Los actores de La conspiración vendida
lamentan que prevalezca la exclusión a indígenas
Necesario, conservar la memoria histórica
Indican que hacen falta líderes con el carisma
y las ideas de Miguel Hidalgo
CARLOS PAUL
Los indígenas, base de la Independencia, "siguen
estando excluidos como a principios del siglo XIX, cuando se produjo ese
movimiento; lo único que ha cambiado es cómo se manejan el
poder y las traiciones, que ahora son más sofisticados'', indican
los actores de La conspiración vendida, obra escrita por
Jorge Ibargüengoitia hace 42 años, que se estrenó este
sábado, con dirección de Alejandro Ainslie, en el Centro
Cultural Helénico.
La situación que plantea Ibargüengoitia -comenta
Jorge Zárate, quien encarna a Miguel Hidalgo y Costilla- ''es la
de una Independencia que se vio precipitada por la traición, además
de reflejar los miedos, debilidades y torpezas de los que planearon el
estallido, ahora héroes de la patria.
''Comienza
con una traición, sigue con otra y luego otra y otra", explica Erando
González (Miguel Domínguez, El Corregidor).
"La conspiración sucede muy a la mexicana. Los
conspiradores cometen entre ellos una serie de torpezas que los hacen caer
en pequeñas mezquindades y villanías, las cuales serían
irrelevantes si el contexto fuera otro, pero como es una situación
trascendental, cada pequeña duda, porquería, traición,
titubeo, bajeza o falta de valentía, son terribles. En la obra hay
pocos personajes libres de esos vicios".
Aída López (doña Josefa Ortiz de
Domínguez, La Corregidora) comenta que el personaje "a diferencia
de esas monografías de papelería, es una mujer que a pesar
de su miedo, es leal a una promesa de nación, aun cuando eso implique
pasar por sobre la obediencia marital''. Nuestro país, agrega la
actriz, tiene una característica muy conveniente: la capacidad de
olvidar. ''Olvidamos con demasiada facilidad nuestra historia; no reconocemos
lo que la Independencia costó en vidas, en riesgos, en dinero. El
olvido es abrumador. Olvidamos la crisis provocada por (Carlos) Salinas
y pareciera que no tenemos memoria, sin la cual no se puede construir un
país".
El capitán Arias, interpretado por José
Carlos Rodríguez, "es un personaje que nunca aparece en las monografías
históricas, pero es el artífice de la traición", expresa
el actor. "Es un ser egocéntrico, soberbio, envidioso, rencoroso
y, no obstante, es uno de los conspiradores que desde el principio busca
salvar el pellejo; están otros que de alguna manera se aprovechan
de los criollos y los indígenas, quienes al final fueron los que
más necesidad tuvieron de rebelarse.
''Los indígenas fueron la fuerza de batalla de
la Independencia, interviene Aída López, y desde aquel momento
histórico a nuestros días, siguen estando excluidos. Lo único
que ha cambiado, agrega Rodríguez, es que ahora es más sofisticada
la manera como se manejan el poder y las traiciones".
En la obra, interviene Jorge Zárate, "aparece un
diálogo de Hidalgo, en el que dice: 'Hay que enseñarle al
indio que el español no es un ser sobrenatural'. En nuestros días,
habría que decirle a los mestizos mexicanos que el indio no es un
ser menor o un folclor".
Hidalgo "es un personaje liberal y progresista, de amplio
criterio, que conoce y cultiva tanto el aspecto espiritual como los placeres
carnales, como los que ofrece el beber, comer o coger. Es una visión
más humana ante la figura de estampita que conocemos todos".
Según Zárate, "hacen falta líderes
con el carisma y las ideas que tuvo Hidalgo para seguir avanzando como
sociedad, pues las situaciones que se vivieron en aquel entonces no son
tan diferentes a las que vivimos hoy.
"Parece que el actual gobierno mexicano quiere que sigan
existiendo los pobres como carne de cañón, y así seguir
teniendo de donde mantener las riquezas de otros''. En otro diálogo,
añade Zárate, Hidalgo dice que con lo que se gasta en trasladarse
el virrey Venegas a México, vivirían 10 familias durante
tres años. Si nos ponemos a pensar en los viajes que hace el presidente
Vicente Fox creo que podrían mantenerse muchas más familias
mexicanas. En ese sentido existe una vigencia de conductas. Se sigue utilizando
mal el dinero o se invierte en los intereses de otros que no son la mayoría.
Vemos que en la actualidad se sigue vendiendo la nación.
Concluye Erando González: ''en la actualidad, una
respuesta mejor que la de nosotros se puede encontrar en el anecdotario
de las declaraciones políticas de ese señor de la hoz y la
horca, barbado y de puro en la boca, que con un infinito desprecio se refiere
a los indios como encalcetinados o encalzonados. ¿Quiénes
son los que ahora traicionan y les conviene que la idea de independencia
nacional desaparezca?".