TOROS
Ante 300 espectadores se reanudó el Encuentro
Mundial de Novilleros
El colombiano De los Ríos debutó con
éxito al cortar una oreja en Monterrey
Carlos Peralta prepara alianza con Herrerías
Fracasaron Antonio Saavedra y El Giro
LUMBRERA CHICO ENVIADO
Monterrey, NL, 17 de marzo. Una grata sorpresa
se llevó esta tarde la afición taurina de Monterrey con la
presentación del colombiano Andrés de los Ríos, durante
la reanudación del Encuentro Mundial de Novilleros, organizado por
Carlos Peralta, el magnate de los teléfonos celulares que, según
rumores, pronto se convertirá en el nuevo socio de Rafael Herrerías
para la Monumental Plaza Muerta (antes México).
Pero,
dimes y diretes aparte, hoy aquí, ante un público formado
por 300 espectadores a lo sumo, la Monumental Lorenzo Garza ofreció
un cartel integrado por el ibérico Antonio Saavedra, el mexicano
Gerardo Rodríguez El Giro y el citado colombiano De los Ríos
que, a pesar de lo verde que está, dada su juventud, mostró
clase y buenas hechuras, sobre todo con el capote, y grandes facultades
para la lidia con la muleta, aunque desde luego necesita aprenderlo casi
todo.
Por su parte, el ganado de la dehesa de Rafael Mendoza
no estuvo a la altura de las circunstancias, ya que el encierro, con 450
kilos en promedio, lució escaso de bravura y débil de remos,
si bien el tercero de la tarde, de nombre Financiero, resultó
ser un ejemplar negro zaino de hermosa lámina, muy bien cortado,
no muy alto de agujas, cornivuelto y listón, que fue ovacionado
al saltar al ruedo.
Mientras el grueso de los aficionados cabales se trasladaba
a Cadereyta para ver los "pavos" -así estaban anunciados- de la
regiomontana ganadería de La Playa en el municipio conurbado, aquí
en la Lorenzo Garza lo que imperó fue el deseo de hacer de la fiesta
brava lo que ya nunca es en la México, es decir, una verdadera fiesta,
a la que contribuyeron la banda de música y el ingenio de los gritones.
La oreja de Ministro
A Saavedra lo vimos el año pasado en el embudo
de Mixcoac, donde el juez Heriberto Lanfranchi, en buena hora "renunciado"
por la Comisión Taurina del Distrito Federal, le regaló una
de sus habituales orejitas pueblerinas para complacer a su amo, el cacique
Herrerías, y darles de qué hablar a los lacayos de éste,
léase los chicos de la prensa que tan bien se alimentan de lamerle
los zapatos.
Con el oficio característico de los jóvenes
egresados de las numerosas escuelas taurinas de la península, Saavedra
estuvo solvente, puntual y expedito, pero en ningún momento tuvo
asomos de lo esencial, esto es, del arte que es virtud de los privilegiados
y recompensa de los tenaces. Pero aquí ni lo uno ni lo otro, el
hombre se limitó a cumplir y punto.
Quien menos justificó su inclusión en este
cartel de concurso fue El Giro, a quien le faltan plumas y cresta
para hacer honor a su apodo de gallo de pelea, y tamaños, ideas,
facultades, talento y personalidad como para pensar seriamente en ganarse,
ya no digamos la gloria sino el pan y la sal en este durísimo oficio
de lidiar toros y enloquecer multitudes.
Todo lo contrario de sus alternantes tiene consigo De
los Ríos, a quien el código genético, la rancia tradición
taurina de su país, las buenas orientaciones familiares, la afición
correctamente inculcada, la suma de todo eso o algo inexplicable lo dotaron
de condiciones excepcionales para torear con el capote, jugando los brazos
con puntual suavidad, conociendo los terrenos que pisa para meterse en
territorio enemigo y acompañar la suerte con la cintura.
Así lo reveló al abrirse de capa con el
hermoso Financiero, al que le ejecutó bellas verónicas
antes de situarse en los medios y muletearlo en redondo sin el oficio indispensable
para desprenderse del manso en el tercer tiempo, cosa que lo obligaba a
reponerse en exceso. Pero con Ministro, último de la tarde,
un eral de ridícula cornamenta, el sudamericano, luego de reiterar
sus facultades con el percal, logró sujetarlo con la franela, ligarlo
en corto y en redondo por derecha a izquierda, para despertar el entusiasmo
de la escasa audiencia, que no obstante el defectuoso espadazo tendido
que amorcillo al burel, insistió en que el juez Urbano Villanueva
le otorgara una estimulante oreja.
La moraleja de esta fábula es que Peralta, como
promotor taurino, sigue sobre la misma línea de Herrerías,
su futuro socio, en el sentido de que tiene mejor tino para importar prospectos,
como De los Ríos, pero le falta discernimiento para encontrar en
el campo bravo del país a los maletillas que pudieran convertirse
en las figuras de mañana. Así, todo parece indicar que al
cacique importador de Mixcoac vendrán a reforzarlo para que mantenga
la dependencia del extranjero en detrimento de la tauromaquia nativa.