Directora General: Carmen Lira Saade
México D.F. Domingo 31 de marzo de 2002
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Editorial
 
ESTADOS UNIDOS LIQUIDA TAMBIEN A LA ONU

SOL¿Por qué el presidente George W. Bush desconoce los planteamientos de Naciones Unidas que sin embargo han estado siempre tan alineadas con todas las políticas de Washington? Es que la ONU, por su estructura misma, no es ya el instrumento adecuado para Washington.

La Asamblea General vota cada vez más resoluciones contrarias a los deseos de Washington y, aunque las mismas no tienen poder ejecutivo, tienen en cambio fuerza moral.

De modo que la ONU resulta buena para Estados Unidos sólo cuando lo secunda en la guerra del Golfo o en Afganistán, pero no le es totalmente fiel ni sigue sin chistar la política belicista a escala mundial que caracteriza a la administración Bush.

Por eso, para Washington, el total apoyo a Ariel Sharon no es sólo una reafirmación de su política de guerra, es igualmente un tiro de gracia a la legalidad internacional, a las negociaciones multilaterales y a la idea misma de un árbitro entre los países, pues dicha figura establece reglas obligatorias para todos.

Estados Unidos se ha puesto deliberadamente fuera de la legalidad internacional y ha dado un verdadero golpe de Estado mundial al declarar la guerra en todo el planeta en los tiempos y contra los objetivos que fijen la Casa Blanca y el Pentágono, a espaldas de la comunidad internacional. Washington declara igualmente estar pronto a atacar con armas nucleares a países que forman parte del Consejo de Seguridad.

Entonces, ¿por qué necesita a Naciones Unidas, a las que ni siquiera paga ya su cuota de Estado miembro y cuyas resoluciones desconoce? Estados Unidos necesita siervos, no iguales en el concierto de las naciones. No servirá de nada a la ONU callar y engullir sus declaraciones en favor de la paz en Palestina.

Bush ha decidido ya --y lo ha dicho-- escoger el camino de la guerra mundial supuestamente contra un mal definido como terrrorismo, porque ese es el único que le puede permitir mantener su hegemonía frente a los países europeos, a China, a Rusia y a las protestas sociales en el resto del mundo. Para Bush defender los derechos humanos, tratar de lograr la paz, hablar de la autodeterminación de los débiles como hace la ONU es, lisa y llanamente, sostener a quienes él declara terroristas.

No le molestan mucho las contradicciones, ya que mientras adopta tales posiciones belicistas apoya el terrorismo de un Estado armado con bombas nucleares que causa destrucciones y matanzas cotidianas y que, con la opresión y el racismo, empuja hacia un callejón sin salida de una nueva guerra a todos sus vecinos árabes y musulmanes.

Una vez cancelado el sistema internacional nacido de la derrota del fascismo y del nazismo en la Segunda Guerra Mundial, una vez destruida la posibilidad misma de que la comunidad internacional pueda discutir y resolver los grandes problemas que aquejan al mundo, desaparece en los hechos la ONU y, con ella, las reglas internacionales sobre la paz y la guerra. Este es un hecho gravísimo que afecta a todos los países y todos los continentes ¿De qué soberanía nacional se podrá hablar en el futuro si los países miembros de la ONU no denuncian y rechazan urgentemente la política imperial de George W. Bush?
 

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