Directora General: Carmen Lira Saade
México D.F. Martes 21 de mayo de 2002
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Sociedad y Justicia

Violación de religiosas por clérigos

Los abusos sexuales de religiosos contra monjas de 23 países, principalmente de Africa, estremecieron al mundo en marzo de 2001. Ese fue, quizá, el inicio del gran escándalo internacional sobre la "vida sexual" en la Iglesia católica, que a principios de este año continuó con las múltiples denuncias judiciales de sacerdotes pederastas, en Estados Unidos.

El informe de las religiosas Maureen O'Donohue y Maurie McDonald, publicado en la revista especializada National Catholic Reporter, puso en evidencia las violaciones sexuales, abortos bajo presión, explotación sexual, favores sexuales exigidos para otorgar certificados o recomendaciones religiosas; todos los delitos perpetrados por curas y obispos contra monjas y novicias.

La lista de abusos es variada; incluye casos de médicos de hospitales católicos asediados por sacerdotes que les llevan "a monjas y otras jóvenes para abortar". O'Donohue cita un caso extremo, el de "un sacerdote que obliga a abortar a una monja", ella muere y él oficia la misa de difuntos por la joven fallecida.

El Vaticano se vio obligado a aceptar los hechos, pero quiso minimizarlos circunscribiéndolos a "un área geográfica limitada", refiriéndose sólo a Africa, aunque el reporte cita también a Italia, Colombia, Irlanda, India y Filipinas.

O'Donohue, quien era coordinadora del programa sobre el sida de Cáritas Internacional, presentó en 1995 un informe sobrecogedor al presidente de los Institutos de Vida Consagrada y Sociedades de Vida Apostólica, el cardenal español Eduardo Martínez Somalo, quien obligado por las dimensiones del asunto, encargó una investigación a un grupo de trabajo presidido por la misma religiosa.

Ese reporte cita también que por la extensión del sida en Africa, las religiosas se habían convertido en un grupo "seguro", desde el punto de vista sanitario, lo que aumentaba el interés de los sacerdotes por ellas. Para ilustrar el tema se cita el caso de la superiora de un convento que fue contactada por unos sacerdotes interesados en mantener relaciones sexuales seguras con las religiosas.

Se habla de religiosos que pidieron a las monjas que recurrieran a la píldora y, en concreto, se alude a una comunidad religiosa femenina en la que la superiora solicitó la intervención del obispo tras comprobar que una serie de sacerdotes de la diócesis habían dejado embarazadas a 29 monjas. La reacción del obispo fue sustituir a dicha superiora por otra religiosa, sin que se nos diga que ha sucedido con los sacerdotes y las monjas de dicho convento.

(JOSE ANTONIO ROMAN)

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