Directora General: Carmen Lira Saade
México D.F. Domingo 24 de febrero de 2002
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Angeles González Gamio

La otra cara de la UNAM

Hace unos días padecimos marchas y alborotos que recordaban el segundo aniversario del ingreso de la Policía Federal Preventiva al campus universitario, que dio fin al prolongado paro que tanto daño material y espiritual causó a la máxima casa de estudios de nuestro país, la entrañable UNAM, que el año pasado festejó 450 de haber sido creada mediante cédula real. Pero la Universidad Nacional Autónoma de México es mucho más que los malos estudiantes y trabajadores que la agreden; es una comunidad integrada por profesores, alumnos, investigadores y trabajadores, cuya labor cotidiana enriquece nuestro país de distintas maneras. Una de las actividades relevantes es la que realizan los institutos de investigación, que conjuntan a muchos de los cerebros más valiosos del continente.

Admira conocer que recién salida de la huelga, la institución inauguró la nueva sede del Instituto de Biología, vasta edificación de ladrillo rojo que recibe al visitante en un gran patio con un jardín de cactáceas. El interior tiene tesoros inimaginados en sus distintas salas, que resguardan valiosas colecciones, muchas de ellas con especímenes ya extinguidos.

Aquí se encuentra el Herbario Nacional, que ampara en sus nueve recintos un millón de ejemplares. Su colección iconográfica data de 1817 y cuenta con muestras de gran belleza. Sin embargo, esta impresionante cantidad se queda corta junto a la que integra la Colección Nacional de Insectos: šalrededor de 4 millones de ejemplares! Unicamente de mariposas, hay 250 mil, de todas las formas, colores y tamaños; no hay palabras para describir la belleza de muchas de ellas, y lo mismo sucede con los escarabajos, que van de los que apenas alcanzan el tamaño de la cabeza de un alfiler, a unos inmensos, del tamaño de una mano. Buena parte de ellos semejan joyas: turquesas, esmeraldas, rubíes, zafiros; los hay escarlatas, con coquetos puntitos negros, de tonos dorados y plateados, en brillante negro azabache; el mejor artista envidiaría la hermosura de tonalidades y diseños que la naturaleza brinda a muchos de estos seres diminutos.

Ahí no acaban las sorpresas; viene la Colección Nacional de Aves, con su ultracongelador, de -70 grados centígrados. Se inició en 1909 y a la fecha preserva 26 mil 200 aves mexicanas. Este acervo estuvo anteriormente en la Casa del Lago. Aquí se encuentra un ejemplar del águila arpía, soberbio animal de un metro de altura, hoy extinta. Con azoro nos enteramos de que el águila del escudo nacional, que creíamos era el águila real, en realidad es el halcón o aguililla carroñera, también conocida como quebrantahuesos, de menor tamaño y presencia, pero también con su gallardía. Tres tipos de tucanes asombran con sus bellos plumajes, al igual que inumerables variedades de aves y pájaros. Ustedes preguntarán cuál es la diferencia; los expertos investigadores nos explican que las aves emiten sólo sonidos y los pájaros šcantan!

La Colección Nacional de Mamíferos es igualmente sorprendente, con sus 45 mil especímenes, entre los que se encuentran 130 especies de murciélagos; el tamaño de algunos explica perfectamente la leyenda de Drácula. Este repertorio, que data de 1947, cuenta con un acervo de pieles que serían la envidia de la estrella de cine mejor ajuareada: zorros, leopardos, mink y decenas más, cuelgan tentadores en un cuarto con temperatura especial.

El interesante recorrido, en el que fue guía el talentoso y joven doctor en biología Fernando Alvarez, director del Departamento de Zoología, termina con la visita a la Colección Nacional de Crustáceos, que en sus 19 mil lotes abarca cerca de 300 mil ejemplares. Hay que decir que se despierta el apetito, ya que se contempla toda clase de cangrejos, camarones, langostas, jaibas, percebes y demás suculencias acuáticas.

Del Instituto de Biología, que dirige con tino el doctor Héctor Hernández, depende también el magnífico jardín botánico. Tiene una impresionante biblioteca, con 15 mil libros y 30 mil fascículos, y un acervo histórico de 4 mil ejemplares, el más antiguo de 1603. Esta es la otra cara de la UNAM, noble institución nacional de la que debemos sentirnos muy orgullosos y apoyarla en todos los sentidos.

Para satisfacer el antojo que nos despertaron los crustáceos, un buen lugar es el restaurante Los Arcos, situado en avenida San Jerónimo 215, que con su alegre ambiente costeño, que traslada de su natal Sinaloa, ofrece sabrosos platillos de mar. Un buen inicio son las tostadas de ceviche de camarón, y la machaca de jaiba; de plato fuerte, un pescado a las brasas. Aunque el clima no esté tropical, se impone una Coronita bien fría.

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