finales del siglo XIX surgen otros renovadores del teatro
como ''el pintor, poeta y dramaturgo Wyspianski, quien también diseñaba
sus escenografías y vestuarios y fue contemporáneo de Appia
y Craig. De esa tradición surge el escenógrafo Pronaszko,
quien aprovechó la convención del cubismo y trasformó
el escenario en un espacio con formas geométricas".
De esas atmósferas se nutre Kantor, cuya llegada
a Cracovia en los años treinta ''coincide justamente con la fundación
de un teatro de pintores denominado Cricot (1933), nombre que retomará
para su propio teatro".
Entre las aportaciones teóricas de Kantor de mayor
trascendencia creativa, explica la también prologuista del volumen,
está su concepto del tiempo en el escenario, que surge, ''debemos
recordarlo, de su mirada sensible que se niega a utilizar el arte como
una lección de moralidad o como un escape hacía la diversión
o el esteticismo. La sensibilidad de Kantor vuelve indisoluble la realidad
y la creación".
El juego de la igualdad
¿Qué es el presente en la obra de Kantor?,
se cuestiona Fediuk. ''No es un presente como lo entiende el realismo o
el naturalismo, según la acostumbrada lectura de Stanislavski, donde
el aquí y el ahora recrean el pasado como si el presente sucediera
de nuevo ante el público".
Cuando Kantor introduce el presente, ''se refiere al presente
del mundo que nos rodea, al de la realidad que se opone a la obra; el teatro
mismo y sus creadores están contenidos en él.
''Su concepto del presente escapa de la linealidad del
tiempo y de la historia y, por tanto, de la linealidad de los sucesos en
la cadena causa-efecto. Para él, el pasado contiene una vida latente,
es decir, que lo muerto (objetos, personas) posee una vida potencial, pero
a la vez el presente contiene la muerte anticipada. No hay en el teatro
de Kantor, en su propuesta teórica, ninguna división clara
entre lo vivo y lo muerto, entre el presente y el pasado: objetos, personas
y sucesos se entremezclan arbitrariamente gracias a la máquina de
la memoria. Esta simultaneidad del tiempo se abre a la simultaneidad de
lo vivo-muerto, por lo que los objetos y las personas pueden jugar el juego
de la igualdad."
El actor como usurpador es otro de los fundamentos que
destacan entre las premisas teóricas del creador escénico
polaco.
Al respecto abunda Elka Fediuk: ''En la concepción
de Kantor, el presente crea una tensión con el pasado; de allí
que el actor aparezca como alguien que quiere hacerse pasar por otro, es
decir, usurpar el papel del personaje.
''De esta manera, el actor no será visto como un
'convertidor' entre el pasado y el ahora, creando la ilusión de
otro tiempo, como sucede en el teatro 'normal'. El actor, en el teatro
de Kantor, funde los niveles del hurto y de la usurpación; es una
máscara que oculta a otra máscara, tras la cual no existe
un original al que pudiéramos referirnos; se mueve entre el 'ser
y no ser'. El actor de Kantor no llega de su vida privada para ponerse
la sique del otro. Llega de su casa para, en primer lugar, sufrir la transformación
básica, es decir, para 'convertirse' en actor, que es lo que pregona
ser. En esta transformación desciende a un punto 'cero', momento
en el que la marioneta o el maniquí podrán ser sus modelos.
Desde ese nivel comenzará a ponerse distintas máscaras, desarrollando
la astucia para sorprendernos y confundirnos."
Kantor en este volumen, entre otras reflexiones, destaca
la importancia del sentido del humor, ''ya que en él los significados
se construyen a partir de la intención y el azar", su relación
con Marcel Duchamp, quien será ''fuente constante de legitimación
de sus propias ideas" y sobre el teatro profesional y el de aficionados,
''conceptos que no le interesaban".
Encuentros con Tadeusz Kantor, de Miklaszewski,
fue presentado la noche del martes en el Centro Nacional de las Artes por
el autor; Elka Fediuk, directora de la Facultad de Teatro de la Universidad
Veracruzana, y Mario Espinosa, titular del Fondo Nacional para la Cultura
y las Artes.
En el acto, Miklaszewski destacó que el volumen,
además de dejar testimonio de cómo Kantor plantea, revisaba
y ajustaba sus espectáculos, incluye fotografías que no se
encuentran en las dos anteriores ediciones, un prólogo en el que
la traductora explica una serie de pormenores para la mejor comprensión
de la obra de Kantor, dirigidos al lector hispanoamericano, en particular
el mexicano; una serie de textos acerca de cómo perciben a Kantor
distintos críticos y un Postscriptum ''en el que consignó
qué sucedió después de la muerte de Kantor, con sus
Cricotecas y actores, a quienes considero son los más profesionales
que he conocido, porque tuvieron que luchar contra todo lo que fue la humillación
del actor, tanto por los llamados profesionales como por los críticos
y a veces hasta por el mismo Kantor".
El libro, agregó Miklaszewski, se divide ''en siete
etapas en las yo mismo participé, por lo que no hay ningún
dato de segunda mano y lo estructuré de la siguiente forma: antes
de cada una de esas etapas conversábamos sobre la realización
de determinada puesta en escena, por ejemplo La clase muerta, Las
monas y las mononas, Wielopole Wielopole, Que revienten los
artistas, y luego las describía como yo las veía y sentía.
Después del estreno y la temporada volvía a conversar con
Kantor. Esas dos conversaciones se enfrentan entre sí, lo cual considero
es lo más interesante, para saber qué es lo que ocurrió
o cambió en el proceso de realización de la puesta en escena".
|