Directora General: Carmen Lira Saade
México D.F. Lunes 18 de marzo de 2002
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Deportes
Antes ir a pelear a Argentina era como ir a la luna, comentaba

"Honestamente me lo chupé todo", decía el púgil

 CARLOS HERNANDEZ II Y ULTIMA PARTE

Luis Villanueva se retiró por primera vez en 1948 para atender un restaurante de su propiedad ubicado en la colonia Roma, y el bar Kid Azteca, en la Santa María.

"Honestamente me lo chupé todo", decía de esa experiencia, por lo que tuvo que regresar por pura necesidad al pugilismo al año siguiente, y en 1956 se fue en forma definitiva.

La última contienda de su carrera la perdió por nocaut, en cinco episodios, ante el nicaragüense José Borrel.

El Kid enfrentó a peleadores como Eddy Cerda, Luis Arizona, Nicolás Chintololo Morán, Tommy White, Eddy Frisco, Rodolfo El Rielero Ramírez, Humpire Jakson y Rodolfo Chango Casanova; ante este último perdió las dos veces que se enfrentaron, por decisión en 10 rounds, en el México de 1936.

Se cuenta que le ofrecieron una pelea que lo habría consagrado ante el inmortal Ray Sugar Robinson, considerado el mejor boxeador de todos los tiempos.

El Kid combatió en Estados Unidos (Los Angeles, San Antonio, Houston, Dallas, Corpus Christi), Cuba, Panamá y Buenos Aires. "Antes, ir a pelear a Argentina era como ir a la luna.

"El viaje se tenía que hacer dos meses en barco", recordaba de su aventura al país sudamericano, en 1943, cuando se dejó llevar por la vorágine de un amor y sólo pensó en regresar a México hasta que se le acabó el dinero, y pidió que le mandaran algo para comprar el boleto de regreso.

Nadie le respondió, ya que lo consideraron un peleador acabado, pero, a sus 30 años el boxeo le dio una segunda oportunidad y peleó otros 13.

Del boxeo y de la vida

Kid Azteca ganó como lo que fue: un ídolo en el pugilismo. Y gastó de la misma manera: sin freno, sin pensar en el futuro, como la mayoría de los boxeadores.

Su mejor bolsa fue de 35 mil pesos de aquellos años, en su duelo ante Nicolás Chintololo Morán. "En esos tiempos una casa se podía comprar con 3 mil 500 pesos y un coche en 300", según recuerdos y cálculos de su amigo Carlos Montes.

En los tiempos buenos había comprado dos casas, una en Garibaldi y otra en la colonia Guadalupe Tepeyac, pero en sus últimos días su única propiedad era su departamento de La Lagunilla.

Bohemio y bailador en su juventud (se decía que era muy conocido en los cabarets de la época (México, Astoria, Montparnasse, Filadelfia, Waikiki, El Intimo, Sans Souci y asistía con frecuencia a la cafetería del hotel Regis), el ex peleador nunca se casó.

"Me quedé esperando el título mundial y a la mujer con la cual casarme", decía, entre broma y resignado, aunque se sabe que tuvo un hijo que le heredó el nombre pero no la profesión y dos nietos a los que poco vio.

-Después de tantos años, ¿cuál es el principal recuerdo que le queda?

-Cuando me hice campeón, en 1932, contra el Chato David Velasco, en la antigua plaza de toros El Toreo... también me acuerdo de mis 17 años como campeón, que fue mucho tiempo de estarme cuidando.

-¿Cómo se explica que haya durado tanto tiempo?

-Así lo quiso el destino. Hay que cuidarse, entrenar, quitarse de la mala vida. No, no fui un santo, también me descarrilé...

-Tuvo usted mucho pegue.

-¡Ah, ja, ja, ja! Bueno, tenía mis admiradoras que me invitaban a bailar y yo aceptaba, porque a la mujer no hay que despreciarla. En mi tiempo de estrella tenía amiguitas, amistades que me invitaban a tomar café, a bailar, pero eso es todo y hay que tener medida. Si se desboca uno se va a la ruina, sobre todo tratándose de un boxeador que recibe muchos golpes.

-¿Ya es justo que le hagan un homenaje, no?

-Pues es muy raro que esas cosas pasen, ya se acuerdan de uno cuando está en el hoyo...

Seguir y seguir

El Kid, de figura quijotesca, era todo optimismo, bromas y risa fácil.

Antes de dejar de ser leyenda viviente para convertirse en leyenda total, decía: "Tiene uno que echarle fibra, porque la vida es bonita y hay que echarle mucho cariño. Hay que seguir y seguir, caminando y caminado, siempre..."

-¿Satisfecho de su vida, don Luis?

-¡Y cómo no! Soy una persona feliz de la vida... y de haber sido boxeador.

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