Directora General: Carmen Lira Saade
México D.F. Lunes 14 de enero de 2002
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Deportes
24an1dep TOROS

Ť Despiadada corrida de diez toros, nueve de ellos mansos de solemnidad

Salvan la tarde Casasola y El Juli al cortar dos orejas cada uno

Ť Descastadas reses de Bernaldo de Quirós Ť Los llenaplazas no llenaron la plazota

LEONARDO PAEZ

Igualito que los legisladores anencefálicos haciendo leyes a espaldas del pueblo por órdenes de Hacienda, es decir, por órdenes del Presidente del cambio, la empresa de la Plaza México continúa haciendo carteles a espaldas de la afición para tranquilidad de los llenaplazas que le quedan, los que por ende imponen el nivel de comodidad que se les antoja.

Así, en el cartel más tonto en la historia de la Plaza México, el singular promotor del espectáculo taurino decidió -es un decir- hacer una combinación de toreros que ni a los verdes ecologistas se les hubiera ocurrido, pues el descarado proteccionismo de que fueron objeto dos de los toreros españoles más importantes del momento evidencia la nefasta política entreguista adoptada por la empresa desde hace nueve años. Como las anteriores y la nueva administración, pues.

Es el espíritu del falso cambio recorriendo la vida nacional en todos los ámbitos, es la democracia entendida como falacia y es la fiesta de toros manejada como negocito particular, en el marco de un neoliberalismo desbocado e insensible, sin leyes, autoridades ni legisladores que lo acoten.

¿Por qué el cartel más tonto?

dibujo toros-CasasolaPorque a Enrique Ponce y a El Juli, cada uno con más de cien corridas toreadas el año pasado en su país, la empresa está obligada a ponerlos con diestros mexicanos que de verdad les aprieten, y no recurrir al expediente demagógico de las falsas oportunidades a toreros modestos, como lo viene haciendo hace años.

¿Fue un encierro a la altura del oficio y fama de los diestros hispanos la mansada de Bernaldo de Quirós? ¿Fue oportunidad para Antonio Urrutia salir de primer espada la tarde de ayer? ¿Fue ese el cartel que esperaba el desidioso público de la México? ¿Es esa la sensibilidad taurina de la empresa para ofrecer espectáculos atractivos? ¿Las recientes hazañas de Mariano Ramos, Jorge Gutiérrez o Rafael Ortega no merecían haber medido armas con los cuasi llenaplazas? A pesar de tamañas omisiones los aficionados a apellidos más que a los toros llenaron el numerado y buena parte de general, no obstante la fría y lluviosa tarde.

Se pas-toreó un encierro quesque con más de cuatro años -los posmortem pasaron a la historia en el gobierno capitalino del cambio-, decorosamente presentado -pobre de cabeza y sobrado de kilos- de Bernaldo de Quirós, propiedad del matador Javier Bernaldo, quien la temporada pasada había enviado una dócil, mansurrona y débil corrida en busca de cartel, mismo que de inmediato le fue otorgado por las coludidas autoridades de la delegación Benito Juárez, que una vez más confundieron docilidad repetidora con bravura a secas.

Ayer esa crasa confusión hizo crisis, y de los ocho bernaldos que salieron por toriles, quizá el octavo medio empujó en un puyazo y llegó a la muleta con recorrido y cierta transmisión. El resto mal acudió al caballo y llegó a la muleta agarrado al piso y soseando. A su segundo El Juli de plano lo pasó sin picar, lo que permitió al toro llegar al tercio final con fuerza y alegría. El pobre desempeño de Ponce hace que cobre más importancia el magistral trasteo de Mariano Ramos al inválido de Celia Barbabosa en el festejo anterior.

Casasola, capacidad de respuesta

No afloja el paso el joven texcocano Leopoldo Casasola (21 años de edad y tres meses de alternativa), quien aprovechó cabalmente la toreabilidad de su lote, si bien en tandas de pocos pases a su primero, que embestía como un bendito por ambos lados, y en ocasiones adelantando la suerte con su segundo, el de más recorrido. Como en ambos Casasola se entregara en la suerte suprema el público demandó una oreja por faena, petición que fue atendida por el juez Balderas.

Es una pena que la estatura tauromáquica del Juli no pueda ser constatada por los públicos mexicanos y que una joven figura que en España le sale al mismo diablo aquí exija toritos de la ilusión o su aproximación. Por su escasa presencia fue protestado su primero, al que toreó eléctrico de capa, clavó un espectacular par por dentro -la emoción la da la bravura- y poco pudo hacerle con la muleta.

Lo interesante vino con el séptimo, al que lanceó con quietud, dejó un vistoso tercer par y cuajó una breve e inteligente faena, coronada con un auténtico vuelapiés. Plegándose a la barata posnavideña de orejas, el juez soltó dos con la tradicional rapidez de la autoridad en esa plazota.

Enrique Ponce anda aburrido y aburre, sobre todo en carteles de escaso compromiso. Siempre embarullado con su capotón, con la muleta no quiso ver a su primero, que se dejaba por el derecho, a su segundo nomás no lo pudo hacer pasar -lleva más de mil corridas toreadas en 10 años, no olvidarlo-, y a insistencia del empresario se puso a regalar uno de Xajay, al que muleteó a distancia como es su costumbre. 

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