El espectáculo lo abrió Albita, quien con los otros cubanos mostró su hermandad
Los Van Van trajeron al Salón 21 el sonido de La Habana actual
ERNESTO MARQUEZ ESPECIAL
La rumba sigue mandando en el Salón 21. Así quedó demostrado por ese público heterogéneo y bullanguero que desafiando el frío y la lluvia se dio cita la noche del sábado en el recinto de la colonia Polanco para escuchar y bailar con la sonera cubana en el exilio, Albita Rodríguez, y la portentosa orquesta habanera Los Van Van.
Otra vez, representantes de las dos Cubas comparecían en la tarima y muchos, al saber de tan inusual encuentro, asistieron ya por el atracón musical o para ser testigos de lo que pudiera ocurrir. Y lo que sucedió fue un asunto de hermandad más allá de toda ideología o compromisos políticos. Albita tuvo la cortesía de quedarse a escuchar a Los Van Van y estos de dedicarle su actuación. "šSomos cubanos, donde quiera que estemos!", sentenciaba Mayito, el cantante líder de la agrupación ante ese batiburrillo de gente enloquecida.
Albita, quien llegó estrenando disco (Hecho a mano), sabía a lo que se enfrentaba. Ciertamente la estrella de la noche no era ella. Su carrera no es tan fulgurante como la de Los Van Van, que llevan más de 30 años repartiendo candela en las pistas del mundo, aunque la sonera en el exilio tenga a su favor una mayor promoción musical y un público producto de ello. Por eso fue pródiga en el escenario, dejando actitudes pedestres del pasado para sentar las bases de identidad con aquellos que aún la repelen.
Dijo que ha encontrado un equilibrio emocional y eso se refleja en su carácter y en su quehacer. En el escenario se mueve con libertad y su figura se agiganta a medida que va cantando. Cuando se propone agradar lo consigue y en el delirio de la música baila, toca la guitarra, toma el güiro o percute las claves. Albita remueve las pasiones. Su música recuerda a Coralia y Ramón, a Celina y Reutilio, a Abelardo Barroso y al gran Benny Moré. Musicalmente sigue atada a Cuba. Ahí está el hop hop hop hop de la vaquería, la flauta típica de las charangas, el tambor de la rumba, el tres responsable de las sonoridad genuinamente cubana y una voz adecuadamente sonera. Con ella no se ha perdido nada.
ƑQué tienen Los Van Van que siguen ahí?
Por su parte, Los Van Van trajeron el sonido de La Habana actual con un sistema único de trombones, cuerdas, teclados, cueros y voces que la definen. Mucho se había hablado del mal funcionamiento de la máxima agrupación musical cubana por las deserciones de gente clave, como el cantante Pedro Calvo y el pianista César Pedroso Pupi, que entre otros elementos marcharon en busca de nuevos horizontes. Pero la legendaria orquesta sigue "ahí, ahí", como dicen ellos, ofreciendo una música apabullante. Formell continúa componiendo en la misma sintonía de observador acucioso de su sociedad y no como se comentaba que su talento y disponibilidad para la música habían sido mermados por su adicción a ciertas drogas duras. Bajo su dirección, Los Van Van están por sacar un nuevo álbum y el porte, talento y la fuerza de los nuevos integrantes le están dando un impulso tan contundente que hace pensar en una orquesta con mucho futuro.
Y la muestra la dieron esa noche del sábado con una mezcla estimulante de música vigorosa y colorista que permitió el lucimiento de cada uno de los 15 integrantes. Que sea el cantante Mayito Rivera el alma de la agrupación no es casualidad, él quizá represente con mayor exactitud la filosofía vanvánica. Hay que ver tan sólo cómo se enfrenta al público, de qué manera le hace llegar la música y espiritualidad de su raza en un éxtasis de rumba o clímax religioso, sobre todo cuando entona desde su negritud el emotivo poema de Elambia, Soy todo: "...soy el poeta de la rumba, soy danzón, el eco de mi tambor, la misión de mi raíz, la historia de mi solar... Soy ají, soy picante... Soy el paso de Changó, y el paso de Obatalá, la risa de Yemayá, la valentía de Oggún. Yo soy Obbá, soy siré siré.