Directora General: Carmen Lira Saade
México D.F. Sábado 31 de agosto de 2002
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Espectáculos
El grupo chileno mostró en el Auditorio Nacional su calidad

Sin parafernalia y con buenas rolas, La Ley rememoró sus primeros conciertos

El líder, Beto Cuevas, arrancó el alarido de las seguidoras con sus movimientos eróticos

JUAN JOSE OLIVARES

El grupo chileno La Ley demostró la noche del jueves ante un Auditorio Nacional lleno de incondicionales seguidores, el porqué es uno de los grupos más reconocidos en América Latina, al ofrecer, en casi dos horas, un concierto sencillo de buenas canciones y sin parafernalia alguna, acostumbrada en los grupos anglosajones.

LEY-1Los miembros del grupo sin duda rememoraron sus primeras apariciones en México (a la que llaman su segunda patria), como la del Angela Peralta en 1993, cuando promovían su disco Desiertos, luego de la salida de Iván Delgado, y con la incorporación de su actual líder, Luis Alberto Cuevas, principal compositor de la banda y quien se ha convertido en el imán del grupo por su atracción física, su forma de vestir súper groovy y sus movimientos corporales que incitaron fuertes gritos de emoción de todas las chicas.

La magia de la sencillez

La Ley presentó un show simple, sólo con las bases de una potente batería, una bien manejada guitarra (con todo y efectos), un bajo bien discreto, unas percusiones que bien apoyaron, algunos secuenciadores, samplers y sintetizadores -controlados por las manos de Alejandro Ruiz-, y una angelical voz de apoyo, proporcionada por la jazzista chihuahense Ely Meza, quien por cierto el jueves presentó su disco llamado Tenderly.

Cuando se escuchó la tercera llamada para iniciar la función en punto de las ocho y media, La Ley ya estaba aposentada en el escenario, preparada para lanzar los primeros disparos sonoros. Animal fue la primera de más de 10 claras muestras de buena música para los cientos de detractores de la banda, que es considerada como nada original en el ambiente roquero. Sin duda, lo contrario quedó demostrado al percibirse un gran oficio de los músicos con su piezas limpias, preparadas para un concierto masivo. La Ley se esforzó por demostrar que no sólo son niños bonitos de MTV.

Las rolas Delirando, Eternidad, Hombre, Aquí y Prisioneros de la piel, siguieron el refuergo de La Ley que implantaba su ídem. Cuevas, el cantante, seguía con sus movimientos eróticos que despertaron a cada rato los gritos femeninos y la admiración del sector masculino.

"Buenas noches, es chingón estar de nuevo aquí", rezaba Cuevas al terminar la rola Aquí, al tiempo que permitía el lucimiento del baterista Mauricio Clavería, con sus solos de bataca, con los que arrancó estruendosos aplausos de los congregados, que seguramente repitieron su asistencia este viernes.

LEY-2Luces multicolores, imágenes sicodélicas emanadas de una pantalla gigante, pero sobre todo rolitas pop que enganchan a cualquiera, fueron las constantes del concierto. Continuaron las piezas Intenta amar, Just another dreamer (canción en inglés realizada en 1989 y que el grupo tiene en lista de espera para grabarse) y El duelo, del exitoso disco Invisible, en su versión desenchufada, en la cual Ely no hizo extrañar a su tocaya, pero de apellido Guerra, al realizar un buen acompañamiento. Cielo market, otro hitazo de Invisible despertó cierta histeria colectiva, muy a un estilo fresón, clásico en los seguidores de este grupo, pero al fin grita incontrolable que se fusionaba con los acordes de la afinada guitarra de Pedro Frugone.

Mentira, su tan sonada pieza del álbum Unplugged, se escuchó en todo lo alto de la aguda voz de Cuevas, seguida por un coro de más de 9 mil personas, incluidos algunos comunicadores que no ocultaron su gusto por el grupo, a la vez que los críticos aceptaban, luego de diez años de ser conocidos en nuestro país, la calidad de los sudamericanos.

Las melosas y el bajón

No pudieron faltar las melosas Fuera de mí y Paraíso, en lo que fue el peor momento del concierto, el de más güeva y en el que más de la mitad se sentó a viborear el atuendo de los músicos, como el del líder Cuevas, bien ajustadito, lo que permitía ver que está un poco pasado de peso, al menos a lo que tiene acostumbrado el galán compositor, quien dedicó Tejedores de ilusión, a la muerte del anterior cerebro del grupo Andrés Bobe, quien en 1994 falleció en un accidente automovilístico, cuando aún figuraban en la banda Luciano Rojas y Rodrigo Aboitiz.

Día cero y la versión original de El duelo dieron el cerrojazo a uno de los mejores conciertos que ha dado La Ley en México, donde la venta de sus álbumes Doble opuesto, Vértigo, MTV Unplugged y Desiertos no se detiene, porque están en el gusto de la mayoría de las chicas mexicanas.

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