Directora General: Carmen Lira Saade
México D.F. Domingo 24 de febrero de 2002
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Cultura

Bárbara Jacobs

Ser felices

Hacerse un tanto de lado para ocupar un poco menos de espacio es una característica del discreto, el tímido o el abandonado a su suerte antes de tiempo. Este personaje, distanciado de los demás, de las cosas, de los caminos, encontrará mayor resonancia con su vida en la primera parte de La conquista de la felicidad. La segunda, por cierto, consta de menos páginas. Hasta el autor, Bertrand Russell, tuvo más que decir acerca de las causas de infelicidad que de las correspondientes a la felicidad. Que para alcanzar ésta haya que hacer un esfuerzo, no cabe duda. Russell propone prácticas y ejercicios desde la sensatez del sentido común.

Effacer, s'effacer. El francés interpreta en este sonido la delicadeza con la que nuestro triste ser se borra; borrar, borrarse, resultan vocablos bruscos, con dobles erres, alteradores del movimiento silencioso que efectúa el infeliz al quitarse y dejar de estorbar, sin aspavientos ni énfasis en letras duras al oído. Si un poeta o un artista es francés, o si conoce la lengua francesa, enfrentará menos problemas para tolerar su desdicha que uno que no conozca y por lo tanto no siga la suavidad del término s'effacer. Otra posibilidad para no ser acorralado por las causas de infelicidad que le toquen, ni orillado a dejarse caer al vacío, es, cuando se trata de un poeta o artista, francoparlante o no, crear algo grande.

Russell mismo advierte que en este caso el desdichado deriva tal alegría de su obra terminada que se está quieto. No basta nacer con la propensión a la tristeza. Para que la tristeza con la que naciste sirva de algo, tendrías que haber nacido de paso con la capacidad en potencia de producir una obra de arte. La melancolía sola no te lleva más que al abismo; para que una buena melancolía haga las veces de resorte en la intimidad inerte del poeta o artista será necesario combinarla con la factura de un gran poema u otra obra de arte.

Ir a dar en los artistas no es gratuito, ni mucho menos en poetas o escritores. Si uno rasca en su pasado, a más remoto, mejor, se percatará de que en ellos lo coherente fue apartarse inventándose una existencia ideal, pues su propia naturaleza los encaminó hacia el retraimiento así como a encontrar consuelo en un mundo irreal, o sin contacto pleno con la realidad. Al rascar insistentemente, uno advertirá que estos infelices carecieron de la cantidad y el tipo de afecto idóneos para ellos en particular.

Salirse de ellos mismos; interesarse en cualquier cosa exterior a ellos, es un buen consejo. Sólo que para ellos, imposible de atender. Crecieron con miedo; bajo o contra una opresión tan fuerte (hecha de exigencias extremas, como las que impuso su padre a Kafka, por ejemplo; o de posesividad extrema, como la que impuso su madre a Proust), que, paradójicamente, más bien no crecieron. "Los odio; a todos; a cada uno, a uno después del otro", gritó Kafka una noche a sus padres y hermanas, tras uno de sus disgustos más determinantes. Casualmente, esa misma noche empezó a escribir La metamorfosis, en que asume la calidad de bicho en la que percibe que lo tienen, despreciable y estorboso, porque se niega, el autor, a hacerse cargo de la fábrica de su cuñado. "Yo soy mis personajes y mis historias", declaró Kafka a la Flaubert alguna vez.

Los padres que perefieren que los hijos dependan de ellos, o que asuman el destino que ellos quieren imponerles, antes que haber preferido que aprendieran a arreglárselas a su modo en el mundo. Los padres que ni se enteraron que los hijos podían tener una personalidad propia que respetarles a capa y espada, con una convicción mística y no sólo moral o intelectual de lo que implica el respeto.

ƑA dónde mirar? "Una vida tranquila, dice Russell, es característica de los grandes hombres; y hay que advertir que sus placeres no han sido del tipo de los que parecerían atractivos y llamativos a los demás"; es decir, "hay cosas buenas que no son posibles a menos que exista un grado determinado de monotonía" en la vida adulta. Esto, o s'effacer.

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