Directora General: Carmen Lira Saade
México D.F. Domingo 28 de julio de 2002
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Política

Antonio Gershenson

Quiebras, fraudes y conclusiones

Independientemente de lo que pueda suceder todavía en el terreno de los posibles fraudes, seguras quiebras y noticias similares relacionadas con grandes empresas, sobre todo estadunidenses, hay algunas cosas que ya están claras. Primera, que estos hechos están afectando la recuperación económica. Y si la están afectando en Estados Unidos, también lo hacen con la economía mexicana, que había sido modificada por la política económica vigente, en forma tal que la dependencia ahora ya es enorme.

A esto se agrega que la competencia, que nunca en los tiempos actuales es tan libre como la describen los discursos tecnocráticos, tiene una propiedad que los supuestos genios de la economía siempre quisieron ocultar: como en cualquier competencia, se puede perder. Y ahora resulta que las maquiladoras se van de México, a buscar países con una economía más competitiva.

Se ha querido señalar unilateralmente a China como una especie de nuevo "imperio del mal", pero las maquiladoras se han ido también a Tailandia y a otros países del sureste asiático y de la parte del Pacífico que está frente a Asia. Se han ido a países que sólo abrieron sus economías en la medida en que fue indispensable en cada momento. Es cierto que en esos países los salarios son más bajos que en otros, pero eso no es todo: los salarios son aún más bajos en Africa, por ejemplo, y la inversión que va a ese continente es mínima.

La inversión se ha ido a países que, además de bajos costos, no sólo de mano de obra sino de insumos y demás, tienen mano de obra organizada y suficientemente calificada. Ninguno de estos elementos era ignorado cuando se decidió entrar a esa competencia pero, además, eso se hizo abriendo nuestras fronteras de antemano a las importaciones. Algo así como ir a competir al campeonato mundial de futbol sin portero. Y vaya si entraron los goles: las importaciones baratas causaron el cierre de muchas fuentes de trabajo, y la reducción del empleo en muchas más.

Algo útil queda de todo esto: la experiencia. Es claro que si queremos no sólo recuperación, sino un desarrollo real y estable, que no se suple con discursos optimistas, debemos basar ese desarrollo en el mercado interno, y exportar excedentes. De poco sirve financiar "changarros" si éstos van a quebrar por falta de mercado, de clientes a los cuales vender lo que producen o comercializan, y por la competencia de importaciones baratas.

Habrá que repetirlo: cuando Pemex y el sector eléctrico público no estaban amarrados de pies y manos por la Secretaría de Hacienda, y por una política económica desnacionalizadora, daban trabajo a muchas empresas, en su mayoría mexicanas, y no sólo grandes sino también pequeñas y medianas. Y estas empresas generaban empleos aquí. Con los megacontratos, diseñados para que sólo puedan participar las mayores empresas trasnacionales o multinacionales, el trabajo para los mexicanos es mínimo. Sin embargo, se persiste en los llamados contratos de servicios múltiples. No sólo en Pemex, sino también en el proyecto de reforma eléctrica de la Secretaría de Energía, publicado aquí hace unos días, pero que hasta el momento de escribirse este artículo no había sido presentado a ninguna de las cámaras legislativas.

Algunos puntos en los que sí parece haber acuerdo, aunque habría que ver cómo lo entiende cada quién, son la reforma fiscal y la autonomía de gestión de Pemex y las empresas públicas eléctricas, para que puedan tener recursos para su propia inversión y se logre, entre otras cosas, detener el endeudamiento creciente e insostenible de las empresas públicas del país. Fue precisamente el endeudamiento inmoderado uno de los elementos que llevaron a la quiebra de Enron y a la crisis de otras grandes empresas.

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