Directora General: Carmen Lira Saade
México D.F. Martes 23 de abril de 2002
  Primera y Contraportada
  Editorial
  Opinión
  Correo Ilustrado
  Política
  Economía
  Cultura
  Espectáculos
  Estados
  Capital
  Mundo
  Sociedad y Justicia
  Deportes
  Lunes en la Ciencia
  Suplementos
  Perfiles
  Fotografía
  Cartones
  La Jornada de Oriente
  Correo Electrónico
  Busquedas
  >

Cultura
LA MUESTRA

Carlos Bonfil

Bicho de siete cabezas

ATRAPADO SIN SALIDA. El joven brasileño Neto (Rodrigo Santoro) termina recluido en un hospital siquiátrico por su propio padre, quien pretende ''curarlo" de su supuesta adicción a la mariguana. La intolerancia del padre, la sumisión atribulada de la madre, la complicidad oficiosa de la hermana, la turbiedad moral del director del manicomio, todo conspira contra el mancebo ingenuo, víctima de la ignorancia familiar y de la corrupción de las instituciones de salud brasileñas.

CUANDO EL JOVEN intenta, en su muy avanzada adolescencia, abandonar la casa de sus padres, se topa en el infierno de Sao Paulo con un par de homosexuales abusivos, y luego cae en la delincuencia por influencia de otras malas compañías. Lo que sigue es el deterioro incontenible de su personalidad y su salud mental en el interior del asilo, los malos tratos del enfermero villano, las sesiones en el apando, y el reproche al padre que así lo ha abandonado (''Usted consiguió hacerme más pequeño que usted").

PARA SU PRIMER largometraje, Bicho de siete cabezas, la realizadora bahiana Laís Bodanzky se inspira en la novela autobiográfica de Austregésilo Carrano, El canto de los malditos, en la que el autor denuncia las humillaciones que durante años padeció en la institución en la que fue injustamente recluido. La cinta pretende ser de principio a fin un alegato antisiquiátrico (se menciona incluso el apoyo de asociaciones no gubernamentales de ese tipo), pero también de un cabo a otro de la realización el lenguaje es pesadamente melodramático. La denuncia pronto adquiere acentos tremendistas, la situación interna del asilo se describe con trazos gruesos y a través de personajes estereotipados. El director del lugar, por ejemplo, es un médico inescrupuloso y un tanto demente; que parece siempre estar bajo el efecto de las drogas, o al menos así lo sugiere la secuencia en que alucina y que el camarógrafo Hugo Kovensky registra con los recursos efectistas a su alcance, al parecer inagotables.

ALGUNOS PERSONAJES EXHIBEN un perfil interesante, como el interno Ceará (Gero Camilo), siempre sumiso, siempre ocurrente, personaje cómico bien logrado o el propio padre (Otón Bastos), ser que a través de sus arranques machistas intenta disimular, sin éxito, su mediocridad y su miedo. El resto del reparto, incluido el protagonista Santoro, cumple con decoro su función en papeles acartonados. La mayor debilidad del filme radica en sus limitaciones para transmitir de modo convincente la complejidad del drama que denuncia, y desarrollar un personaje central dramáticamente más interesante. Las proyecciones mentales del protagonista, las alucinaciones que lo remiten al pasado familiar, o le presentan otros cauces posibles de su historia, podrían tener alguna fuerza de no presentarlas la fotografía de modo tan burdo y poco imaginativo.

UN MOTIVO ESTUPENDO, como el fetichismo que desarrolla Neto por una gorra boliviana, su ''gorro de pensar" que lo protege contra la locura, no tiene mayor desarrollo ni hay otros símbolos de sugerencia equivalente. Un realismo a lo Pixote gana terreno sobre una elaboración más fina y más provocadora. Bicho de siete cabezas es una denuncia social hecha a partir de rebuscados impactos visuales y con el sensacionalismo de un testimonio televisivo ?difícilmente la mejor muestra de un nuevo auge en el cine brasileño.

Números Anteriores (Disponibles desde el 29 de marzo de 1996)
Día Mes Año