Libro alusivo de Rogelio Agrasánchez se comenta hoy en la Cineteca Nacional

El glamur ya no es distintivo del cine mexicano

ERICKA MONTAÑO GARFIAS

Las actuales estrellas de cine ya no se toman en serio su papel de diosas del erotismo y del glamur, como las que antaño le dieron nombre y apellido al cine mexicano: María Félix, Silvia Pinal, Gloria Marín o Lupe Vélez, quienes "sí sabían que eran atractivas y a las que la pantalla ayudaba a enfatizar esa belleza", señala Rogelio Agrasánchez Jr, autor del libro Bellezas del cine mexicano, una edición inglés-español que reúne a 80 divas de los cuarenta, cincuenta y sesenta.

A las actrices ya no les gusta que les llamen divas y la época tampoco se presta para ello porque un fenómeno común verlas por televisión, en teatro, o en la calle. Antes no podían salir ni a la esquina a comprar un taco, como le pasaba a Gloria Marín. "El glamur ya no se toma en cuenta, aunque es cierto que llaman la atención porque a través de los medios de comunicación, de la publicidad, se forma una imagen que impresiona a cualquier espectador".

En el cine nacional ahora se buscan "situaciones más reales, cotidianas con actitudes más naturales, más normales, no tan barrocas" como en la época de oro, cuando se tomaba en cuenta la forma de hablar, el comportamiento de cada estrella "los fotógrafos hacían trabajos maravillosos, los rostros se veían casi divinos. Ellas, las grandes del cine mexicano, al ser retratadas sabían que iban a atraer al público".

Mediante 260 páginas el autor repasa las bellezas de la cinematografía nacional y hay para todos los gustos divididas en cuatro capítulos: "Mujeres encantadoras", como Lupe Vélez, Dolores del Río, Sofía Alvarez, María Elena Marqués, Carmen Montejo, y Leonora Amar.

Le sigue un "Concurso de Belleza" en el que participan Evangelina Elizondo, Ninón Sevilla, Meche Barba, Martha Roth, Emilia Guiú, Irasema Dilian, Rosita Quintana y Yolanda Montes Tongolele, entre otras. El tercer capítulo es el de las Muñecas peligrosas como Ana Luisa Peluffo, las hermanas Tere y Lorena Velázquez, Angélica María, Mari Cruz Olivier y Fanny Canno, y al final un pequeño álbum de "Jóvenes y bellas" con imágenes de Rossana Podestá, Carmen Sevilla y Elsa Cárdenas.

De entre todas ellas, agrega Agrasánchez, es difícil decir cuál es la diva de divas porque cada una de ellas tiene sus fanáticos, lo que sí es fácil es mencionar a las olvidadas: Lupe Vélez, quien hizo carrera en Hollywood, filmó en México La Zandunga (1937) y Naná (1943). Vélez se suicidó en 1944. Otra más es Lupita Tovar quien fue la primera belleza del cine sonoro nacional y también Irasema Dilian "que tenía una belleza rara, para algunos era fría, para otros muy etérea".

En la primera etapa, por allá entre 1916 y 1930, las actrices imitaban a las estrellas de Hollywood, para después ya adoptan su propio estilo, más mexicano, por llamarlo de alguna manera, que se enriqueció con la llegada del sabor caribeño de Ninón Sevilla o Amalia Aguilar, señala el autor.

En los años 50 se presentó una situación interesante "porque había todos los estilos de ser bella, exótica, seductora. La belleza se diversificó".

La selección de las 200 imágenes que integran el libro tomó cerca de tres años y "traté de rescatar testimonios de cómo se veían a sí mismas. De cómo se consideraban en su aspecto físico y su talento como actrices" pero, advierte, aún falta decir de ellas "sus secretos, sus anhelos, saber qué pensaban en esos momentos de auge cuando la prensa les dedicaba amplios espacios".

El libro Bellezas del cine mexicano, editado por el Archivo Fílmico Agrasánchez, se presenta hoy, a las 19 horas, en la sala 4 de la Cineteca Nacional.