MELON
Luis Angel Silva
Nostalgia con Jorge Saldaña
SEGUN JORGE SALDAÑA el presidente Fox expresó
en París que la nostalgia no produce. Quizá esto sea verdad
en cuanto a lo material, porque el viernes 6 del presente en el Museo de
la Ciudad de México la atmósfera estuvo perfumada de buena
vibra y cordialidad. El recinto llenó hasta las lámparas
a pesar del clima y cuando apareció Jorge el público se le
entregó de manera total. La ovación duró varios minutos
con adorno de pancartas y entusiastas vivas, que pusieron el ambiente listo
para disfrutar de la nostalgia.
ANTECEDIERON A SALDAÑA por orden de aparición:
Ana Libia, Marilú (la muñequita que canta) y Erick.
El escenario estuvo adornado con una especie de sala. El maestro de ceremonias,
una persona de muchas tablas y sobriedad, de nombre Salvador Barragán,
condujo la función con categoría.
EN SU PRIMERA intervención el nostálgico
por antonomasia, con su ironía característica, fustigó
a nuestros inefables políticos. Puso al respetable a reír
de lo lindo al nombrarse "papá incómodo", ya que según
él su hija Silvia fue la principal promotora del acto. Dio las gracias
a doña Raquel Bessudo, al doctor Enrique Semo y al referirse al
bello museo hizo votos porque no lo conviertan en otro Costco.
Sí produce
CON
UN MUTIS discreto Saldaña abandonó la tarima para que
Ana Libia, a petición del público, diera principio a la nostalgia,
que demostró que sí produce: emoción, sentimiento
y recuerdos, muchos recuerdos, sobre todo cuando se tiene la calidad de
los intérpretes que llenaron la tarima con su talento.
LA ORQUESTA CONTO con integrantes profesionales
de pies a cabeza. Desgraciadamente, no recuerdo el nombre de todos los
elementos, pero fue gratificante volver a encontrarme con el maestro Higinio
Velázquez y con mi cuate de siempre Salvador Dávila Sonrisal,
con el cual trabajé en el Faja de Oro y Río Rosa, centros
de salud ya desaparecidos. Esto, desde luego en la prehistoria, pero una
prehistoria llena de jícamo y saoco (sic), digna de recordar y envidiar.
Fue una etapa del son en México que por desgracia no volverá.
SIGUIERON ERICK Y MARILU, cada uno interpretó
sus números con una entrega que el público premió
con ovaciones muy merecidas. Los tres -siguen con sus facultades intactas-
hicieron gozar de verdura a un público de dulce que se entregó
sin medida. Dicen que el tiempo no perdona, pero a estos tres les ha hecho
lo que el dicho popular asegura que el viento no pudo con el benemérito,
a pesar de lo que cierto funcionario trata de cambiar o negar -quizá
las dos cosas- lo que don Benito legó.
ME DIO MUCHO gusto constatar el poder de convocatoria
y el cariño que los asistentes le tienen al tal Saldaña,
cábula irredento, que sabe darle rienda suelta a la sin hueso
y llama al pan pan y al vino, pues, vino, aunque ya no ejerce. Ahora brinda
con agua de jamaica, la cual se hacía llegar a París en sus
11 años de exilio.
AL VOLVER AL escenario Jorge se curó en
salud porque nos advirtió que le valía gorro la opinión
de los doctos e iba a cantar. Después de 10 números me obligó
a unirme a él y destrozamos Niebla de riachuelo. Tengo la
seguridad de que Cobián y Cadícamo se revolcaron en su tumba.
Me hizo cantar otro número, lo cual hice ya solo. Le dejé
el micrófono al licenciado José Luis Caballero que después
de cotorrearse a placer al interfecto, hizo una interpretación soberbia
de Cómo fue, demostrando que sigue cantando con la calidad
de siempre. Sin duda el que tuvo retuvo.
EL FINAL DE LA primera función lo hicieron
todos y fue Despedida, de Pedro Flores. Hice la graciosa huida,
como decía don Pepe Alameda, para encontrarme con una lluvia tupida
que me obligó a pensar que la nostalgia también llegó
a los elementos. Te la comiste, Jorge Saldaña, con todo y peluca.
¡Qué para bien sea!