Directora General: Carmen Lira Saade
México D.F. Sábado 2 de febrero de 2002
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Política

Martí Batres Guadarrama

Los partidos y la reforma del DF

De acuerdo con estudios de opinión del Grupo de Economistas Asociados, el Partido Revolucionario Institucional (PRI) mantenía (hasta antes del episodio Pemexgate) un nivel de preferencia electoral cercano a 40 por ciento en los estados de la República, pero apenas de 11 por ciento en la capital del país. El Distrito Federal es, además, la única entidad en la que el PRI ocupó el tercer lugar en el más reciente proceso electoral y en la intención de voto actual. Ahí donde gobierna el Partido Acción Nacional (PAN), el Revolucionario Institucional es segunda fuerza; ahí donde domina el Partido de la Revolución Democrática (PRD), el PRI es su competidor más cercano, pero esto no es así en la ciudad de México. La capital del país, centro político de la nación, es el lugar en el cual el Institucional tiene el más bajo grado de aceptación. Es también la única entidad donde la competencia es entre PRD y PAN, dejando al tricolor en tercer sitio.

ƑQué causa la diferencia tan notable en la intención del voto entre quienes viven en la provincia y los habitantes de la capital de la República? ƑQué ha llevado al priísmo del Distrito Federal a perder la preferencia electoral precisamente en el centro económico, político, social y cultural del país? ƑPor qué en los estados su capacidad competitiva es fuerte, incluso donde ha dejado de ser gobierno, y en el Distrito Federal no?

Las razones son varias, pero hay una determinante. Influyen, desde luego, el mal gobierno de Oscar Espinosa Villarreal; el grado de escolaridad de los ciudadanos, el interés por la participación política (individual y a través de movimientos urbanos), así como el acceso a la información. Pero el factor fundamental en esta notable diferenciación es que en el proceso democratizador del Distrito Federal sus habitantes se identifican con los partidos históricamente opositores al Revolucionario Institucional. En contrapartida, este partido aparece como el dique a la conquista de los derechos políticos plenos para la ciudadanía capitalina. La democratización de la ciudad es vista como un logro que las fuerzas políticas han alcanzado a pesar del tricolor.

Estas apreciaciones pueden ser muy imprecisas, pues la realidad es más compleja. Existen militantes distinguidos del propio PRI que han apoyado las causas de la democratización del Distrito Federal. Sin embargo, parece, se ve, se aprecia, que el priísmo se ha encargado de construir una actitud contraria a los derechos plenos de los defeños.

Recientemente, en la Asamblea Legislativa del Distrito Federal (ALDF) arribaron a importantes consensos para avanzar en el proceso de autonomía de la capital. Gracias a la buena labor de los coordinadores parlamentarios de ese órgano de gobierno y de su lideresa, María de los Angeles Moreno; también al esfuerzo de concertación, encabezado por José Agustín Ortiz Pinchetti, y al empeño de los partidos en la capital, se alcanzó un acuerdo entre todos para reformar la Constitución Política de los Estados Unidos Mexicanos y darle un nuevo marco jurídico-político de autonomía al Distrito Federal.

Entre los acuerdos están la elaboración de un Estatuto Constitucional del Distrito Federal, aprobado por la Asamblea Legislativa; se dota a este órgano de gobierno de todas las atribuciones legislativas que tienen los estados de la República; se le otorga la atribución de aprobar el techo de endeudamiento de la ciudad; se incorpora a la ALDF al constituyente permanente para que pueda aprobar o rechazar las reformas constitucionales; se le dota de la facultad de iniciativa ante el Congreso de la Unión en todos los temas. Estos son, entre muchos otros, los puntos que conforman la propuesta de la reforma.

Seguramente faltan asuntos por resolver, como también es cierto que hay fuerzas políticas, como el PRD y el PAN, que seguirán insistiendo en la denominación de la capital como estado de la Federación. No obstante, los acuerdos alcanzados son un notable avance en el reconocimiento de los derechos políticos y económicos de los capitalinos. Dicha reforma tiene un perfil parlamentario que debe ponderarse.

Dichos acuerdos fueron aprobados por todos los partidos en la ALDF y después en la Cámara de Diputados. Hasta ahora el Senado de la República no ha aprobado la reforma. Está especialmente en manos de los senadores priístas demostrar que su partido no es el obstáculo para que los capitalinos alcancen sus plenos derechos.

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