Directora General: Carmen Lira Saade
México D.F. Viernes 4 de enero de 2002
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Mundo
020a1mun Guillermo Almeyra

Argentina: los escenarios posibles

El Martín Fierro -todo argentino lo sabe- reza: "los hermanos sean unidos/ porque esa es la ley primera/ que si ellos se pelean/ los devoran los de afuera". Habría que ponerse de acuerdo, primeramente, sobre quiénes son "hermanos" y, por consiguiente, en torno a qué podrían unirse, ya que no faltaron nunca los patrioteros partidarios de la unión nacional o los oportunistas de toda laya que encontraban más que dudosos hermanos. Sin embargo, en este caso, el famoso consejo de Hernández se aplica a los justicialistas (peronistas), a los dirigentes de la Unión Cívica Radical y a esos huérfanos del peronismo que constituyen el Frepaso: el candidato de este rejuntado, de esta gran albóndiga, es el ex gobernador peronista de la provincia de Buenos Aires y ex vicepresidente de Carlos Saúl Menem, caracterizado -sobre todo- por su complicidad con este último, por sus ideas fascistas y por la amplia libertad que concedió a la corrupción de una policía del gatillo fácil.

020f1.jpgUn gobierno de Alfredo Duhalde que cubra lo que queda del periodo interrumpido por la renuncia de Fernando de la Rúa -o sea, todo un año, hasta 2003- es la primera de las opciones del establishment político unido por el temor a "los de afuera", a la rebelión popular. El quinto presidente en menos de dos semanas ?para colmo, un representante típico del entorno de Menem, tan repudiado como De la Rúa y Domingo Cavallo y, además, nacionalista de derecha? ha surgido de la división e impotencia del peronismo, que no es capaz de tener una sola línea ni de presentar un hombre no comprometido con el pasado más oscuro, y del total desprestigio de los radicales y del Frepaso, expulsados del gobierno por la poblada y que, no pudiendo presentar ningún candidato propio, esperan que el estruendoso fracaso de un peronista como Duhalde haga que algún despistado pueda tener esperanzas en su retorno posterior.

Este "gobierno de amplia coalición nacional" sería en realidad una asociación para seguir delinquiendo, ya que Duhalde y sus aliados fueron los que privatizaron, robaron, amnistiaron a torturadores y asesinos, mataron manifestantes, trajeron a los Cavallo al servicio del capital internacional, aplicaron al pie de la letra las recomendaciones saqueadoras del Fondo Monetario Internacional y, por lo tanto, no pueden encabezar ningún cambio de política a favor del pueblo. Es más: ni siquiera es seguro que mantengan las concesiones que tuvo que hacer Adolfo Rodríguez Saá, como la condena a los represores, la libertad a los presos por saquear supermercados, la decisión de extraditar a los militares criminales de guerra pedidos por cortes europeas.

En cambio, mantienen el famoso corralito, o sea, el congelamiento de los depósitos bancarios de la gente común, que no puede extraer de ellos más de mil dólares mensuales. El gobierno de Duhalde será el de los partidos tradicionales (totalmente desprestigiados), el de los tecnócratas partidarios de las medidas de Cavallo pero sin Caballo, el de los importadores e inversionistas contrarios a la devaluación del peso, el del capital financiero para el cual el monopolio y el jineteo del dinero de todos es un magnífico negocio.

Como los partidos, incluido el peronista, no pueden darle apoyo, ya que están desprestigiados y son odiados, Duhalde se apoyará en la policía ansiosa de revancha, en lo que queda del aparato corporativo sindical peronista (los "gordos" de la Confederación General del Trabajo) y en un ala nacionalista de derecha de las fuerzas armadas, que estará detrás del trono, como los militares uruguayos estuvieron en su momento detrás de la fachada presidencial de Bordaberry.

Si la derecha en todas su variantes -la tercera vía alfonsinista, la cleptocracia menemista y el Cavallo-Delaruismo- causaron el desastre, este nuevo gobierno de derecha, formado con los mismos ingredientes descompuestos de la albóndiga neoliberal, tiene ya su camino y su destino marcados. Sin embargo, el hecho de que 2002 será un año prelectoral con el gobierno y el régimen en aguda crisis y con los partidos desgastados y divididos puede dar tiempo a la organización del repudio popular, a esa furia que fue capaz de derribar el gobierno de De la Rúa-Cavallo, pero carece aún de liderazgo, cuadros y programa.

Esta es la segunda opción: la de "los de afuera" del sistema, que en parte han roto con su sensación de impotencia y comprobado el poder de los que no tienen el poder, lo cual va a determinar sus futuras actitudes y acciones. Sobre todo porque sigue presente la terrible provocación del robo de su dinero por el gobierno y el capital financiero, y porque no pueden hacer planes de ningún tipo: ni las vacaciones para los clasemedieros, ni las compras de provisiones para los más pobres. Ni la consiguiente congelación del consumo, por falta de efectivo, ni de la producción, que agrava el desempleo, tienen un papel apaciguador. Por el contrario, son banderillas clavadas en la población, que ve además la impunidad de los delincuentes de todo tipo (desde los sacadólares hasta los asesinos de manifestantes).

Los argentinos forman un pueblo culto, con memoria histórica. Son los más politizados de América Latina y el pueblo en el que más pesa la cultura obrera, lo que hace que las manifestaciones y cacerolazos o todas las otras expresiones de organización y resistencia popular, como los piqueteros, los delegados de los desocupados, los que organizan el trueque, se hagan con métodos obreros.

Sin embargo, politizado no quiere decir con preparación ideológica. El nivel teórico de la fragmentada izquierda ?buena parte de la cual, desde los comunistas hasta sectores trotskistas, apoyó al peronismo, cuya visión nacionalista derechista de unidad nacional es, precisamente, la que permite la subsistencia de los Duhalde y los Menem? es, por decir poco, lamentable. Las luchas se realizan entonces con gran vigor y radicalismo pero con gran confusión sobre los objetivos. Para colmo, los argentinos pasan rápidamente de la euforia a la depresión y son poco realistas para apreciar las consecuencias y límites de las victorias y lo que surge de las derrotas. Los prejuicios antizquierdistas de muchos trabajadores peronistas ?justificados por la historia del partido comunista y por el sectarismo de la Nueva Izquierda? son aún muy fuertes y la Iglesia católica, aunque esté dividida, se apoya mucho en un profundo conservadurismo y nacionalismo que marca negativamente ?por ejemplo, con el racismo y la xenofobia? a buena parte del pueblo argentino. La deserción de un gran sector de la intelectualidad, que se hizo alfonsinista, frepasista, delaruísta, neoliberal, agrava aún más el panorama y dificulta la rápida organización de un polo popular alternativo, que se apoye en los cambios sicosociales producidos por la rebelión de diciembre.

En cambio, la división de la Iglesia (que no puede apoyar a Duhalde ni al neoliberalismo) y la fragmentación del ejército, un ala del cual repudia la destrucción del país por el capital financiero internacional y el robo y la corrupción, son factores que dan mayor margen a la opción popular... si este año electoral transcurriese sin golpes ni represión, lo cual no es nada seguro, ya que Washington "vota" todos los días en los círculos áulicos y el capital financiero mantiene bien apretaditos sus tentáculos. Habría que ver, por último, los efectos de la movilización popular argentina sobre las próximas elecciones brasileñas (y viceversa), y los efectos sociales de la agravación de la situación económica en Chile, Uruguay, Bolivia, Paraguay y su repercusión en Argentina. Pero eso debe ser analizado aparte.

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