Directora General: Carmen Lira Saade
México D.F. Viernes 24 de mayo de 2002
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Sociedad y Justicia

Hay consentimiento oficial, según una investigación

Lucro, única meta de 100 universidades en la ZMVM

Ayudan a solucionar problemas de demanda: De Garay

JOSE GALAN

Más de 100 establecimientos privados de educación superior operan en la zona metropolitana del valle de México, tengan o no reconocimiento de la Secretaría de Educación Pública (SEP) y de la Universidad Nacional Autónoma de México (UNAM), bajo una lógica exclusiva de lucro sin lo que investigadores universitarios consideran "el más mínimo sentido de ética y cultura académicas y profesionales". Su funcionamiento obedece a la teoría oficial de "absorción de la demanda".

Esas instituciones ofrecen una formación rápida y la obtención de un empleo inmediato sin importar la calidad de los programas de estudio o de docencia. No realizan investigación y carecen de programas de extensión universitaria, pero han permitido a las autoridades incrementar las cifras absolutas en matrícula y resolver, aunque apenas, los problemas de demanda de educación superior.

En 1982 la zona metropolitana del valle de México (ZMVM) contaba con 68 instituciones de educación superior, 55 de las cuales pertenecían al sector privado (80.9 por ciento), y las 13 restantes al sector público (19.1 por ciento). Ahora, 20 años después, mientras el sector público fundó sólo tres instituciones, el sector privado vio nacer más de 62, afirma el investigador Adrián de Garay, de la Universidad Autónoma Metropolitana Azcapotzalco, en el documento ƑPrivatización de la educación superior o distribución tácita de la demanda?

Hasta antes de 1935, año en que se creó la primera universidad privada en México (la Universidad Autónoma de Guadalajara), la educación superior había sido monopolio público como resultado de las luchas políticas e ideológicas que se vivieron a partir de la Independencia, sostiene Javier Mendoza Rojas, director de Estudios y Proyectos de la Asociación Nacional de Universidades e Instituciones de Educación Superior (ANUIES) e investigador del Centro de Estudios sobre la Universidad (Cesu), de la UNAM, quien considera que a partir de los sesenta "el crecimiento de la educación pública destruye su naturaleza elitista".

Agrega que ante la politización de la universidad pública, las familias de clases alta y media buscaron otras opciones educativas para sus miembros, en las que no se realizaran actividades de corte político que contaminaran las académicas. Así comenzaron a surgir instituciones privadas de excelencia vinculadas a órdenes religiosas, pero sin llegar a ser reflejo de la Universidad Católica de Chile.

También desde finales de los setenta surgieron planteles que se llamaban a sí mismos universidades o centros de estudios superiores que, con serias deficiencias y el afán del dinero rápido, prometían a los jóvenes una educación mínima necesaria para encontrar trabajo. Incluso la SEP, los gobiernos estatales y la propia UNAM comenzaron a otorgar sin mayor trámite registros de revalidación oficial de estudios, los llamados revoes, a planteles que sólo ofrecían una o dos carreras a cursar en no más de dos o tres años.

La incorporación y el reconocimiento de la validez oficial de los estudios incluyen los certificados, títulos y grados profesionales otorgados, agrega Mendoza Rojas, quien distingue dos sectores que imparten educación superior privada: un sector de elite y uno de absorción de la demanda, que han representado dos olas evolutivas, combinándose la primera con la de educación religiosa, y la segunda, que recluta a estudiantes entre sectores medios de la población impedidos de pagar las colegiaturas de las instituciones de elite, o bien de rechazados de las universidades públicas cuyo ingreso es cada vez más competido.

Reconoce que ante la heterogeneidad existente en este sector, no se cuenta con información cualitativa suficiente para hacer una clasificación. Pero las divide en dos: instituciones que han mantenido un crecimiento importante con poblaciones superiores a tres mil alumnos, y en las que se incluirían la Escuela Bancaria y Comercial, y las universidades del Valle de México, Tecnológica e Intercontinental en el Distrito Federal.

En el segundo grupo están lo que considera centenares de pequeñas instituciones, muchas de ellas denominadas escuelas o centros, y otras "ostentosamente llamadas universidades". Centradas en actividades docentes poco diferenciadas de los niveles educativos previos, han sido calificadas de "verdaderas vendedoras de certificados educativos".

Tan sólo de 1994 a la fecha se reportaron más de 145 instituciones nuevas que ofrecen una sola carrera o unas cuantas de corte administrativo y comercial, y sólo requieren de aulas y profesores. Y mientras las instituciones reconocidas como de excelencia, públicas y privadas, mantienen el mismo nivel de matrícula, el resto de la demanda es absorbida por estas escuelas sin ningún control de calidad académico.

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