Directora General: Carmen Lira Saade
México D.F. Miércoles 18 de septiembre de 2002
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Política

La dignidad y la libertad no están sujetas a caprichos, expresa Carlos Montemayor

Políticos, escritores y artistas plantean nuevo esquema en las relaciones México-Cuba

El presidente Fidel Castro se reunió la noche del pasado día 16 con legisladores que participarán hoy, en La Habana, en la quinta Reunión Interparlamentaria

GERARDO ARREOLA CORRESPONSAL

La Habana, 17 de septiembre. El esquema de un giro en la relación entre México y Cuba empezó a trazarse aquí la noche del 16 de septiembre, con la exclusión de la hostilidad beligerante del gobierno del presidente Vicente Fox hacia la isla y la inclusión de una agenda de convergencia bilateral a la altura del nuevo panorama.

El escenario emergente se fue integrando, primero, con la decisión cubana de elevar al máximo el rango de la celebración de la Independencia mexicana, en un gesto con el cual La Habana avisó implícitamente que ha tomado debida nota de la decisión de Fox y su cancillería de romper el diálogo político con la isla.

Luego, al concluir el festival artístico dedicado "al querido pueblo mexicano", el presidente Fidel Castro se reunió durante unas tres horas con un grupo de mexicanos, invitados especiales al acto, y diputados que asistirán a partir del miércoles a la quinta Reunión Interparlamentaria.

Durante el encuentro, en un anexo del teatro Karl Marx, Castro habló, sobre todo, de los programas educativos y culturales de su gobierno, y evocó algunos problemas de la situación internacional, como la amenaza de guerra de Estados Unidos contra Irak y la crisis argentina, dijo a La Jornada la actriz y delegada en Coyoacán, María Rojo, una de las asistentes al encuentro.

Otros participantes fueron el escritor Carlos Montemayor; la pintora Martha Chapa; las directoras de la Casa Lamm, Claudia y Germaine Gómez Haro; la directora general de la Feria Internacional del Libro de Guadalajara, María Luisa Armendáriz; el vicepresidente de la Cámara de Diputados, Erick Villanueva, y el antropólogo y delegado en Tlalpan, Gilberto López y Rivas.

Durante la función de gala del lunes también hubo reflexiones sobre el nuevo rumbo que han tomado las relaciones entre los dos países.

En un discurso, Montemayor pareció definir los nuevos términos del encuentro entre Cuba y la sociedad mexicana: "Nunca he sentido tan cerca la dignidad de nuestros pueblos como esta noche. Porque hoy, particularmente, el Grito de Independencia es un ejercicio de dignidad, una demostración de libertad, una prueba irrebatible de que la dignidad y la libertad de nuestros pueblos, de nuestros creadores, de nuestra memoria, no están sujetas al capricho.

"Cuba se engrandece esta noche extendiendo su mano a estas fiestas", dijo Montemayor en alusión al más reciente episodio de tensión entre los dos gobiernos: la prohibición que impuso la cancillería mexicana a su embajada de compartir aquí, con los cubanos, las celebraciones por la Independencia nacional.

"Se engrandece y se expande también en los corazones de los mexicanos que aquí nos encontramos, en los corazones y las convicciones de los mexicanos que en México y en otras partes del mundo saben que aquí estamos."

Hay que remontarse al menos dos décadas atrás, bajo el imperio de la guerra fría, para encontrar un momento político en el que el simple contacto con Cuba era la prueba de ácido de los márgenes de independencia de un gobierno latinoamericano.

El líder parlamentario Ricardo Alarcón, primer orador de la noche, evocó ese tramo de las relaciones bilaterales: "Fue México el país que resistió con gallardía las presiones que se le hicieron para sumarlo al bloqueo y la hostilidad desatados contra Cuba desde la victoria de enero (el triunfo de la Revolución Cubana de 1959). No pocas veces alzó su voz, valerosa y digna, en aparente soledad, en los siempre dóciles salones de la OEA (Organización de Estados Americanos)".

Con una secuencia similar, la actriz, ex diputada perredista y ahora delegada en Coyoacán, María Rojo, unió así los referentes políticos de la noche: "Semejante identidad de sentimientos (entre los dos países), de emociones, de historia, no se borra por decreto; no se puede, pues es sencillamente imposible anular de un solo plumazo el latido común de nuestra gente.

"Pienso en nuestros millones de compatriotas en todo el mundo -siguió Rojo-, como aquellos que se ganan penosamente el sustento de cada día en el corazón mismo del imperio, sin dejar de tener presente un solo instante la patria, la suave patria tan cercana y tan lejana; aquellos a quienes se ha despojado hasta de ese pequeño gran consuelo que supone la celebración de los festejos patrios en tierras extranjeras. Por razones de presupuesto, nos señalan. Por mezquinas vendetas personales, afirmamos otros."

El hilo argumental y los tópicos escogidos por los tres oradores parecían revelar que el conflicto entre los gobiernos ha provocado un cambio de coordenadas: México ha corrido hasta el extremo derecho el cuadrante de su visión hacia Cuba, dejando vacío un amplio espectro que empieza a cubrirse con nuevos actores del lado mexicano.

La velada del lunes fue transmitida a todo el país en cadena nacional de radio y televisión. Acompañaron a Castro el vicepresidente Carlos Lage y el ministro de Cultura, Abel Prieto, así como decenas de altos funcionarios del gobierno y artistas cubanos. También asistieron diplomáticos latinoamericanos, lo cual acentuó aún más la ausencia de la representación oficial mexicana.

Con un programa convencional (Huapango de Moncayo, temas de Lara y Manzanero, sones jarochos, mariachis y jarabe tapatío), la función tuvo toques de sorpresa (un aplauso cerrado al anuncio de los textos de Sor Juana), de distinción (el conjunto Ars Longa con música medieval), de emoción (Rosita Fornés, César Portillo de la Luz) y de maestría (12 parejas de sexagenarios, septuagenarios, bailando danzones con toda ortodoxia).

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