Directora General: Carmen Lira Saade
México D.F. Jueves 27 de diciembre de 2001
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Política
008n1pol Ť Improbable que el maíz modificado genéticamente sustituya al tradicional, menciona

Benéfico, flujo genético entre semillas criollas y granos transgénicos, considera el Cinvestav

Ť La asociación Agro Bio considera que la biotecnología es una herramienta básica de la agricultura

ANGELICA ENCISO/ II Y ULTIMA

Los científicos del Centro de Estudios Avanzados (Cinvestav) del IPN de Irapuato, la principal institución de investigación y desarrollo de transgénicos en México, afirman que no es "contaminación" lo que se presentó en la sierra Juárez de Oaxaca, sino "flujo genético", y demandan que el gobierno permita el cultivo comercial del grano.

La posición de los científicos parte de que "la ciencia no puede comprobar que los transgénicos sean dañinos" a la salud y al medio ambiente. Además, el maíz con el gen BT "reduce significativamente" el uso de insecticidas, no ocasiona impactos negativos sobre los ecosistemas, permite un manejo integral de plagas, evita la contaminación por aflatoxinas, reduce costos de producción y "puede ser incorporado fácilmente en maíces criollos", asegura Juan Pablo Martínez.

El investigador argumenta que estos beneficios deben llegar a los millones de campesinos que cultivan el maíz en 7 millones de hectáreas afectadas por la sequía y en 3 millones de suelos pobres, donde la productividad llega a ser de apenas dos toneladas por hectárea.

El director del Cinvestav, Rafael Herrera Estrella, explica a su vez que durante décadas las variedades criollas han convivido con las comerciales, incluidos los híbridos de las empresas trasnacionales, sin que ello haya causado su desaparición, y en la mayoría de los casos ni siquiera su sustitución por los pequeños productores.

En un artículo que el especialista publicó en la revista científica Nature, asegura que "durante todo el tiempo las variedades criollas y los materiales mejorados por técnicas convencionales han tenido oportunidad de intercambiar genes, y esto, lejos de eliminar la biodiversidad de nuestros materiales criollos, los ha enriquecido, y el pequeño productor ha ido incorporando los genes que le permiten obtener los materiales criollos mejor adaptados a su región, así como obtener lo suficiente para su consumo".

Agrega que no resulta extraño que alguien haya sembrado maíz transgénico y los genes de éste se hayan transferido a las variedades criollas de las siembras de la Sierra Juárez mediante los procesos naturales de polinización. Sin embargo, precisa que los campos comerciales más cercanos a las zonas donde se detectó "la contaminación" están a cien kilómetros de la zona, por eso una de las interrogantes es el origen del polen que "contaminó" esos cultivos.

En la publicación citada, el investigador advierte que en caso de que la Comisión Intersecretarial de Bioseguridad y Organismos Genéticamente Modificados (Cibiogem) confirme la presencia de elementos genéticos provenientes de maíces transgénicos en materiales criollos, "no se esperaría que representen un riesgo para el consumo, esto en virtud de que los materiales de maíz que se cultivan en el mundo han pasado estrictas evaluaciones que garantizan su inocuidad".

La organización Agro Bio, asociación civil que agrupa a Monsanto, Dupont, Aventis y Novartis, las principales empresas productoras de transgénicos, se manifiesta en el mismo sentido: "con base en la opinión de reconocidos científicos en México y otros países, la presencia de maíz modificado genéticamente no representa amenaza alguna para el maíz criollo. Los datos disponibles sugieren que si el maíz transgénico estuviera presente, lo estaría en bajos niveles y sin efectos sobre las variedades tradicionales".

La agrupación indica que "la biotecnología es una herramienta fundamental para la modernización y competitividad de la agricultura mexicana, además de que representa una oportunidad para nuestros agricultores de obtener importantes beneficios al utilizar semillas de mayor productividad, resistencia a plagas y condiciones climáticas adversas, además de contribuir al medio ambiente al reducir la contaminación del agua y el suelo, aumentar el valor nutritivo de los alimentos y la eficiencia industrial de los granos".

Los bancos de germoplasma, a salvo

El Centro Internacional de Mejoramiento de Maíz y Trigo (Cimmyt) con sede en Texcoco, almacena el banco de germoplasma de maíz mexicano. A partir de que se conoció públicamente la "contaminación" transgénica en las siembras de la sierra Juárez, el organismo procedió a analizar sus existencias del grano para determinar si también estaban afectados.

A partir de septiembre los investigadores del centro empezaron a estudiar las 28 poblaciones del grano recolectadas desde 1967. Las muestras fueron sometidas a pruebas para determinar si contenían algún transgén y el resultado fue negativo.

Frente al hecho que se registró en Oaxaca, el Cimmyt precisa que por la importancia de México como centro de origen y domesticación del maíz, han dedicado "recursos considerables" para ayudar a conservar la diversidad genética del maíz nativo. Tarea que se lleva a cabo en el banco de genes que conserva una de las colecciones más extensa de maíz en el mundo, porque incluye materiales como variedades, razas criollas y parientes silvestres de maíz.

También indica que las investigaciones que ha realizado con maíz transgénico se han apegado a las normas y protocolos de bioseguridad de México. El más reciente ensayo se realizó en septiembre de 1999 en la estación experimental Tlaltizapán, Morelos, pero desde antes, en 1998, el gobierno había anunciado la suspensión de facto del cultivo comercial del grano y los estudios se restringieron.

El negocio de los transgénicos, en pocas manos

En Estados Unidos el maíz modificado genéticamente se cultiva desde 1996 en 8 millones de hectáreas y, en total, ese país destina 20.5 millones de hectáreas a la siembra de otros transgénicos, como soya, algodón, canola y papa. Las principales empresas que cultivan estos productos son Monsanto, que concentra 88 por ciento de la superficie; Aventis, 8 por ciento, y Novartis 4 por ciento. Además de éstas, AstraZeneca, Dupont y Aventis desarrollan también los transgénicos.

Todas ellas son también responsables de casi dos tercios del mercado global de plaguicidas, casi un cuarto del comercio mundial de semillas y prácticamente el ciento por ciento del mercado de semillas transgénicas.

Estas trasnacionales se encuentran entre las diez mayores compañías de semillas que controlan aproximadamente 33 por ciento del comercio global, el cual asciende a unos 23 mil millones de dólares, y entre las diez compañías de agroquímicos que controlan 91 por ciento de un mercado valuado en 31 mil millones de dólares.

En México hay 16 cultivos que están en pruebas de campo, entre los que están sometidos el algodón, el tomate, la alfalfa, el arroz, la calabacita, el chile, la canola, la papaya, el melón y la piña. Los únicos con autorización para su siembra comercial son el algodón y el tomate, que ocupan alrededor de 100 mil hectáreas.

(Información del Grupo de Acción sobre Erosión, Tecnología y Concentración)

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