Directora General: Carmen Lira Saade
México D.F. Sábado 16 de febrero de 2002
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Espectáculos
Leonardo García Tsao ENVIADO

Ultimos estertores de un festival agonizante

En un cumplimiento de mi pronóstico, nada de lo exhibido en la recta final de la 52 Berlinale realmente merece mucha mención. La concursante española Piedras, ópera prima de Ramón Salazar, rinde culto a la actual y ya desgastada moda de los relatos múltiples que se van cruzando, bajo una influencia mal asimilada de Pedro Almodóvar. Así, mujeres de diferente personalidad -dentificadas por su tipo de calzado?-se encuentran al borde de un ataque de nervios en relación a sus parejas que, en la mayoría de los casos, resultan ser infieles y/o gays. Afligida por un estilo enfático que obliga a las actrices a sobreactuarse, la película se vuelve tan cansina que debería retitularse Piedras en el riñón.

Mucho más ofensiva fue la cinta coreana Na-Bbun-Nam-Ja (Tipo malo), del burdo realizador Kim Ki-Duk. En este melodrama exageradamente sexista un padrote se obsesiona por una estudiante, la secuestra y obliga a prostituirse. Tras ser sometida a diversos ultrajes, la chica llegará a enamorarse de su victimario -no faltaba más- y a ganarse la vida ejerciendo el talón para él. Más entretenido que las repetidas escenas en que los delincuentes se golpean entre sí y se cortan con objetos punzocortantes (al parecer, el hampón coreano desconoce las armas de fuego), sería un encuentro entre el director y unas militantes feministas.

Si acaso, se salva Lundi matin (Lunes por la mañana), coproducción franco-italiana dirigida por el georgiano Otar Iosseliani. Nadie podría llamarla obra maestra, pero esta relajada observación de cómo un obrero rompe con la rutina que lo tiene harto y se va de errático viaje a Italia, goza del humor irónico de su realizador en sus acostumbrados planos-secuencias donde la cámara se mueve lateralmente. Ya en estas circunstancias, se trata de una rareza: una película que se deja ver.

Por otro lado, el cine iberoamericano tampoco ha tenido una representación brillante en otras secciones del festival. Y nuevamente, en un arranque de chovinismo, uno se pregunta por qué sólo se aceptó un título mexicano ?Francisca, de Eva López Sánchez? cuando había por lo menos otros dos bastante superiores al churro brasileño O invasor, de Beto Brant, o a la cursilería argentina Todas las azafatas van al cielo, de Daniel Burman en la sección Panorama.

Cuesta trabajo hacer profecías sobre quiénes se llevarán los Osos el domingo (o cuál será el peor oso del jurado). El nivel de calidad ha sido tan bajo que no hay favoritas entre la prensa, salvo la danesa Accidentes menores, de Annette K. Olsen, o Laissez-passer, de Bertrand Tavernier, aunque también hay quien se inclina por la alemana Halbe Treppe, de Andreas Dresen, o 8 femmes, del francés François Ozon. Claro, el jurado no está obligado a concordar con la crítica y menos si está encabezado por la inflada cineasta Mira Nair. Igual, el consenso es que esta ha sido una de las peores competencias en la historia de la Berlinale. Digamos que el nuevo director Dieter Kosslick ha pagado la novatada.

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