Directora General: Carmen Lira Saade
México D.F. Miércoles 2 de enero de 2002
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Cultura
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¤ El demonio y la señorita Prym es el título de su obra más reciente

No soy gurú, nunca lo he sido; sólo soy un escritor, manifiesta Paulo Coelho

¤ El respeto mutuo entre narrador y lector constituye un acto mágico, expresa

¤ Vivir un día más es el gran premio para el ser humano, dice el autor de El alquimista

ANGEL VARGAS

Aplaudida y denostada en dosis semejantes, la literatura de Paulo Coelho constituye un fenómeno de consumo. Ha sido publicada en más de cien países, traducida a 51 idiomas y sus ventas superan los 30 millones de ejemplares. Se estima que ha sido leída por más de cien millones de personas.

Son frecuentes las invitaciones que el escritor brasileño recibe de jefes de Estado. Es consejero especial de la UNESCO para el Programa de convergencia espiritual y diálogos interculturales. Ha recibido, entre otros, el nombramiento de Caballero de las Artes y las Letras que otorga el gobierno de Francia y el Crystal Award, que concede el Foro Económico Mundial.

Figura polémica, Coelho acepta la entrevista durante su rápida estancia en México, con motivo de la aparición de su más reciente libro El demonio y la señorita Prym (Grijalbo).

-¿Qué habló con el presidente Vicente Fox en su reciente reunión?

-Me explicó cuál era la situación del problema de la lectura en México. También hablamos de la importancia de la cultura y de cómo mantenerla viva más allá de la globalización.

-¿Tocaron temas generales de literatura o de libros de usted?

-No, y en cuanto a mis libros, creo que ya lo fotografiaron una vez leyendo uno. Su hija Cristina sí tiene algunos y platicamos un poco.

Interés por la espiritualidad

-¿Los gobernantes no le piden ciertos consejos cuando se reúne con ellos?

-Lo visible es que a veces tengo encuentros con la elite política, pero eso sólo sucede cinco o seis días por año. Lo invisible es que los otros trescientos cincuenta y tantos días me reúno con personas comunes. Y nadie me pide consejos. Es mucho más algo de compartir experiencias. La energía que está en mis libros viene de eso, de estar en las calles y platicar con las personas. Pero nunca doy consejos. Es una conversación de adultos sobre temas adultos y a veces infantiles, depende.

-¿Es más escritor que mago o más mago que escritor?

-Lleguemos a un acuerdo: estoy aquí como escritor, vamos a hablar de mi libro, si le interesa hacerlo con muchísimo gusto continuamos, de mi vida personal no voy a hablar.

-Pero esa faceta está en una biografía de Juan Arias. Lo presenta como un escritor mago.

-No dice eso. Lo que sí tengo es una vivencia espiritual larguísima dentro de mi vida y que sigo viviendo...

-Y que trasciende a lo literario, si se considera que Arias narra una experiencia en Brasil donde una conferencia se transformó en una terapia colectiva de mil personas. Sus libros, entonces, no están orientados por una experiencia estética, sino por una espiritual.

-¿Qué es lo estético?, ¿qué es el contenido y qué la forma? La forma sólo es una moda que no sirve para nada y que pasa. Los lectores buscan el contenido.coehlo

''La literatura es la literatura y la búsqueda espiritual es otra cosa. Desde niño quise ser escritor y estuve en un siquiátrico y en la prisión por querer serlo. Un día me decidí y comencé a hacer libros. Como me interesa mucho la espiritualidad empecé a hablar mucho de ese tema, pero tengo libros que no lo tocan. Por ejemplo el más famoso, El alquimista, no habla para nada de espiritualidad, sino del consenso humano. No por escribir de guerras soy general o de espionaje soy espía."

-¿Por qué valerse de la narrativa y no del ensayo si lo que le interesa es dar un mensaje?

-El ensayo hace de una teoría algo frío, mientras que la narración no sólo ofrece el placer de la forma y la estética, sino una comunicación con el niño que existe en el corazón. Un ensayo leído 50 años después está escrito a un nivel solamente, mientras que la narrativa se puede leer en distintos niveles, como ejemplo está Las mil y unas noches.

-¿Cuáles son sus autores favoritos?

-Pondría en primer lugar a Borges; nació el mismo día que yo y es una persona por la que tengo gran admiración. Pero no es el único: Henry Miller me enseñó a escribir; también me gustan Jorge Amado, William Blake y Oscar Wilde. Es muy difícil en realidad decir cuál es mi autor favorito. Podría decir que éstos son los que leo más de una vez.

-Sus obras se consideran de autoconocimiento.

-No lo son. Aunque si es el autoconocimiento del autor a través del libro, ahí sí lo admito.

-Pero los lectores lo ven como otra cosa, incluso como un chamán.

-El libro y las palabras que están ahí marcan mi responsabilidad. No puedo ser responsable por lo que piensen o hagan las personas después de leer mis libros. Si empezara a hacerlo caería en una dictadura, en una dominación. No puedo responder como chamán aunque se me considere tal. Sería como culpar a los Beatles del asesinato que hizo Charles Manson de su familia sólo porque él lo afirmo así. Mi obra no puede ser juzgada, entonces, a través de la visión de los lectores.

Compartir un poco del alma

-Es notorio de su parte el rechazo a ser considerado un conductor de almas.

-Eso es lo que planteo, pero muchas veces la gente no me comprende. ¿Quién soy yo para conducir almas? Mírame, soy un hombre con defectos, ¿cómo puedo conducirlas, entonces? Además no creo que alguien pueda tener el poder para hacerlo. Creo que las personas son responsables de sus actos. Por eso fui provocador hace un rato, porque sabía que íbamos a llegar a este punto: no soy un gurú y nunca lo he sido; soy un escritor. En mis actos con la gente no hay catarsis colectivas, sino respeto de mi parte para el lector y viceversa, y eso es un acto mágico.

''Hace unos días, en Plaza Loreto, firmé libros de las seis de la tarde a las 10 de noche, en un frío de puta madre, y sí estaba fatigado, pero no sentía nada porque estaba en un momento de comunión con las personas. Son las únicas ocasiones en que puedo verlas a los ojos y decirles gracias."

-Si no es gurú, cuando menos los lectores sí lo buscan como el catalizador de sus experiencias.

-Sí, me podría asumir como catalizador de emociones que están allí pero que no se mezclan con otras emociones. La catarsis es una cosa totalmente distinta, porque es una reacción que termina en sí misma. El catalizador no provoca reacción y se queda así; es como el café y la leche cuando se mezclan, ya no pueden separarse más.

-¿Qué le significa entonces que tantas personas lo lean en el mundo?

-Qué más me puede despertar que alegría, la sensación de que no estoy solo y de que comparto un poco de mi alma, pero nunca la idea de que conozco más o menos.

-Con este éxito editorial, ¿qué más puede esperar?

-Siempre el día siguiente. El gran premio para el hombre es un día más.

-¿Cómo asume que en su país natal su obra no sea considerada literatura?

-Hasta hace cinco años no era considerada, cierto, pero ahora ya lo es. La Academia siempre es dura con lo nuevo.

-¿Qué quiere decir con lo nuevo?

-Que mi literatura es sencilla y simple, y en eso está la revolución. Ahí soy la vanguardia, la vanguardia de volver al pasado, de contar como se hizo en Las mil y una noches. Pasarán muchas generaciones y me leerán. Llegó un momento en que la literatura se involucró de tal manera en la estética que se olvidó de la ética y del contenido.

''Ahora que mencioné que la Academia es dura con lo nuevo, a ellos no les gusta tampoco que un escritor pueda tener la fama de un popstar, así como para muchos un popstar no puede ser escritor o una modelo inteligente. Después de varios años, salí victorioso en mi lucha contra la Academia y mi obra es considerada literatura. Lo que sigue es estar en la Academia, y estaré."

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