Directora General: Carmen Lira Saade
México D.F. Lunes 9 de septiembre de 2002
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Cultura

Hermann Bellinghausen

Asalto a la razón práctica

Cómo quisiera volver a vivir. Saber que hay otra vida. Otro chance. No para hacerlo mejor, sino distinto. Infiernos y paraísos sucesivos, nunca llanos de tedio, pero todo es parte de todo. De haberte conocido en otro barco, antes, libre de mis sombras y la alternancia de tu silla de ruedas. Hubiera estado bueno. ƑNo? Si creyera, lo haría en la reencarnación, más que en la resurreción.

Mónica escucha estas palabras. Sus ojos grandes, la expresión impaciente, qué fuertes sus brazos; si le sirvieran de piernas. Sigue diciendo Sombra:

-Lástima que de eso no haya.

-ƑNo crees en el momento? ƑEs todo tan fatal? Siempre es posible que no haya otro momento más. Si la vida es ésta, Ƒpor qué la dejamos ir así? -dice ella.

Sombra la mira con cansada ternura. El cansancio es de sí mismo; la ternura, toda para ella.

-Quisiera nacer mil veces, mil vidas para encontrarte. Me tengo que ir. Me reclaman del otro lado del mar, tú sabes -dice él, de corrido.

-Beso la hora que me das. Así de fugitiva y desdeñosa, así la tomo pues no hay otra. Y se está ahí tan a gusto -dice Mónica.

-Cuál desdén, no digas. Pasa que el tiempo transcurrido está muy acumulado y es carga, no sé librarme.

-No te libres, es tu riqueza -dice Mónica. Y también dice:

-Beso la hora. Agradezco el instante. Jamás olvido. Y vieras cómo tiemblo.

-No somos iguales, Mónica.

-Por eso, somos iguales, Sombra querido.

La inquietud se inyecta en los ojos de Sombra. En sus mejillas y pómulos prominentes, de japonés cara pálida. En los surcos de la edad en la frente y las comisuras, que se difuminan.

Monica recuerda a la nana de su infancia cuando la despedía: "Te vas porque quieres. De aquí nadie te corre, allá nadie te busca". Se guarda de traerlo a mientes en la ocasión, parecería reclamo: la sirena varada que implora y esas cosas.

-Beso la hora, Sombra, de saber que existes y has existido. Eso es lo cierto.

A Sombra se le va el habla. Será la emoción. Ella ha dejado de beber bastante, pero dada la circunstancia, saca una botella de vino detrás de los diccionarios y dice:

-Ni modo de no brindar.

-A nuestra salud -dice él, y ella echa a reír su dulzura.

Sombra hoy sí se le figura un samurai. El estuche tubular donde enrrolla sus planos terciado en la espalda en vez de sable, y su gabardina tiesa que a contraluz parece una armadura alada, le dan una pinta Kurosawa que se desvanece en un tris y queda sólo la estampa de Sombra, que es bajito, chocando su vaso con el de Mónica, sorprendido como el primer día de que ella encuentre gracioso todo lo que él dice.

Uno es maestro del otro, pese a la diferencia de edades. A Mónica le corresponde el principio, y él se las arregla para atinarle a un final. Para ella son una misma cosa y dice:

-Vamos al billar.

En el camino le recita en inglés unas cuartetas de Mr. Blake y Sombra empuja la silla; no acostumbra leer pero la escucha: "El vestido humano es hierro forjado/ la forma humana una forja feroz/ el rostro humano un horno sellado/ el corazon humano, su garganta voraz", dice la voz de Mónica.

Conforme anochece, la palidez de Sombra se llena de volúmenes, facciones, persona. Y reclama:

-ƑMerecemos palabras tan crueles?

-Claro que no, pero le ponen emoción- dice Mónica, un poco puerilmente.

-Muchacha de tantas cabezas -dice él y le revuelve la cabellera en una caricia amplia-. Deja ese huracán y no te consumas en pequeños infiernos.

-Sombra, prometo consumirme en puro cielito lindo, como tú me enseñaste.

Del salón de billar, conforme se aproximan, salen exclamaciones broncas de los jugadores, las notas más famosas del Buki en la rocola a todo lo que da, y un chocar de bolas.

Entran. Se dirigen a la última mesa de carambola, hasta donde llega para atenderlos don Abed. Ella se incorpora. Deja la silla contra el rincón, castigada. Toma del muro un taco y alcanza la mesa. La luz neón que cae de los conos del techo confiere a Mónica un contorno expresionista, y sus brazos, tan finos, se tensan musculosos, listos.

-Tú rompes hoy -dice Sombra.

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