Directora General: Carmen Lira Saade
México D.F. Miércoles 13 de febrero de 2002
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Mundo

Por ahora se limitará a suministrar piezas de repuesto para el viejo arsenal soviético

Rusia condiciona venta de armas a Afganistán

Riesgo de ruptura entre los grupos que pelean por el poder luego del régimen talibán

JUAN PABLO DUCH CORRESPONSAL

Moscu, 12 de febrero. Mientras no haya dinero contante y sonante, Rusia no piensa entregar a Afganistán ningún tipo de armamento moderno y, por ahora, se limitará a suministrar piezas de repuesto para las antiguas armas de fabricación soviética, que constituyen 90 por ciento del arsenal del nuevo ejército afgano.

Dicho quizá con un lenguaje más diplomático, es el mensaje que pudo captar en esta capital el ministro afgano de Defensa, Mohammad Fahim, quien trajo una larga relación del más sofisticado armamento que hubiera querido recibir como simple donación, igual que en otros tiempos.

Rusia, aunque está interesada en mantener una relación cercana con la facción tadjika que representa Fahim, junto con los titulares de las carteras del Interior y Relaciones Exteriores, en el gobierno provisional de Afganistán, ya no puede permitirse el lujo de regalar nada.

Y menos sin la mínima garantía de que la inversión resultará políticamente rentable. La situación en Afganistán no está para fomentar optimismos y de ello, seguramente, Fahim habrá podido ofrecer muchos detalles a sus interlocutores rusos.

Por ejemplo, que el ex presidente Burhanuddin Rabbani se siente engañado por la ONU, pues según dice le habían asegurado que el gobierno provisional no se formaría en la conferencia de Alemania; que el uzbeko Rashid Dostum mantiene negociaciones secretas con un país limítrofe y está enfrentado al tadjiko Mohammed Atta, cuyas tropas se niegan a abandonar Mazar-e-Sharif; que hay fuertes impugnaciones a los nombramientos de gobernantes en Paktia, Balj y otras provincias, con choques armados entre distintos grupos que tuvieron saldo de 60 muertos, tan sólo en las últimas dos semanas de enero.

También, que los pashtunes del sur se oponen a que las minorías del norte determinen la composición de los delegados a la Loya Jirga o gran asamblea tribal que, esta primavera, debería reunirse para elegir un auténtico gobierno de transición;taliban_prisoners_cv9 que el señor feudal de Herat, Ismail Jan, está recibiendo ayuda foránea en dinero y armas, sin el consentimiento de Kabul; que el controvertido líder pashtún, Gulbuddin Hekmatyar, insiste desde su exilio en Irán que volverá para "expulsar a los invasores extranjeros" que instalaron el gobierno de Hamid Karzai.

En una palabra, sin tener que mencionar muchas otras noticias preocupantes que llegan aquí de Afganistán, sigue siendo muy alto el riesgo de ruptura violenta entre los grupos que aspiran a ocupar el vacío de poder dejado por el régimen talibán.

Si la frágil tregua entre ellos se rompe, tras un inevitable baño de sangre -lamentablemente cíclico en la historia reciente de Afganistán- se impondrá quien tenga más dinero y armas.

Esto último es lo que ahora no se podrá llevar Fahim de Moscú, pues el encargado de la difícil tarea de conciliar las rivalidades entre los combatientes de la llamada Alianza del Norte, reconvertidos de la noche a la mañana en soldados del ejército afgano, dispone sólo de varias decenas de millones de dólares.

La suma fue asignada, al calor de la euforia antitalibán, por Estados Unidos y otros países, y sirvió para financiar en octubre del año pasado una primera partida de tanques, piezas de artillería y carros blindados de fabricación soviética y dados de baja por el ejército ruso.

El remanente apenas alcanza para adquirir piezas de repuesto, que el ministro afgano de Defensa recibirá sin problemas. No así, los tanques, los cazabombarderos, helicópteros de combate y sistemas de lanzamiento de misiles, todos de última generación que figuraban en la lista de prioridades de Fahim.

El tema será abordado nuevamente los primeros días de marzo, durante la visita que realizará a Moscú el jefe del gobierno provisional de Afganistán, Hamid Karzai, poco después de que vaya a Teherán a sentar las bases de la nueva relación de su país con Irán.

Por el momento no es claro si después de que el presidente estadunidense, George W. Bush, proclamó la existencia de un llamado "eje del mal" como preludio para nuevas aventuras bélicas, se mantendrá el compromiso de Estados Unidos de financiar el suministro de armas rusas para la coalición antitalibán, hoy gobierno en Kabul.

Es probable que Moscú deje en manos de Karzai la aclaración del espinoso asunto, toda vez que parece que no se avanzó mucho en las conversaciones que sostuvo en Washington, hace unos días, el viceministro ruso de Relaciones Exteriores, Viacheslav Trubnikov, durante la sesión en turno del llamado grupo bilateral para Afganistán.

Poco antes del famoso mensaje de Bush a la nación, el subsecretario del Consejo de Seguridad de Rusia, Oleg Chernov, no tenía duda: "Moscú y Washington ya alcanzaron un acuerdo al más alto nivel político para que los suministros de armas rusas a Afganistán sean financiados por Estados Unidos, y sólo falta precisar documentalmente las cifras y los detalles de los mecanismos de compensación", comentó.

Desencuentros Kremlin-Casa Blanca

Ahora, la amenaza de Estados Unidos contra Irak, Irán y Corea del Norte, que formarían el supuesto "eje del mal", está provocando cada vez más desencuentros entre el Kremlin y la Casa Blanca.

Hoy mismo, aprovechando la presencia de Fahim en Moscú, el ministro ruso de Defensa, Serguei Ivanov, reiteró el rechazo de Rusia a que Estados Unidos extienda a otros países de manera unilateral la "operación contraterrorista", sin antes tener absoluta certeza de que están involucrados en actividades terroristas y sin la respectiva resolución del Consejo de Seguridad de la ONU.

Ivanov dio a entender que en esas condiciones no descarta que Rusia llegara a participar en alguna operación internacional contra otros países, de lo que prefirió llamar "arco de inestabilidad", sin mencionar nombres. Y agregó que, por ahora, "es sólo una posibilidad teórica". Sólo le faltó agregar que ello podría suceder siempre y cuando Rusia, o cualquiera de los otros cuatro miembros permanentes, no aplique su derecho de veto en el Consejo de Seguridad del organismo mundial.

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