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Un año poco común en Hollywood
Andrew Gumbell
Este iba a ser un año raro para los premios cinematográficos.
Por un buen tiempo pareció no haber películas que valieran
la pena para entregarles premios. Además de que, desde el 11 de
septiembre, nadie está para festejos.
Lo
raro que estuvo el año cinematográfico pudo ser comprobado
hace unos dias cuando fueron dados a conocer los candidatos a los Globos
de Oro. Este curioso pero cercano precursor de los Oscares es decidido
por un pánel de periodistas free lance pertenecientes a la
Asociación de Prensa Extranjera de Hollywood.
Las postulaciones se esparcieron tan finamente como se
untaría mantequilla en una convención de dietistas, sobre
un compuesto de películas, actores y actrices. El señor
de los anillos, Moulin Rouge y El diario de Bridget Jones y
David Lynch, Robert Altman y los hermanos Coen.
Las dos principales contendientes, en cuanto al número
de menciones, fueron Moulin Rouge y Una mente bella (A
beatufiful mind), esta última de Russell Crowe, que trata ni
más ni menos que de un matemático. Llamarlas favoritas nos
daría escozor.
Lo único cierto entre los postulados fue la extraordinaria
y espesa presencia de actuaciones británicas y el talento de los
escritores, característica que seguramente se mantendrá durante
la temporada de entrega de premios, que culminará el 24 de marzo
con la entrega del Oscar. Judi Dench (Iris) y Tilda Swinton (The
deep end), son señaladas para mejores actrices, Ewan McGregor
(Moulin Rouge) para mejor actor, Helen Mirren (Gosford Park),
Maggie Smith (por la misma cinta) y Kate Winslet (Iris) para mejor
actriz de apoyo o secundaria y Jim Broadbent (Iris), Ben Kingsley
(Sexy beast) y Jude Law (AI) para mejor actor de apoyo o
reparto.
Los honores para los guionistas recaerán en Julian
Fellowes (Gosford Park) y Christopher Nolan por Memento,
cinta que también dirigió. Los Globos de Oro son un indicio
tempranero de lo que se puede esperar para los Oscares; lo que van a dejar
fuera de la lista los electores de la Academia es dificil de ver, a no
ser por la confusión que ello cause.
El sueño autoindulgente de David Lynch sobre la
locura de Hollywood, Mullholland drive, es seguramente un ejemplo
de lo que la Academia acabará por odiar, con su trama surrealista,
deliberadamente incoherente y candentes escenas de sexo entre lesbianas.
De la misma manera Robert Altman es tan popular entre
el establishment cinematográfico como las ámpulas
y es difícil ver cómo el drama británico costumbrista
Gosford Park, con su narrativa nada convencional que rehúsa
obedecer las reglas del género de asesinatos y el misterio, pueda
persuadir a las vacas sagradas de Hollywood.
No sólo los Globos de Oro parecen confusos. Premios
anteriores otorgados por los críticos en Estados Unidos han apuntado
en dirección de Moulin Rouge (la Junta de Críticos
Nacionales), Mulholland drive (críticos de Nueva York) y
un drama íntimo, muy halagado por las familias, llamado En la
recámara (In the bedroom) (críticos de Los Angeles).
Ninguna de ellas parece ser material de Oscar.
La acostumbrada orgía de fin de año de consideraciones
en cuanto a logros cinematográficos ha estado este año sumamente
empañada por los acontecimientos de los ataques terroristas
y la guerra en Afganistan, sucesos que también han deprimido a la
industria fílmica. Por un momento se llegó a pensar que las
ceremonias de entrega de premios estaban seriamente en peligro, ya fuera
por razones de seguridad o por cuestiones de buen gusto.
Los Emmys, los premios de la televisión estadunidense,
fueron pospuestos un par de veces y apenas tuvieron público cuando
finalmente se llevó a cabo la ceremonia. Preocupaciones de seguridad
han dado al traste con los planes para el Oscar en su nuevo hogar, el recientemente
terminado teatro Kodak, en el corazón de Hollywood. Y en cuanto
a festejos, ya casi nadie los menciona.
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