Directora General: Carmen Lira Saade
México D.F. Sábado 31 de agosto de 2002
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Mundo
Philippe Faure

Por una nueva asociación de cooperación Norte-Sur

En 1992 la Cumbre de Río consagró el desarrollo sostenible como una prioridad mundial para "responder equitativamente a las necesidades del presente sin comprometer la posibilidad de responder a las ne-cesidades de las generaciones por venir". Diez años más tarde, cada uno puede ver perfectamente que los resultados son todavía magros. La Cumbre Mundial sobre el Desarrollo Sostenible de Johannesburgo -que reúne bajo los auspicios de Naciones Unidas, del 26 de agosto al 4 de septiembre, a un centenar de jefes de Estado y de gobierno, pero también a miembros de la sociedad civil (dirigentes de asociaciones y organizaciones internacionales, representantes de grandes empresas)- debe ser la oportunidad para relanzar la dinámica. Esta cumbre deberá asegurar la movilización de la comunidad internacional me-diante una declaración política vigorosa, pero sobre todo con la adopción de un plan de acción que establezca grandes principios y objetivos concretos, en especial sobre el agua y su tratamiento, la energía, la preservación de los recursos naturales y la biodiversidad, la modificación de los modos de consumo y de producción.

Con motivo de la reunión del Consejo Europeo de Goteborg, la Unión Europea recordó la necesidad de garantizar un equilibrio entre los tres pilares -económico, social y ambiental- del desarrollo sostenible, y de otorgar la prioridad a la reducción de la pobreza. Estos principios guían la acción de Francia y de la Unión Europea en los trabajos de Johannesburgo.

En efecto, resulta importante para Francia y la Unión Europea que la comunidad internacional se organice para controlar y humanizar la globalización y para introducir en ella el respeto a la diversidad cultural, a la que Francia tanto se apega. La gobernabilidad ambiental fortalecida -que podría desembocar en una Organización Mundial del Medio Ambiente- y que el desarrollo sostenible sea mejor tomado en cuenta tanto por Naciones Unidas como por las instituciones financieras, son para París el medio para regular la globalización en beneficio del desarrollo sostenible.

Francia desea además hacer que se reconozca que la administración sostenible de los recursos naturales y la lucha contra la pobreza no son aspectos antagónico, sino interdependientes. El plan de acción de Jo-hannesburgo deberá provocar que tanto el Norte como el Sur acepten que el acceso al agua, a la energía y a la seguridad alimenticia son, al igual que el acceso a la educación y a la salud, prioridades que conviene inscribir en las estrategias nacionales de reducción de la pobreza.

Por otro lado, la cumbre de Johannesburgo constituye la oportunidad de orientar los recursos de ayuda pública al desarrollo (que la Unión Europea y Estados Unidos se comprometieron a aumentar durante la cumbre de Monterrey) hacia el desarrollo sostenible y precisar las modalidades de utilización de esta ayuda. El presidente Jacques Chirac se comprometió a que la ayuda pública francesa para el desarrollo alcance 0.50 por ciento del producto nacional bruto en cinco años y 0.7 por ciento en una década, marcando así nuestra voluntad de solidaridad. El presidente francés hizo hincapié además en la necesidad de desarrollar la eficacia de nuestra ayuda pública al desarrollo, en especial por medio del financiamiento de asociaciones de cooperación pública-privadas.

Al respecto, la Cumbre Mundial sobre el Desarrollo Sostenible consagrará, sin lugar a dudas, el papel inevitable de la sociedad civil y de las asociaciones de cooperación pública-privadas en la puesta en marcha del desarrollo sostenible. En Francia la sociedad civil estuvo estrechamente asociada a la preparación de las posiciones francesas y, en especial, de las iniciativas de "tipo II" que deben permitir la realización de asociaciones de cooperación entre gobiernos, instituciones internacionales, ONG, empresas.

Francia y la Unión Europea reconocieron, particularmente, el interés de estas iniciativas. El gobierno francés tiene entonces la intención de presentar 15 en Johannesburgo, ya sea en el contexto de la Unión Europea (en los ámbitos del agua y la energía), ya sea mediante propuestas puramente francesas, sobre cuestiones agrícolas, la protección de la biodiversidad, la salud, la investigación y el comercio equitativo. Además, las autoridades francesas mostraron su interés por 28 iniciativas presentadas por otros actores.

Las expectativas suscitadas por la cumbre de Johannesburgo son fuertes y traducen la voluntad de ver cómo se establece una nueva asociación de cooperación entre el Norte y el Sur, fundada en el respeto y las responsabilidades recíprocas. Una evolución en este sentido fue iniciada por la Organización Mundial de Comercio, con motivo de la conferencia realizada en Do-ha (septiembre de 2000), que prestó atención muy especial a las necesidades de los países no industrializados, situando el de-sarrollo sostenible en el corazón del nue-vo ciclo de negociaciones comerciales in-ternacionales. La Unión Europea, por su parte, ya valoró el papel positivo que pue-de desempeñar el comercio en beneficio del desarrollo sostenible y le está dando una nueva proyección a su política comercial en ese sentido.

Estos importantes avances, que completaron los compromisos de la cumbre de Monterrey, deberán profundizarse en Jo-hannesburgo. Si bien Río fue una cumbre fundadora para el desarrollo sostenible, Johannesburgo debe ser la cumbre de su verdadera puesta en marcha.

Embajador de Francia

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