Directora General: Carmen Lira Saade
México D.F. Viernes 18 de enero de 2002
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Política
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Gilberto López y Rivas

Impunidad infinita

Con los lemas libertad duradera y Justicia infinita, el gobierno de la Casa Blanca intentó justificar ideológicamente una guerra unilateral, devastadora y fuera de todo principio de legalidad internacional. Lo que ha predominado en el genocidio contra el pueblo afgano es la violación de todos los principios de soberanía y autodeterminación que dieron origen a la Organización de Naciones Unidas, paradójicamente con la complicidad del propio organismo mundial.

A diferencia de otras intervenciones militares estadunidenses, en esta ocasión la controvertida elite política de Estados Unidos (ahora empantanada en un caso más de corrupción) logró consensar el apoyo de los grupos gobernantes del mundo. Ante los ojos de la comunidad internacional, el país que se autoconsidera "defensor de la libertad, la justicia y la democracia" ha venido atropellando los derechos humanos de mujeres, hombres y niños de una nación que se suponía soberana. Además de bombardear ciudades y regiones enteras, los soldados estadunidenses y aliados han ejecutado a sangre fría, y han maltratado y torturado a prisioneros de guerra, contraviniendo groseramente el marco jurídico internacional.

Las declaraciones del secretario de Defensa del gobierno estadunidense, Donald Rumsfeld, al referirse a los prisioneros del régimen talibán trasladados a Guantánamo šencadenados y sedados!, como "combatientes ilegales que no gozan de ningún derecho de la Convención de Ginebra", contienen un tinte abiertamente fascista. Más aún, Ƒcon qué autoridad política y judicial, ya no digamos moral, se habla de legalidad, cuando con la guerra en Afganistán presenciamos actos de las potencias intervencionistas que rebasan nuestra capacidad de indignación?

El mismo hecho de trasladar a los prisioneros de guerra a la base militar de Guantánamo, para no estar sujetos a ninguna de las ahora disminuidas garantías de la Constitución de Estados Unidos, es la expresión más aberrante de la impunidad con la que actúan las fuerzas militares de ese país. Todo ello tomando en cuenta que lo conocido hasta ahora es sólo aquello que la censura castrense ha permitido.

El polémico artículo de James Petras, recientemente publicado en un Perfil de La Jornada, más que aplicarse sólo a los intelectuales "de izquierda", a los cuales no se les puede denostar en "masa", se debe dirigir particularmente a los intelectuales liberales y conservadores de distintas partes del mundo que se consideran demócratas y heraldos del "estado de derecho", que han legitimado por omisión o comisión las brutalidades de los intereses del gran capital, que son los que realmente están en juego en la supuesta guerra contra el terrorismo. ƑDónde quedaron la tercera vía y el "bien común"? Así, los preceptos fundamentales del imperialismo continúan efectivamente vigentes, pero bajo una nueva expresión planetaria: la globalización neoliberal.

Como podemos constatar a diario mediante los medios de difusión masiva (sería muy pretensioso seguirlo llamando medios de comunicación), existe un proyecto hegemónico de globalización que continúa arrastrando la misma barbarie indisociable a la historia del capital. Poco o nada se ha aprendido de las fatídicas experiencias de los totalitarismos europeos y los regímenes dictatoriales de nuestra América. Todo parece indicar que los aparatos burocráticos de los Estados-nación resquebrajados que se encuentran sometidos a los flujos del capital financiero han perdido la brújula de la justicia en los ámbitos local e internacional. Lo constatamos en Afganistán, pero también lo observamos en Pakistán, Argentina o Colombia, por referir los casos más extremos. Esto no significa que cada uno de los conflictos existentes en estas naciones no tenga sus propias determinaciones. No obstante, en cada uno existe por lo menos un elemento en común: la necesidad de la reproducción salvaje del capital y la ilegalidad con la que actúan los aparatos de gobierno para generar las condiciones óptimas del funcionamiento de los mercados y la hegemonía militar de Estados Unidos y sus aliados.

No es nada promisorio el futuro inmediato de una civilización que, lejos de aprender de sus grandes errores, continúa dejando un legado de impunidad presumiblemente infinita. Quede aquí, al menos, la denuncia y la protesta.

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