Directora General: Carmen Lira Saade
México D.F. Domingo 10 de febrero de 2002
  Primera y Contraportada
  Editorial
  Opinión
  Correo Ilustrado
  Política
  Economía
  Cultura
  Espectáculos
  Estados
  Capital
  Mundo
  Sociedad y Justicia
  Deportes
  Lunes en la Ciencia
  Suplementos
  Perfiles
  Fotografía
  Cartones
  La Jornada de Oriente
  Correo Electrónico
  Busquedas
  >

Cultura
El artista brasileño se define como fotógrafo de lo espontáneo; celebra en México sus 58

Tengo el fabuloso privilegio de seguir el curso histórico de la sociedad: Salgado

El hambre, el mundo del trabajo y las corrientes migratorias, temas de sus ensayos Exodo, muestra que se exhibirá a fines de este año, es una historia de la reorganización de la familia, dice

ARTURO GARCIA HERNANDEZ

Aunque no le gusta oírlo y menos aceptarlo, el brasileño Sebastião Salgado es, sin lugar a duda, uno de los grandes maestros en la historia de la fotografía. Su trabajo -valioso documental y estéticamente- lo dice por encima de su excesiva modestia. Y tenemos la suerte de ser sus contemporáneos y de escuchar de viva voz lecciones -de vida, de periodismo, de fotografía-, como la que dio la noche del viernes en el ex Colegio de San Ildefonso, durante la charla que sostuvo con el público y con sus colegas y amigos: Raghu Rai, de India, y Graciela Iturbide, de México, en el contexto de la exposición y de la publicación del libro India México. Vientos paralelos.

Lo de Salgado es la fotografía, pero la palabra -lo saben quienes lo han oído? se le da bastante bien, incluso en español, que no es su lengua madre.

Para explicar el sentido de su trabajo y la presencia de sus fotos en el libro y la exposición, junto a las de Iturbide y a las de Rai, se mostró como el hombre culto, sensible, apasionado, lúcido que es a sus 58 años, cumplidos anteayer mismo y festejados al mediodía con mariachis, a bordo de una trajinera en Xochimilco.

Indicadores por imágenes

Salgado -quien no acepta verse como otra cosa que no sea reportero- empezó su cátedra con una vuelta al pasado, a los días en que estudiaba el doctorado de economía en París y su compañera compró una cámara para hacer fotografía de arquitectura. Cayó en manos de él y se dio cuenta de que las fotografías le causaban más placer que los informes económicos: "Descubrí la fotografía a través de una cámara y desde entonces es una presencia inmensa en mi vida".

En 1973 abandonó la economía y empezó su vida como fotógrafo: "Intenté hacer varios tipos diferentes de fotografía; de nudos, de paisaje, de deportes, y un día, sin saber por qué, me interné en la fotografía social. Después fue sencillo de explicar: lo hice porque vengo de un país como el de ustedes, considerado, entre comillas, de tercer mundo, donde vivimos dentro de un volcán social; tengo formación de economista, estudié sociología, milité en los partidos de izquierda y tengo formación marxista. Entonces para mí es un placer trabajar la fotografía social".

La agencia francesa Sigma ofreció a Salgado su primer trabajo de fotógrafo. Seis meses después se fue a la agencia Gama, "donde cursé mi escuela de fotoperiodismo. Ahí trabajé haciendo periodismo bien rápido, bien duro. Fue una oportunidad única de viajar y siempre aprender. Anduve en zonas de guerra; mucho en Africa, de donde tengo una historia del fin del colonialismo correspondiente a los años de 1974, 1975, 1976. Después de Africa me fui a otros países donde había conflictos. Era una cosa muy interesante, muy dinámica. Ha sido una escuela y como tal tienes que salir de ella, si no, te transformas en profesor de la escuela".

Salgado estuvo en Portugal durante la Revolución de los Claveles, en 1974 y 1975; "fue maravilloso ver a un país saliendo de 50 años de una dictadura brutal''.

''Con pasión profunda por la fotografía, aprendiendo al ver la fotografía de otros, llegó el momento en que pensé que ya había dominado la técnica". Cuando el proceso de trabajo se empezó a repetir y a volver rutinario, decidió nuevamente cambiar de aires. Presentó un portafolio a la agencia Imago: "Entré ahí en el 79 y me quedé hasta 1994. Pasé 15 años de trabajo maravilloso, maravilloso. Ahí podía hacer proyectos a largo plazo. Yo encuentro placer muy grande al trabajar en ensayos fotográficos. Ya no tenía más un patrón. En Gama tenía que ser productivo; en Imago no, porque es una cooperativa, los fotógrafos son socios propietarios. Podía trabajar de un modo mucho más relajado. Entonces hice una serie de ensayos. Mi vida fotográfica es un mundo de ensayos".

Las fotografías de Salgado que se publican en el libro India México y que se exponen en el ex Colegio de San Ildefonso forman parte de tres de esos ensayos, tres grandes temas: el hambre, el mundo del trabajo y corrientes migratorias.

El ensayo sobre el trabajo fue resultado de seis años de actividad en 25 países: "Viniendo de una formación económica, para mí el mundo del trabajo es base de la sociedad. Partí sabiendo que estábamos viviendo el fin de una gran revolución industrial, el fin de la primera gran revolución industrial. Ha sido un placer inmenso ver la grandeza de la producción, de ver al hombre como transformador de los bienes y de la naturaleza. Mientras fotografiaba eso, vi el fin de esa revolución y vi la transformación de la manera de producir que hoy llamamos revolución y en ese momento estaba en curso, y que estaba llevando a una recomposición total de toda la familia humana.

"Creo que estamos en una revolución colosal, increíble. Hemos roto un punto de equilibrio, y a eso contribuye lo que pasó el 11 de septiembre, de lo que resultó un poder mucho más opulento, más agresivo".

El tema de las migraciones está estrechamente relacionado con el anterior, pues el reordenamiento de la economía provoca que "la renta del planeta ingrese a unos pocos países". La gente se mueve hacia donde hay recursos y trabajo: ''Empecé a investigar y a hacer un estudio, y he visto que más o menos 120 millones de personas en todo el mundo abandonan el campo cada año y se van a las ciudades".

Entonces Sebastião Salgado tomó la decisión de "hacer una historia de la reorganización de la familia humana". Acaba de concluirlo. Formará parte de una exposición a la que llama Exodo, integrada por 300 fotografías y 900 para proyección. Es probable que a fines de este año o a principios del próximo la muestra llegue a México: "No es una exposición de mis buenas o malas fotografías; es una exposición sobre lo que pasa en el planeta desde el punto de vista de la población".

La foto, mi participación en lo social

Como periodista, el propósito de Salgado no es llamar la atención sobre la belleza de sus fotos, sino abrir un debate, contribuir a que esos grandes problemas del mundo se discutan para buscarles solución: "La fotografía periodística por sí misma no creo que sea suficientemente poderosa para provocar cambios en la sociedad, pero forma parte de la discusión. La sociedad es tan compleja, tan llena de variables. Creo que en esta dialéctica donde vivimos, en este punto y contrapunto de la sociedad, uno tiene derecho de participar en el debate. Esta es mi forma de participación, la más honesta posible. Soy un contador de historias a través de la imagen. Tengo el privilegio fabuloso de ser un fotógrafo de lo espontáneo y de seguir el curso histórico de nuestra sociedad".

La lección fue extensa y generosa. Este es un resumen. Faltan aspectos y, sobre todo, la elocuencia y la pasión de Sebastião Salgado al hablar. Al final, el fotógrafo dijo que antes era optimista sobre el futuro del "bicho humano"; hoy "sólo tengo esperanza. No estoy seguro si vamos a sobrevivir como especie. Por lo que nos estamos haciendo a nosotros y al planeta, no merecemos sobrevivir".

Números Anteriores (Disponibles desde el 29 de marzo de 1996)
Día Mes Año